Ginebra, 16 mar (elmundo.cr) – La separación en algunos países de los recién nacidos de sus progenitores, especialmente la madre, si se sospecha que estos pueden estar contagiados por el coronavirus, aumenta el riesgo de muerte y de complicaciones para toda la vida del bebé, destaca un nuevo estudio de la Organización Mundial de la Salud.
El informe publicado por la revista médica The Lancet EclinicalMedicine señala que es de vital importancia el contacto estrecho entre el recién nacido y sus progenitores, sobre todo para los bebés prematuros o de bajo peso.
Esta situación se produce mayoritariamente en los países más pobres, que cuentan con la mayor cantidad de partos prematuros y defunciones infantiles. Según el estudio este riesgo aumenta cuando no se aplica el “método de la madre canguro”, que implica que el recién nacido permanezca en contacto estrecho con uno de los progenitores, normalmente, la madre.
De aplicarse esta técnica se podrían llegar a salvar hasta 125.000 vidas de recién nacidos, ya que el contacto inmediato y prolongado de piel con piel con uno de los progenitores y la lactancia materna son especialmente importantes para los bebés prematuros o de bajo peso y reducen la mortalidad infantil al menos en un 40%, la hipotermia en más de un 70% y las infecciones graves en un 65%.
La COVID-19 no ha de restringir el “método de la madre canguro”
Por ello y tras los resultados de una revisión sistemática de 20 directrices clínicas publicadas en 17 países durante la pandemia de COVID-19 donde se encontró que en un tercio de estas orientaciones se recomendaba separar al recién nacido de su madre si esta tenía COVID-19 o mostraba signos de esta enfermedad, la Organización calificó como “muy preocupante” las restricciones a este método.
Asimismo, una encuesta de ámbito mundial realizada a miles de profesionales de la asistencia neonatal publicada en un artículo en la revista British Medical Journal (BMJ) Global Health indica que dos tercios de los trabajadores de la salud de los 62 países participantes informaron de que no permiten que las madres con COVID-19 presunta o confirmada practiquen el contacto piel con piel, mientras que casi una cuarta parte veta la lactancia materna, incluso cuando la cuidadora del niño no está infectada.
La mayoría de los casos estudiados indican que los recién nacidos infectados con el virus que causa la COVID-19 no presentan síntomas o que estos son leves, y que el riesgo de muerte neonatal es bajo. De acuerdo con el nuevo análisis, el riesgo de que los recién nacidos se infectaran por el virus provocaría menos de 2000 defunciones.
Sin embargo, las infecciones durante el embarazo pueden aumentar el riesgo de parto prematuro, lo cual pone todavía más de manifiesto la importancia de atender adecuadamente a los bebés prematuros y a sus madres y padres durante esta pandemia.
Mejorar la atención materna para no perder décadas de progreso en muertes infantiles
El director del Departamento de Salud de la Madre y el Recién Nacido, el doctor Anshu Banerjee, destacó que la pandemia de COVID-19 ha provocado interrupciones en los servicios sanitarios que han afectado gravemente la calidad de la atención que reciben los recién nacidos más frágiles y dificultado el derecho a mantener el contacto vital con sus progenitores.
“Si no actuamos ahora para proteger y mejorar la calidad de la atención a las madres y los recién nacidos, y para ampliar la cobertura de intervenciones que salvan vidas, como el método de la madre canguro, pueden perderse décadas de progresos en las que hemos reducido la tasa de defunciones infantiles”, alertó.
La Organización Mundial de la Salud recomienda “mantener al niño en la misma habitación que la madre desde su nacimiento para que esta pueda amamantarlo y mantener el contacto piel con piel, incluso en los casos en que se sospeche o se confirme la presencia de COVID-19”.
Por su parte, la directora sanitaria del Ministerio de Salud de Malawi y una de las autoras del informe, Queen Dube, encomió las bondades del método de la madre canguro e indicó que es una de las formas más rentables y eficaces de proteger a los neonatos de bajo peso o prematuros.
“Nuestro análisis demuestra que los riesgos de no aplicarlo superan con creces la baja probabilidad de que un recién nacido enferme gravemente por COVID-19”.
Según las estimaciones más recientes de la Organización, cada año nacen 15 millones de niños prematuros (antes de las 37 semanas de gestación) y 21 millones de neonatos sufren de bajo peso al nacer (menos de 2,5 kg). Estos menores corren el riesgo de sufrir graves daños a su salud, como discapacidades, retrasos en el desarrollo e infecciones.