Arquitectos del Mañana

Por: Profesor Junior Aguirre Gorgona

Hace poco más de 400 años, nacía uno de los más grandes escritores que conoce la humanidad, cuyas obras literarias siguen tan vigentes como el día de su primera edición: William Shakespeare. En algún momento sobre nuestras manos han estado algunos de sus libros, los cuales representan según los literarios, las obras más ilustres de todos los tiempos. Hamlet, Romeo y Julieta, Otelo, Julio César entre otros; forman parte de la herencia que Shakespeare nos legó.

Pero no todo fue sencillo en la vida de este dramaturgo, Shakespeare sufrió en carne propia el colapso financiero de su familia, tuvo que lidiar con grandes penurias y necesidades, las cuales de algún modo estuvieron a punto de llevarlo a la desesperación y al fracaso. Quizá el mundo jamás hubiese conocido su grandeza si en aquel momento se rendía. Pero, ¿qué hace que alguien decida seguir luchando y no abandonar lo emprendido? ¿Qué se mueve en nuestro ser que nos permite aún levantarnos en medio de situaciones y momentos difíciles? Shakespeare lo tenía muy claro, en su interior se re-configuraba un ideal, el cual lo persiguió durante toda su vida, y que hoy les comparto  a todos los estudiantes que inician su curso lectivo para que, como a Shakespeare, sea la consigna que les permita seguir construyendo lo que hasta hoy han venido forjando: “Sabemos lo que somos, pero no lo que podemos llegar a ser”.

En su fuero interno, el poeta y escritor trataba de decirse que su situación actual no determinaba lo que él podía llegar a ser, lo que con esfuerzo, dedicación, ganas y convicción personal podía lograr; más allá de lo que otros pudieran pensar. Es por ello que hoy ustedes queridos estudiantes se convierten en arquitectos de su futuro, sus manos moldearán la ruta a seguir y sus pies se encaminarán en la vereda que con esfuerzo han allanado. Recuerden que los que forjan el destino de sus vidas son ustedes, desde ahora son los responsables del camino que van a recorrer, y de lo que quieran creer. Bajo ninguna circunstancia permitan que alguien los obligue a creer verdades absolutas, aprendan a cuestionar en el marco del respeto, a aquellos que los educan y han tomado la docencia como su vocación.

No tomen la educación como una carga en sus vidas, sino como un agente transformador e impulsor de lo que serán mañana. En países del Medio Oriente, África y Latinoamérica, cada vez son menos los niños y niñas que tienen acceso a un libro y un profesor; por ello valoren cada segundo en el aula como un regalo de Dios, que en su inconmensurable misericordia les ha brindado.

Hubo una niña a la cual unos terroristas intentaron asesinar por el simple hecho de querer entrar en un aula, estudiar y tener aspiraciones, quizá la conozcan: Malala Yousafzai. Los talibanes le temían a su formación, en lo que sería cuando tuviera acceso a un libro. Malala estuvo a punto de morir en un hospital de Pakistán, pero aquella mañana los que murieron fueron otros, los terroristas catapultaron a una niña que se convertiría en la persona más joven en ganar un Premio Nobel de la Paz y una activista a favor de los derechos de los niños y niñas a la educación. Sé, con plena convicción que dentro de nuestras aulas se forman los nuevos héroes de Costa Rica, que así como Malala, lucharán por sus convicciones e ideales.

No existen secretos, mucho menos atajos para triunfar, pero sí hay rutas que nos permiten encaminarnos en esa vereda: Albert Einstein, un refugiado alemán en los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial a razón de ser judío, y que hoy es considerado como el Físico más grande de todos los tiempos decía que: “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad.” Es con ella, estimados estudiantes, que se convertirán en los arquitectos de sus destinos, es con su voluntad que a partir de este momento entrarán a las aulas y se enfrentarán a la vida misma, sin poses, temores e incertidumbres; sino con la plena convicción de que todo lo que han hecho hasta hoy forma parte ineludible de su mañana.

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