Hay temas que conviene dejar para después de que pase el vendaval de las primeras reacciones, cuando haya mejor disposición para tratarlos.
Hablo en este caso de la nueva sede del parlamento costarricense, que el 24 de febrero de 2022 cumplirá un año de inaugurada.
El inicio de su vida como casa del Poder Legislativo, casi se vio empañado por una controversia relacionado con su valor estético.
Se dijo que era feo, y para enfatizar tal cosa, se utilizaron todo tipo de hipérboles y alegatos emotivos sin mayor fundamento.
Poca importancia se dio a la funcionalidad del diseño y a las consecuencias de este sobre, por ejemplo, el consumo energético. Se dedicó poca atención al hecho de que la nueva estructura incorpora tecnología que hace realidad un concepto nuevo y avanzado de la transparencia en la labor legislativa y de control político. Es decir, el acceso de la población costarricense a sus quehaceres es hoy más efectivo que en cualquier otro momento.
Tampoco se dio mayor importancia a los miles de millones que ya no se pagarán en alquileres y se invertirán en un inmueble propio.
Se enfatizaron detalles irrelevantes como la ausencia de señalización cuando se efectuó el traslado en octubre de 2020, algún baño que se taqueó, una loza que se quebró, una ventana que se rompió, etc. El titular de algún medio dijo, por ejemplo, que el edificio se caía a pedazos. Todo se redujo a la exageración inmerecida de pequeños daños y obras pendientes, superadas rápida y oportunamente, de acuerdo con las disposiciones de los contratos vigentes. En resumen, las primeras semanas de una obra emblemática se desperdiciaron en un choteo masivo, que sobredimensionó fallas comunes en los inicios de cualquier infraestructura.
Paralelamente, hay que decir que la dimensión estética del edificio es inevitablemente opinable. Sin embargo, seamos sinceros y admitamos que no es un edificio más feo o más hermoso que las vecinas sedes del Museo del Jade, el Tribunal Supremo de Elecciones o el Jenaro Valverde de la CCSS; y que tanto como estas, contribuirá a mejorar el espacio urbano que lo rodea.
Le calificaba antes como una obra emblemática, y es que la nueva sede de la Asamblea Legislativa es un monumento a la realidad costarricense. La simboliza en varios sentidos. Para el parlamento, esta obra representa un gran paso adelante, tanto por razones económicas y financieras, como logísticas, tecnológicas y políticas. No obstante, los ticos, muy a la tica, nos perdimos en detalles pueriles para “bajarle el piso” y restarle mérito. Así nos pasa con todo. Los costarricenses somos, en general, incapaces de reconocer nuestros méritos como país. Y no lo hacemos por humildad, sino por chabacanería.
Al mismo tiempo, este edificio simboliza la dificultad que entraña realizar cualquier obra de envergadura en este país. Pensemos en las décadas que tomó llegar hasta aquí desde que se planteó por primera vez la necesidad de contar con una nueva sede. Tratemos de imaginar los esfuerzos invertidos para hacer rodar esta “carreta de ruedas cuadradas” para que llegara hasta su fin. Y justamente aquí, teniendo presente lo dicho sobre el gran paso adelante que significa esta obra, es que llego a la verdadera razón de este comentario, como es rendirle tributo a una persona en particular.
En esta historia hay un hombre cuya paciencia, perseverancia y habilidad marcan de forma indeleble la gestación, conducción y conclusión del proyecto. Me refiero a Antonio Ayales Esna, director Ejecutivo de la Asamblea Legislativa desde 1995, cuando sustituyó a don Olmedo Castro. Sin su compromiso, esta obra no sería más que “un montón de papeles en algún archivo”.
El viaje hasta aquí estuvo plagado de obstáculos que Ayales superó acompañando a las autoridades políticas que se sucedieron en todos estos años, y por supuesto, con el apoyo de una lista larga de funcionarios legislativos que desde diferentes posiciones colaboraron en el proceso.
La historia de la nueva sede del parlamento costarricense es también la historia de Antonio Ayales Esna. Un mérito cuyo reconocimiento merece por gratitud y ejemplaridad.
—
Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.