Trauma y optimismo: Nueva Orleans 10 años después del «Katrina»

Hurricane Katrina Hits Gulf Coast

Por Chris Melzer (dpa)

Nueva Orleans (EEUU), 21 ago (dpa) – Hace diez años el mundo vio en directo como una ciudad se hundía y cientos de personas morían. Diez años después del huracán “Katrina”, Nueva Orleans mira hacia el futuro, aunque sigue sufriendo un profundo trauma.

En muchas de las casas de la ciudad estadounidense sigue habiendo una extraña marca, a tres o cuatro metros de altura: una X pintada con espray blanco y algunas cifras y letras. Son las señales de una catástrofe que dejó más de 1.800 muertos en Estados Unidos y que sigue marcando a una ciudad y una región con una rica cultura centenaria.

“La X fue lo primero que vi”, cuenta Etienne Skrabo, un superviviente que huyó de Nueva Orleans. Los rescatistas de la Guardia Nacional dejaban esas señales después de haber registrado las viviendas en busca de supervivientes. “Por encima de la X está la fecha, a la izquierda el número de la unidad de rescate, a la izquierda una advertencia de peligros”, cuenta. ¿Y la cifra de abajo? “Abajo escribían la cifra de muertos que encontraban en las casas”.

Esas inscripciones pueden verse por todo Nueva Orleans. Algunas casas se pintaron inmediatamente, pero en otras sigue hasta hoy, como una señal de un pasado que se niega a irse, que sigue presente en todas partes. Desde entonces la ciudad ha evolucionado mejor de lo que se esperaban pero el trauma sigue ahí.

“Yo estaba embarazada de cuatro meses. No quería irme, pero tuvimos que hacerlo”, recuerda Shanice Williams. “Si no lo hubiera hecho, hoy estaríamos muertas”, dice con una mirada a su hija de nueve años. Cuando pudieron volver, el agua llegaba al metro y medio en su casa. “A las cinco semanas volvimos a dormir aquí. Fue horrible, pero estábamos en casa”.

Ninguna otra catástrofe natural provocó tantos daños en la historia de Estados Unidos, y para encontrar un mayor número de víctimas hay que retrotraerse casi 90 años. Pero “Katrina” no fue sólo una violenta tormenta que arrasó una ciudad empobrecida, sino también un desastre a nivel técnico. La protección contra inundaciones de la ciudad era insuficiente y el 29 de agosto el agua irrumpió en sus calles. Tan sólo en Nueva Orleans murieron más de 1.300 personas: ahogadas, electrocutadas víctimas de explosiones de gas… y cientos más desaparecieron, muchas de ellas hasta hoy.

“Fue un desastre de los ingenieros”, asegura Sandy Rosenthal. “En la lucha contra la catástrofe se cometieron muchos fallos. Pero el hecho de que se produjera la catástrofe es culpa del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos”. Este cuerpo, formado por militares y civiles, es responsable de la protección contra inundaciones en Louisiana desde 1965. Los diques que construyeron en Nueva Orleans tenían cinco metros, “pero se habría necesitado que midieran el doble”, dice Rosenthal. “Pero el Cuerpo del Ejército ahorró 100 millones de dólares y a cambio aceptaron la posibilidad de una catástrofe que esperaban que nunca se produjese. ¡Pero se produjo!”.

Rosenthal lucha desde hace años para que el Cuerpo de Ingenieros se responsabilice por lo que ocurrió. Pero apenas tiene ninguna posibilidad de que así ocurra. La misma ley que les entrega la competencia de la protección contra inundaciones les exime de responsabilidad jurídica. “Aunque no llegue de un céntimo, se trata de una señal. Lo necesitamos, las víctimas lo necesitan”, afirma la mujer.

Y no es que no hubiese advertencias de que algo así podría ocurrir. En 2001 el diario “Houston Chronicle” describió una posible marea alta y las consecuencias que tendría para la ciudad, y la precisión de esa predicción en comparación con lo que ocurrió cuatro años después pone la piel de gallina.

Cuando llegó la catástrofe, todo falló. La ciudad, que cortó demasiado pronto el tráfico aéreo y ferroviario, impidiendo que miles de personas pudiesen huir. El estado, que infravaloró la magnitud de lo que estaba ocurriendo. Y el gobierno de Washington, que reaccionó demasiado tarde a la hora de enviar ayuda.

Una de las zonas más afectadas fue la de Ninth Ward, un lugar especialmente empobrecido y de mayoría afroamericana. “Mucha gente aquí lo perdió todo, aunque apenas tenían algo”, explica Carolyna Gallup, que dirige un centro de encuentro episcopal. “Esta zona parecía la guerra, y en parte todavía es así”, dice. Y señala por la ventana como las excavadoras demuelen una tienda que estaba vacía desde el paso de “Katrina”. “Diez años después por fin lo limpian. Quizás porque están viniendo todos los periodistas”, apunta.

Gallup reconoce que tras lo ocurrido llegaron millones de dólares para ayudar a la ciudad. “También se hicieron muchas cosas mal, pero tampoco hay que olvidar lo que se hizo bien. La asistencia sanitaria es buena, incluso para los más pobres”. Y también hay más fondos para educación.

El “Katrina” cambió dramáticamente la ciudad, que perdió casi un tercio de sus habitantes. La mayor parte de ellos no quería saber más de una región pobre por la que un par de veces al año atraviesan huracanes. Pero poco a poco la situación se va superando y la gente va volviendo.

Algunos de los habitantes de Nueva Orleans se atreven incluso a afirmar que quizás el huracán salvó a la ciudad. “Desde los años 70 la gente se estaba yendo en masa. La pobreza fue aumentando y la economía empeorando y éramos la ‘capital de los asesinos’ de Estados Unidos”, dicen algunos.

La reconstrucción, la atención internacional y el hecho de haber ganado la Super Bowl en 2010 fueron el salvavidas para una ciudad que languidecía. Una ciudad que aparentemente había renunciado a sí misma, pero que ahora recuerda sus fortalezas.

“Nueva Orleans nunca será como era”, opina Gallup. “Puede que esta sea la oportunidad para un nuevo comienzo. Pero por las noches todavía sueño con una gran tormenta”.

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