La política costarricense atraviesa uno de los momentos más polarizados en décadas, y a pesar de las circunstancias, el Partido Liberación Nacional (PLN) parece atrapado en una lucha interna que lo aleja cada vez más de la reinvención que el país demanda. Mientras el discurso divisivo del presidente Rodrigo Chaves alimenta la fractura social, dentro de las paredes del PLN se libra una batalla de egos y viejos intereses que lo ha despojado de la capacidad de ofrecer alternativas frescas y renovadoras.
Hago un llamado a los asambleístas del partido para que pongan primero al país antes de una candidatura, todos tenemos aspiraciones hasta YO, pero sino hacemos el propósito de cambiar, esa aspiración quedará en deseo de aportar a mi país desde mi mente y no en realidad. En lugar de aprovechar la oportunidad para dar paso a nuevas voces, nuevas ideas y nuevos liderazgos, se sigue apostando por figuras del pasado, por candidatos añejos que, aunque han sido parte del sistema, no logran conectar con una sociedad cada vez más ávida de cambios reales. Es como si el partido estuviera atrapado en una espiral de autocomplacencia, negándose a reconocer que el país ha cambiado, que las dinámicas políticas han evolucionado, y que los ciudadanos ya no se conforman con las mismas promesas vacías de siempre.
Mientras tanto, la polarización que se ha intensificado con el actual gobierno de Chaves no hace más que evidenciar la desconexión del PLN con la realidad que vive la ciudadanía. Las luchas internas dentro del partido, los choques por candidaturas y las divisiones estratégicas han desviado la atención de lo verdaderamente importante: recuperar la confianza del pueblo, proponer soluciones reales a los problemas nacionales y abrir un espacio a nuevas generaciones de líderes que piensen y actúen fuera de las dinámicas del pasado.
La constante disputa por el poder dentro del PLN ha dado como resultado un partido que se desgasta en discusiones estériles, sin poder ver más allá de sus propias fronteras. Este “apague y vámonos” no es solo una frase provocadora, es una llamada de atención urgente: si el partido no cambia, si no se adapta a los tiempos modernos y a las demandas de la sociedad, su futuro será una irrelevancia política que muchos ya vislumbran.
El PLN necesita, con urgencia, un acto de valentía y humildad: un relevo generacional real, una actualización en su discurso y una reforma profunda en sus estructuras internas. La lucha de poderes no puede seguir siendo su bandera, porque, mientras se pelean entre ellos, el país avanza en otra dirección. Si Liberación Nacional no se reinventa, su historia, lejos de ser un ejemplo de democracia y progreso, será solo un recuerdo de lo que pudo ser.
Es hora de mirar hacia adelante, de dejar atrás los viejos vicios y pensar en el país. Si el PLN no lo hace, el pueblo le pasará factura, y la historia le dirá: “apague y vámonos”.