1 de diciembre: Día de la Abolición del Ejército

» Por Ana Lucía Delgado Orozco – Diputada de la República

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El acto simbólico del 1 de diciembre de 1948, no fue al azar, ni respondió a un fugaz momento de júbilo. Fue la más vívida expresión del sentir patrio, fue el deseo profundo de nuestro pueblo, de suscribir un pacto de fe con la creencia en el diálogo, la comprensión y la negociación, en vez de la imposición y la fuerza militar.

Reconocer el emotivo y simbólico acto del entonces presidente de la Junta Fundadora de la Segunda República, don José Figueres Ferrer, al abolir el Ejército Nacional en nuestro país, es reconocer que el proyecto 21.137 dignifica nuestro sistema democrático. Ese acto absolutamente consciente y determinante, fue uno de esos hechos que pasan a formar parte de la historia trascendente de un país. Asimismo, en ese mismo acto, -en el Cuartel Bellavista- y como corolario del mismo, don Pepe entrega las llaves del Cuartel a una institución educativa superior, la recién fundada Universidad de Costa Rica, con el propósito de que en el edificio militar se estableciera el actual Museo Nacional, como centro de estudios antropológicos.

La Asamblea Nacional Constituyente de 1949, eleva a rango Constitucional la sabia decisión del 1 de diciembre, quedando así sellada la voluntad civilista de un pueblo, luego de una serie de acontecimientos que llevaron luto y dolor a muchas familias costarricenses. Y para que tuviéramos siempre presente ese acto heroico, el Gobierno de don Oscar Arias Sánchez, decreta el 24 de diciembre de 1986, que se declara el 1 de diciembre de cada año como “Día de la Abolición del Ejército”.

Es por ello, que celebrar cada 1 de diciembre el “Día de la Abolición del Ejército”, simboliza la sabia decisión de resolver todos nuestros diferendos, por la vía del Derecho y no por las armas y la violencia.

A 71 años de los golpes del mazo que nos liberaron de las cadenas de opresión militar, me siento orgullosa de pertenecer a un pueblo educado, que entiende que las armas, no armonizan con nuestra naturaleza pacifista, pero sí armoniza con ese singular ideal de las mujeres y hombres costarricenses, de poner a la educación por delante de todo, de darle a la enseñanza en todas sus dimensiones la fuerza de política de Estado y de asignarle el papel formador de ciudadanía, base de la libertad y del entendimiento.

Don Pepe, visionario y bondadoso, tomó la difícil decisión de abolir el ejército, cuando en aquella época, los ejércitos eran en algunos de los países de la región, una de las instituciones más consolidadas y lo transformó en una policía para protección de la ciudadanía, nos heredó una fuerza de orden civil, con vocación pacifista. En esa era de los años 40, había un pensamiento político fuertemente democrático, vinculado directamente con la Educación, donde muchos intelectuales que creaban opinión eran maestros: mujeres y hombres de pensamiento, que influyeron enormemente en el ideario civilista y pacifista de nuestra cultura.

Es por eso, que celebrar la abolición del ejército es un acto de regocijo patrio, es identificar que nuestro arsenal de armas está en manos de maestras y maestros, de profesores, de educadores y no de soldados militares; es celebrar que nuestras municiones, son los libros donde se nutren a diario nuestros niños y jóvenes y que el único campo de batalla que visitarán, será su centro educativo.

Ese paso mayúsculo de abolir el ejército, ha permitido que nuestras generaciones de jóvenes, no conozcan las consecuencias represivas de la institución castrense y por el contrario, gocen de un sistema educativo al que se le destina el 8% del Producto Interno Bruno (PIB) y este dinero no está dirigido a gastos en armamento. ¡Esos 987 mil estudiantes que estudian en más de 5.000 centros de educación públicos y privados, son nuestro valioso ejército!

¡Qué importante es poder invertir esos valiosos recursos en educación y no en la industria de la guerra, que siempre va acompañada de la amenaza del sufrimiento y la destrucción!

¡Qué importante que nuestra tradición pacifista, nos permita abogar en los diferentes foros internacionales, por el alto a la carrera armamentista, por el fortalecimiento de la paz y por la dedicación de dineros destinados a la compra de armas, a rubros como la salud y la educación!

Compañeros (as), hoy nuestro ideario democrático, fundamentado en ese valeroso acto del 1 de diciembre de 1948, sigue hoy más vivo que nunca con este proyecto que estamos a punto de votar, pues nos retratamos al parafrasear a Nelson Mandela, quien dijo: “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”.

El mundo debe conocer las razones que nos llevaron a la abolición del ejército y a prescindir de una institución que simboliza una oda a la represión.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, fotocopia de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr.

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