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…a la hora en punto

Posiblemente todos los medios escritos y digitales, televisivos, redes sociales, estarán sobresaturadas, por el Día Internacional de la Mujer; si bien me sumo por supuesto, ya que estoy rodeado de mujeres maravillosas – mamá, esposa, hija, hermana, cuñadas, sobrinas, nietas (pendiente), suegra, ex – compañeras de trabajo – aquellas que amablemente me atienden como cliente en mis gestiones rutinarias (mercado, banco, cafeterías, etc.).

De aquí que no sea el tema central que aborde hoy en el presente artículo, pero que de una manera u otra “roza” al sexo femenino; hace muchos años una ex – estudiante graduadas con honores en la universidad, alcanzando la licenciatura, su intención de continuar superándose la llevó a un país asiático a realizar su maestría.

En una de sus vacaciones (un mes, al año) visitó la universidad y nos encontramos en el pasillo casualmente donde conversamos sobre su experiencia en su nueva casa de estudio, etc. Tuvo que aprender el idioma, además de adaptarse a la nueva cultura y en particular a la puntualidad.

Aspecto que le llamaba mucho la atención y que hasta ese momento entendió – por lo visto en lo personal no logré mucho, ya que en los cursos de inducción solía explicarles a los estudiantes de primer año, la importancia de la puntualidad a clases, en la entrega de trabajos y otros – porque las personas de ojos rasgados y piel amarilla en su comportamiento, en su actuar, en su disciplina, lograban tantos éxitos, y uno de los aspectos era ser puntual.

Inclusive en una ocasión llegó 5 minutos antes de la clase y sus compañeros/as les reclamaron, porque había llegado tarde (¿?), ella se preocupó que todavía según su reloj quedaba tiempo…; la respuesta inmediata y al unísono del colectivo de estudiantes fue “¡…es que nosotros llegamos 15 minutos antes previsto, para socializar y compartir…!”

En lo que me compete, también tengo “n” anécdotas, referente a ser puntual: tenía una primera reunión de trabajo en el Ministerio de Educación para un proyecto en particular del cual estaba interesado, promovido por personas de nacionalidad alemana. La reunión era a las …en punto; 30 segundos antes golpee la puerta y escuche “…ese debe ser la persona que esperamos”, entré y me sorprendió el ser recibido con una sonrisa “colectiva” el responsable de ellos, exclamó: “…ven, les dije, yo solo trabajo con personas puntuales, lo demás nos queda claro”; “La plaza es suya”

Por supuesto detrás de ser puntual, hubo muchas personas, que siempre me educaron en ser puntual (mis padres), el rigor de la escuela y mis profesores; asumir el rol de educador, lo que implicaba transmitir la herencia de los mejores valores a mis discípulos, así como a mis compañeros de trabajo; siempre debía llegar primero que ellos/as, que cuando abriesen la puerta del salón de reuniones ahí estaba, que no se perdiera un minuto de tiempo; si la reunión se programaba para un tiempo exacto, ese era el tiempo necesario, no más.

Otras cosas había que hacer, y el tiempo es oro. ¿Por qué tomar tiempo “malgastado” del trabajo, para restarle tiempo que la familia merece, que tanto lo necesitan ellos/as, como nosotros?

Se me acaba el tiempo, los dejo, ya que hoy debo estar rodeado de las féminas que están cerca presencialmente y virtualmente. Por favor haga usted lo mismo. Es necesario estar… a la hora en punto, ni un minuto más tarde, ellas se lo merecen… y más. Nota: ¡Felicidades dobles a las personas nacidas el día de hoy!

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.

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