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Algunas reflexiones en tiempos de la pandemia de SARS-CoV-2

» Por Manuel Zúñiga - Asesor Pedagógico MEP

¿Qué nos dejó claro esta enfermedad? ¿Qué clase de sociedad hemos construido en torno a la economía de libre mercado? ¿Cuál es el papel del Estado en los tiempos actuales? ¿Deben los servicios esenciales de una sociedad estar a cargo de sectores que solo buscan generar sus propias ganancias?

Son tantas preguntas que me pasan por la mente cada noche; sentimientos de decepción de la humanidad misma, que sucumbe a una enfermedad NO por la enfermedad misma; sino por el egoísmo de los seres humanos.

El darle prioridad al dinero como valor supremo, por encima de la vida misma nos tiene ahora en esta encrucijada.

Solo en África 45 millones de personas están al borde de una hambruna sin precedentes; mientras en el resto del mundo una tercera parte de los alimentos van a dar a un basurero por el egoísmo humano de ser incapaces de regalar dichos alimentos a un ser humano antes de desperdiciarlos.

Esta emergencia mundial nos ha mostrado lo mejor y peor del ser humano. Miles de personas de salud ofrendando su vida a cambio de salvar la vida de desconocidos; mientras algunos países como USA proponen la guerra contra otras naciones y el decomiso de implementos médicos ya comprados por otras naciones.

Si algo nos ha quedado claro es que la teoría de Estado reducido y servicios privatizados, que tanto pregonan desde los años 80s, era una farsa que lleva al absoluto desastre; USA, dis que el país más poderoso del mundo, es incapaz de salvar a sus habitantes pobres de desastre por un esquema de salud privada. En Costa Rica por el contrario mientras el sector privado evade su responsabilidad social, ha sido el sector público el que ha puesto el pecho a las balas; a pesar de ello los planes de desarticular el Estado Social de Derecho que Carlos Alvarado y los empresarios tenían propuesto sigue su avance. Evidentemente esta crisis le cayó como anillo al dedo para llevar a cabo parte de ese plan maestro.

Mientras se dan salvamentos y exoneraciones a empresarios, se dan aumentos de impuestos al pueblo y reducción de derechos laborales a los trabajadores tanto públicos como privados.

Es claro que en el país sigue prevaleciendo el egoísmo y mientras grandes empresas como FIFCO, Grupo Nación o MECO, de acuerdo a Semanario Universidad, presuntamente exhiben sus capitales en los Papeles de Panamá y reportes negativos de ganancias; a los trabajadores se les va a gravar salarios y se carga sobre sus espaldas el peso de esta crisis.

La crisis nos dejó claro que hay una brecha digital, laboral y social. Las dos Costa Rica que se ha venido construyendo de los marginados sin voz y los de alta sociedad con sus condominios de lujo, sus autos de lujo y jugosas cuentas bancarias. Dos realidades diametralmente opuestas en un mismo país que se esfuerza por mantener la imagen “del pura vida igualitico”.

También la crisis nos ha dejado claro que la clase política está, como siempre se ha sabido, a favor de los ricos empresarios y rinden informe ante sus intereses. Igualmente es claro que el pueblo siquiera logra entender lo que viene, no comprende el circo del cual es parte.

A pesar que los últimos días deberían haber servido para reflexionar, ver que nos han llenado de pura basura superflua e innecesaria para la vida de un ser humano. A la mala debimos aprender que nada absolutamente nada pasa de un domingo sin futbol y miles de cavernícolas ofendiendo a las madres de sus rivales en un estadio.

Hemos debido aprender que la televisión basura, con sus “prostitutas de alta sociedad” no son un elemento fundamental para dar seguimiento los fines de semana.

Aprendimos, aunque no todos, que es una lástima desperdiciar miles de millones de colones en un entrenador, para que venga a decir a 22 tipos (también innecesarios) como se patea una bola. Mejor ese dinero se destinará a la investigación médica, porque en días de crisis es de académico del TEC, UNA, UNED, UCR de donde están saliendo soluciones viables y oportunas, no de estadios como el Alejandro Morera, el Rosal Cordero o el Ricardo Saprissa.

Ya debimos aprender que ocupamos de un humilde personaje en botas de hule, que cultiva lo que comemos y NO de un poco de tipejos de poca monta, pachucos con micrófonos y cámaras, en programas de televisión basura, que es lo único que las élites recetan a las masas para embrutecer al pueblo.

También está claro que el pueblo sigue dormido y que la clase política sabe que tiene vía libre por el momento para actuar contra su pueblo.

Pero viendo más allá, nos quedan un par de meses para prepararnos para un escenario lúgubre de hambre y miseria cada vez más cercano a nuestra realidad y sin embargo seguimos gestionando préstamos multimillonarios para dedicarlos a los empresarios y no a los campesinos.

Sin embargo, a veces dudo de nuestra capacidad de resolvernos como pueblo a hacer algo.

Para la clase política las instituciones públicas siguen siendo un preciado botín; la inversión en ellas la hizo el Estado con dinero de todos, las quiebran los políticos con malas decisiones y luego las venden a sus amigos y familiares a un muy bajo costo, para que ellos si las hagan rentables y ganar mucho dinero, ejemplo reciente toda la infraestructura de Banco Crédito Agrícola vendido a muy bajo precio mientras el Estado alquila inmuebles por miles de millones.  Es decir, porque no asumió esas instalaciones para sí y reubicaron ahí muchas de las oficinas que alquilan locales.

Después, cada vez que hay una emergencia salta el chorizo: la trocha de Laura, por la cual ninguno de los pringados vio ni verá la cárcel; o el Caso Crucitas; o la compra de equipo defectuoso al presidente de UCCAEP y ahora el avión de $1.2 millones desde China, mientras México paga solamente $170 000 por el mismo viaje. ¿Será que de verdad creen al pueblo tan, pero tan ignorante para que les crea esos cuentos? Bueno algunos defienden la labor de Macaya, a pesar de hechos como ese y los intentos políticos por desaparecer la CCSS, por ejemplo. Ya lo dijo Alvarado, en una pelada más a micrófono abierto, “NO HAY PLATA PARA LA CCSS Y AHORA QUE NO HAY PLATA ES QUE PODEMOS HACER COSAS CON LA CAJA”. Sobran las interpretaciones de esas palabras; sin embrago suena peor que un sátiro, pedófilo y sociópata a la salida de un kinder ante una niña indefensa.

Esto porque la clase política solo hace atrocidades; el descalabro de la CCSS no es algo que surgió en la crisis; es un tren que hace muchos años se veía venir lento muy lento y ahora está a punto de arrollarnos; a pesar de ver lo que pasa en USA con los modelos de salud privados; pero acá se pretende favorecer a unos pocos para que hagan fortunas con la necesidad de todos. Es increíble que sea el Estado el deudor principal de la CCSS, a pesar que a sus empleados de forma religiosa se le rebajen las cotizaciones mes a mes.

Hablando de trenes a quien de muy corta y mediana inteligencia se le ocurre embargar al país con un préstamo multimillonario, con la excusa que el mismo va a reactivar la economía nacional. Supongo que por “economía nacional” uno debería entender esas mordidas que se dan bajo la mesa a algunas personas muy cercanas a ese tipo de proyectos, para que ellos lo hagan ver como una necesidad nacional. Algo así como la aprobación del TLC, la calle a Caldera o la minería a cielo abierto, o la venta de la FANAL a los dueños de los más grandes ingenios azucareros.

Y así puedo seguir hasta el infinito. Bonos de vivienda de 8 o más millones de colones, cuando una casa de bono ya terminada y con mano de obra incluida no pasa de 3 millones y medio de colones. El resto de dinero es chorizo neto, de ganancias para los contratistas e ingenieros y demás personas que solo firman papeles.  Y lo digo con toda la evidencia ya que acabo de hacer una casa de esas mismas.

Nos vamos a las instituciones del Estado y hay cientos de carros tirados por un repuesto que no pasa los 50 mil colones; pero es mejor sacar flotillas nuevas en la Purdy, que arreglar esos carros que están ahí haciendo nada; y se hacen contratos con algunos talleres donde actos simples como cambiar una rótula   o cambiar el aceite, se vuelen en cuentas estratosféricas, que todos pagamos en vez de tener el propio Estado su taller centralizado: mecánicos ya hay, pero no les dejan trabajar para favorecer el chorizo y lo peor tampoco se rematan esos carros viejos, sino que ahí se dejan pudrir a la intemperie.

A veces da decepción escribir porque es como nadar contra corriente. De arriba te señalan y te haces enemigos de la nada por poner el dedo en la llaga y dejar en evidencia las desigualdades e inoperancia del sistema. De abajo te das cuenta que nadie está dispuesto a sacrificar nada y que más vale vivir engañado que abrir los ojos a la verdad; supongo que es cierto lo que dicen los filósofos que la gente prefiera la mentira y el engaño porque duelen menos que la verdad y la toma de conciencia.

Es increíble que hemos avanzado tanto este siglo XXI, que nuestros chicos de colegio son capaces de fabricar robots y programar computadoras; pero no saben cómo se siembra una mata de arroz, frijoles o maíz. Hemos olvidado cuales son nuestras raíces y creemos que los productos nacen en los almacenes y hemos dado más valor a las marcas reconocidas que a los propios productos alimenticios que nos quitan el hambre.

Si algo ha quedado demostrado es que hemos perdido e invertido las prioridades y aquello más “caro e importante” de nuestros días es absolutamente innecesario. Nos hemos dejado arrastrar por la liviandad consumista y el mundo de apariencias.

La cosa es que estamos en este barco y unos saldremos adelante y otros quedaremos en el camino; pero ojalá al menos esto sirva para replantear no solo el tipo de personas que somos, sino además hacia dónde vamos y qué estamos haciendo no solo con el planeta, sino con nosotros mismos.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, fotocopia de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr.

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