Por Daniel García Marco (dpa)
Washington, 20 jul (dpa) – La bandera cubana se izó al cielo de Washington por primera vez en 54 años entre gritos. “Cuba sí, Castro no”, replicaron unos manifestantes el “Viva Fidel” de otros delante de la nueva embajada de Cuba en Washington.
Pasaban pocos minutos de las 10:30 horas (local, 15:30 GMT) cuando en una breve ceremonia en el jardín del edificio de piedra tres soldados vestidos con un uniforme blanco de gala izaron junto con el canciller Bruno Rodríguez la bandera ante las autoridades y los manifestantes, situados al otro lado de la verja. Sólo el himno cubano acalló después los gritos.
Luego, las autoridades, lideradas por Rodríguez, entraron a la embajada a continuar con la recepción y el acto protocolario. Y la división siguió en la arbolada calle 16 de la capital estadounidense, donde decenas de manifestantes elevaron su voz.
Una persona contraria a la reanudación de relaciones entre ambos países y al gobierno de la isla se derramó pintura roja y fue arrestado. “Representa la sangre del pueblo cubano”, dijo ya esposado y mientras insultaba a otra persona que defendía el acercamiento.
Los gobiernos se aproximan, pero la división continúa al pie de una calle por la que taxis, autobuses y camiones trataban de abrirse paso más preocupados por los quehaceres de un lunes cualquiera que por una jornada histórica.
“Los pueblos del mundo celebramos la apertura de relaciones entre Cuba y Estados Unidos”, se leía en una pancarta bien elaborada. Quienes las sostenían lanzaban vivas a la “Cuba socialista” y pedían el fin del embargo financiero y comercial que Estados Unidos mantiene sobre la isla.
“No hay derechos humanos en los Estados Unidos”, dijo a dpa Roberto Quesada, crítico con el sistema capitalista y quien más alto gritaba “Viva Fidel” en honor del mayor de los hermanos Castro, el líder de la Revolución Cubana.
“Cuba nunca tuvo problemas de derechos humanos. En Cuba no hay la misma cantidad de presos”, afirmó al ser preguntado sobre su opinión sobre la situación en Cuba.
Frank Calzón, por su parte, aseguró a dpa que estaba siendo testigo “de un hecho de infamia histórico”.
Entre palabras más o menos gruesas, se escuchaban también discusiones moderadas que reflejan la tensa dialéctica que acompaña a ambos países desde hace más de cinco décadas.
A Aimel Ríos, de 31 años, el sudor le chorreaba por la frente por culpa del intenso calor. “La apertura de la embajada es una oportunidad idónea para llamar la atención a la falta de derechos humanos en Cuba”, dijo a dpa mientras sostenía una pancarta con su reclamo escrita en inglés. “No estoy celebrando”, matizó. “La normalización de relaciones es en general positiva, pero no hay motivos de celebración. El problema de Cuba no es su diferendo con los Estados Unidos, sino el diferendo con el pueblo cubano”, agregó.
Hubo manifestantes más festivos. “Salsa sí, embargo no”, se leía en una pancarta escrita en rosa. De ese color eran los cinco paraguas con los que formaron la palabra “Amigo”.
Otros, más sentimentales, como Cristina Miranda, que llevaba una camiseta con la bandera y el nombre de Cuba. No habla apenas español, prefiere el inglés, nació en Estados Unidos y hoy estuvo presente en representación de sus padres, cubanos. “Estoy muy contenta, es un día histórico. Tenemos diferencias, pero eso no significa que tengamos que romper relaciones”, pidió la joven de 30 años.
Muchos más (88) tiene Eloy Hernández, que vestido con sombrero y guayabera se apostó frente a la embajada con agua, una silla y su pasaporte cubano en la mano. “Ya sé que me puedo morir tranquilo”, dijo a dpa el hombre que lleva 35 años viviendo en Washington.
“Aquí se aprende, es un país para aprender”, elogió al país que lo acogió. “En Cuba la gente se divierte, se ríe. El cubano toma la política a broma”, dijo con una sonrisa mientras otros, a su lado, mostraban en Washington que la división continúa pese a que ya hay embajadas.