Al final, alcanzar la meta deseada

En una ocasión regresaba de un país vecino, para realizar un trabajo por un par de meses – siempre vinculado a la educación – y casualmente en el propio viaje hube de encontrarme a una de las personas que laboraba en una institución universitaria, con altas responsabilidades académicas en el sentido de ponernos a la orden, en función de además de dar clases, para la que trabajaba, vinculándome más a la misma en otros aspectos siempre de índole académico.

¿La respuesta? “Tal vez en un futuro y que me agradecía dicho interés” Una sana y educada respuesta, donde se evidenciaba honestidad en aquellas 11 palabras, sin embargo, la palabra futuro en un momento determinado, me hacia pensar en no desanimarme y continuar, pero a la vez reflexionar que posiblemente en ese momento para esa persona, aun no respondía a los intereses de la institución, vinculado a mi trabajo. ¿Sentarme a esperar? No. ¿Derrotado? Tampoco.

No hace mucho se repetía una historia semejante, pero en este caso a un compañero de trabajo, joven, con poca experiencia laboral, muy profesional en la labor que desempeñaba, pero él quería “crecer”, buscar nuevas opciones, mejores posiciones, mejor salario y me preguntó “Don Ernesto, ¿qué me sugiere aplicar en función de anuncios periodísticos para puestos de trabajo vinculado a mi perfil o continuar estudiando?

Tal vez la diferencia entre mi anécdota antes descrita y la pregunta de Carlos se centraba en la edad, y por ende la experiencia de unos añitos más, pero ambos coincidíamos en que el Mundo está hecho para los avezados, para los que se arriesgan, pero vinculado a una excelente preparación, dada la alta competitividad de hoy en día. ¿Luego? Estudiar mucho, nada de descanso, del trabajo a la escuela, reducir los tiempos de descanso, malas noches hasta quedar dormido con los libros o con los apuntes de la escuela, así de sencillo, sin dejar de ser un ejemplo en su puesto de trabajo y no amilanarse cuando aplicara a un puesto de trabajo y la respuesta fuese negativa o no hubiese nunca respuesta.

¿El consejo a modo de síntesis? Ser perseverante ¿Cuándo? Siempre. La perseverancia se considera como valor, hermana de la fortaleza. Con frecuencia en muchos aspectos de la vida, existe una verdadera lucha. Desde la escuela, el “aguantar” a un jefe lleno de defectos, tener una novia o un novio que hace cosas que nos desagradan, tener un marido o una esposa que a veces nos tensa y muchos otros momentos de la vida, los cuales suelen ser difíciles.

El combustible para que la perseverancia pueda moverse largamente es el de la visión de largo plazo y la profundidad. La perseverancia requiere sentido común. A cambio de contar con el valor de la perseverancia obtendremos el gozo de luchar por lo que queremos.

Tal vez no lo logremos de inmediato, incluso tal vez no logremos algo en el final, sin embargo, es importante disfrutar el camino. La perseverancia brinda estabilidad, confianza y es un signo de madurez. A veces nos olvidamos de la sabiduría popular, pero no sería mala idea reflexionar solo un momento el viejo refrán El que persevera alcanza.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.

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