Costa Rica un pequeño país ubicado en el centro del Istmo Centroamericano, con una población actual de 5 millones de habitantes, conocido por ser un Estado sin ejército desde 1948, y en varias ocasiones acreedor del título al lugar “más feliz del mundo”, además de ser la nación del “Pura Vida”.
Este pequeño estado se convirtió, en el centro de la noticia mundial en las pasadas elecciones presidenciales del 2018, tras el conocimiento del Fallo sobre el Matrimonio Igualitario, emitido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la Haya ubicada en la ciudad de San José, en el cual se daba por aprobado el matrimonio civil entre personas del mismo sexo en el país, esto tras la consulta realizada por el expresidente Luis Guillermo Solís sobre este tema.
Este evento, sacó a relucir por segunda ocasión en la historia del país la parte religiosa más “conservadora”, de los costarricenses tanto de una gran mayoría de electores católicos, así como los protestantes, estos últimos representados por el partido evangélico Restauración Nacional y su candidato presidencial Fabricio Alvarado.
Sin duda el discurso homofóbico fue un recurso importante para llevar a 14 diputados evangélicos al congreso costarricense, además, a una segunda ronda electoral para la presidencia entre el oficialista Partido Acción Ciudadana y Restauración Nacional.
Cabe destacar, que una elección tan polarizada y marcada por un eje central religioso no se veía en Costa Rica desde hace ya más de cien años pues la última fue en 1894, en la cual según Carbonell (2016) “el partido Unión Católica contaba con un enorme arrastre popular;” sin embargo, no lograron llegar al poder.
Así mismo, el historiador costarricense Iván Molina (2018) señala que “la elección del primer domingo de abril es de tipo “sarmientino”: no es simplemente para escoger entre dos partidos políticos; es para elegir entre lo mismo que estaba en juego en 1894: La civilización o la barbarie.” Es decir, en 2018 se definía entre un país donde se respetarán los derechos de todas las minorías por igual, o uno donde simplemente se violenten.
Se resalta, qué tras el discurso homofóbico por parte del candidato presidencial del Partido Evangélico Fabricio Alvarado, se desató un ambiente político nunca visto en el país centroamericano en el cual salió a flote el odio y la repulsión por parte de la población ultraconservadora en contra de la población LGTB.
Por otra parte, solamente, bastaba con escuchar las opiniones de personas muy religiosos, incluso de personas poco informadas de la realidad nacional cuando manifestaban su intención de voto para darte cuenta sin siquiera socavar mucho en el asunto que sin titubear te daban una respuesta contundente a pesar de que la mayoría no conocía los planes de gobierno, lo único que importaba para ellos era la promesa del candidato de Restauración de que de llegar a ocupar la silla presidencial haría todo lo posible por no acatar el Fallo Internacional.
Se demuestra, además la influencia que tuvieron, los líderes religiosos, a pesar de la prohibición en 1895 de “la participación político-electoral del clero costarricense”. Sin embargo, como se mencionó anteriormente la religión oficial de Costa Rica es la católica por lo que ha quedado un portillo abierto a los grupos protestantes en la política nacional.
Además, se resalta que incluso “la mitad de los diputados electos por el Partido Restauración son pastores”, así mismo dicho partido no ocupo prácticamente casas de campaña pues en las mismas iglesias les hacían propaganda, lo cual cabe destacar que según el artículo 28 de nuestra Constitución Política, es prohibido y cito: “no se podrá, sin embargo, hacer en forma alguna propaganda política por clérigos o seglares invocando motivos de religión o valiéndose como medio, de creencias religiosas”
Es menester destacar, que esta práctica fue condenada mediante un recurso electoral por el Tribunal Supremo de Elecciones.
Por otra parte, se constata la importancia y el papel que juegan en estos tiempos modernos las redes sociales en los cuales un alto porcentaje de la población del país cuenta con algún dispositivo con acceso a alguna red social, a través de esto se pudo observar la gran división nacional del país de él “Pura vida”, incluso dentro de las mismas familias donde se daban constantes ataques, entre quienes respaldaban al oficialismo y los que daban su apoyo al evangélico. Definiéndose estas herramientas en una de las piedras angulares que marcarían tan peculiares elecciones.
Sin embargo, hoy en día no se puede confiar en un 100% en la información que circula en las redes, y para esta contienda electoral no fue la excepción pues, antes, durante e incluso después de esta se dieron diversas noticias falsas rápidamente propagadas por las redes sociales, a tal punto que para algunos habitantes llegaron a convertirse en una verdad absoluta.
En conclusión, las pasadas elecciones en el país, constataron sin lugar a duda, que estamos a las puertas de que se instaure en Costa Rica, un partido de corte religioso fundamentalista, por medio de la manipulación de masas, trayendo consigo un sinnúmero de retrocesos en derechos humanos a poblaciones históricamente discriminadas, los cuales han costado hasta sangre conseguir.
La pregunta aquí sería: ¿Lo vamos a permitir?
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