San Pedro de Macha, 6 may (CCTV) – Puñetazo a puñetazo, unas gotas de sangre riegan la Pachamama, la Madre Tierra, en una de las tradiciones milenarias más singulares de Bolivia, el tinku o encuentro de Macha.
“Un poquito de sangre para satisfacción de la Pachamama”, comenta Pastor Campos, técnico de Turismo en el municipio de Colquechaca, al que pertenece la pequeña localidad de San Pedro de Macha.
Este sábado es el día más turístico en el pueblo, para presenciar una tradición que se remonta a antes de los incas, con algo de sincretismo con la religión católica, que la hizo coincidir con la fiesta de la Cruz.
“No es necesario que haya personas muertas”, advierte Campos, en las peleas a puro golpe en que desemboca la fiesta, que hace tiempo que ya no son trágicas.
Aunque se celebra en todo el norte de la región boliviana de Potosí, Macha, como se conoce popularmente al pueblo, es la capital del tinku, que significa encuentro en quechua.
El experto turístico destacó que además del encuentro entre las comunidades de la zona, esta tradición es igualmente una chaca, que quiere decir puente, porque representa el paso de la época húmeda a la seca en esta tierra de campesinos.
Algunos se encomiendan a primera hora de la mañana a la cruz en la iglesia junto a la plaza del pueblo, donde poco después van llegando los ayllus, las comunidades originarias de las zonas para su encuentro ritual.
Entran en grupos a la carrera en la plaza, golpeando los pies en el suelo polvoriento, con un sonido al unísono que avisa de su llegada al resto.
Con cánticos en quechua, forman un círculo, hombres, mujeres y niños de todas las edades, con sus vistosos trajes para la ceremonia, ellos con un casco de cuero que recuerda al de los españoles en época colonial y ellas con un sombrero de lana de oveja, en ambos casos con plumas de ñandú.
Al final el encuentro se materializa hasta el punto de que empiezan las peleas a puñetazos, uno a uno entre miembros de distintos ayllus que previamente se retan desafiantes, bajo supervisión de mujeres con una especie de pequeño látigo y sobre todo de la Policía Boliviana.
Pese a los golpes, con algunas gotas de sangre en agradecimiento a la Madre Tierra, la mayoría se dan la mano antes y después de la pelea, en un círculo rodeados de curiosos y policías.