No comparto muchas cosas de su gestión, pero hoy tocó hacer un reconocimiento a la acción del presidente en la Zona Sur de Costa Rica.
La situación climatológica que afecta a la zona sur de Costa Rica ha dejado un panorama desolador. Las lluvias intensas y los deslizamientos de tierra han provocado daños significativos, afectando a miles de familias y comunidades que enfrentan la incertidumbre. En medio de esta emergencia, ha sido el presidente de la República quien ha demostrado un liderazgo activo, visitando las zonas afectadas y mostrándose cercano a la población, mientras que otros actores políticos, como los diputados, se han limitado a las críticas desde sus curules. Si bien la labor legislativa tiene su propio ritmo y funciones, el contraste entre la acción directa del Ejecutivo y la pasividad de la Asamblea Legislativa es difícil de ignorar.
El rol del presidente: Compromiso y acción
El presidente de la República ha cumplido con lo que muchos consideran un acto de humanismo en un momento crítico. Al visitar personalmente las zonas afectadas por el clima adverso, ha mostrado una empatía que se necesita en situaciones de crisis. Más allá de las declaraciones públicas, la presencia del mandatario en los territorios golpeados por las lluvias ha servido como un mensaje claro de apoyo a la ciudadanía. Este tipo de liderazgo visible es esencial para la cohesión social en momentos en los que la desesperación puede tomar fuerza.
Es importante señalar que, a pesar de las críticas que siempre acompañan a las acciones gubernamentales, el presidente ha estado allí, trabajando en la planificación de soluciones y gestionando los recursos necesarios para mitigar los efectos de la catástrofe. Su intervención directa no solo ha sido un acto simbólico, sino una manifestación de la voluntad política de enfrentar la emergencia con la seriedad que merece.
La pasividad de los diputados: ¿Dónde están?
En contraste, los diputados han permanecido, en su mayoría, en sus puestos de trabajo, emitiendo declaraciones que más que soluciones, se centran en la crítica y el señalar responsabilidades. Es cierto que la función legislativa es fundamental para la elaboración de políticas públicas a largo plazo, pero en una emergencia como la que vive la zona sur, la respuesta inmediata es crucial. En lugar de proponer acciones concretas o movilizarse a terreno para conocer de cerca la magnitud de los daños, muchos legisladores se han quedado atrás, limitándose a observaciones y posicionamientos políticos.
El rol de los diputados en este contexto debería ser más que una mera crítica desde el confort de sus curules. Si bien el trabajo de fiscalización es indispensable, en situaciones de emergencia, se necesita de una acción solidaria y coordinada. La ciudadanía no busca discursos vacíos, sino respuestas claras, coordinación y apoyo directo. Y aunque algunos diputados han intentado estar presentes a través de declaraciones, la mayoría se ha quedado muy lejos de la situación real que viven las personas afectadas.
Un reconocimiento necesario
A pesar de que este artículo comienza destacando la brecha entre la acción del presidente y la inacción de muchos legisladores, es importante reconocer que la intervención del presidente ha sido acertada. Su presencia en las zonas afectadas ha sido un bálsamo para los afectados, un acto de humanismo que, en tiempos de crisis, cobra una relevancia incuestionable.
Al César lo que es del César. El presidente ha cumplido con su deber en momentos de emergencia, demostrando que, más allá de las diferencias políticas, la humanidad debe prevalecer. En cambio, la Asamblea Legislativa, cuyo rol es crucial en la construcción de políticas y en la fiscalización del poder ejecutivo, aún tiene mucho que demostrar en cuanto a su capacidad de responder de manera oportuna y efectiva ante los desafíos de la nación. La crisis no debe ser solo un terreno para la confrontación política, sino para la acción conjunta que permita reconstruir lo que el clima ha destruido.
