El próximo 20 de septiembre tenemos la oportunidad y la responsabilidad de ser parte activa de la Asamblea del Colegio de Ciencias Económicas, convocada para conocer y aprobar el presupuesto 2025–2026.
Este espacio no debe reducirse a una mera asistencia. Requiere de nuestra voz crítica, propuestas constructivas y compromiso genuino. Solo así podremos asegurar que las decisiones respondan a lo que la mayoría de los colegiados queremos para el futuro de nuestra profesión y de la institución que nos representa.
La reciente renuncia de la tesorera, acompañada de sus señalamientos, nos recuerda la importancia de reforzar la transparencia, la rendición de cuentas y el respeto a los procedimientos. Lejos de desanimarnos, estos hechos deben impulsarnos a participar más, exigir claridad y construir un Colegio sólido, abierto y digno de la confianza de la sociedad.
Así como en la dinámica de Newton, donde toda acción produce una reacción, en nuestro Colegio la participación activa de cada colegiado genera movimiento y transformación. Si permanecemos inmóviles, nada cambia; pero cuando opinamos, votamos y nos involucramos, impulsamos la institución hacia un rumbo más transparente, legítimo y fuerte.
Si aspiramos a resultados diferentes, no podemos seguir haciendo lo mismo. Es momento de que el Colegio innove, avance y se renueve, dando espacio a la pluralidad y al criterio de cada colegiado. Solo con diversidad de voces se alcanzará legitimidad y un rumbo firme.
Estoy convencido de que, con visión y compromiso, podemos convertir los retos actuales en una oportunidad para fortalecer al Colegio y proyectarlo con integridad hacia la sociedad.
El futuro se construye con nuestra participación, y empieza con nuestra presencia en la Asamblea del 20 de septiembre.
No dejemos que otros decidan por nosotros; juntos podemos marcar la diferencia