Ciudad del Vaticano, 17 feb (elmundo.cr) – La exhortación apostólica del Papa Francisco “Querida Amazonia”, recoge los frutos de la asamblea especial del Sínodo de los Obispos, celebrada en el Vaticano en octubre del año pasado sobre el tema “Amazonia: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”.
El Papa sin citar el tema del celibato excluye la posibilidad de ordenar sacerdotes hombres casados y excluye también la eventualidad de dar un status especial a las mujeres, muchas de las cuales guían las comunidades católicas en Amazonia.
Llegado el momento de tomar una decisión, Papa Bergoglio tuvo que frenar bruscamente, consciente que la oposición a las reformas es fuerte y determinada, la oposición férrea del ala conservadora capitaneada por el cardinal Mueller -ex Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe- canta victoria. El chantaje de un posible cisma en caso de aperturas habría convencido al Papa a echar marcha atrás. Gran parte de los miembros del Sínodo habían solicitado de tener presente las recomendaciones, pero en el documento final no vienen consideradas.
Es una amarga derrota para el curso reformador del pontífice, es un duro golpe constatar que las relaciones de fuerza al interno de la Iglesia no le son favorables en este y otros temas. La dificultad se agudiza por el hecho que Bergoglio se encuentra ahora en abierta contradicción consigo mismo. Fue promotor de la discusión sobre el tema de los varones probos en el Sínodo (hombres casados de proba fe y moralidad para destinar al sacerdocio), escogió como relator general al cardenal Claudio Hummes abiertamente favorable a esta solución y siempre él autorizó que el documento preparatorio, “Instrumentum Laboris” contuviese un espacio explícitamente dedicado a esos temas.
Francesco se encuentra en contradicción con el principio propugnado por él mismo iniciando su pontificado: el principio de sinodalidad, (hacer camino juntos) en el cual los obispos están llamados a participar con el Papa en la guía de la Iglesia. Francesco emanó un documento para permitir que los sínodos de obispos tuvieran potestad deliberativa y ahora cuando el Sínodo Amazónico toma una decisión con una mayoría de dos tercios, él elude la cuestión y no la menciona en algún modo.
“Escuché las intervenciones durante el Sínodo y leí con interés las aportaciones de los círculos menores. Con esta Exhortación quiero expresar las resonancias que ha provocado en mí este camino de diálogo y discernimiento. No desarrollaré aquí todas las cuestiones abundantemente expuestas en el Documento conclusivo. No pretendo ni reemplazarlo ni repetirlo. Sólo deseo aportar un breve marco de reflexión que encarne en la realidad amazónica una síntesis de algunas grandes preocupaciones que ya expresé en mis documentos anteriores y que ayude y oriente a una armoniosa, creativa y fructífera recepción de todo el camino sinodal”. Señaló el Papa.
El documento está dividido en 111 párrafos estructurados en cuatro capítulos, correspondientes a los “cuatro grandes sueños” que inspiraron al Pontífice tras el intenso «camino de diálogo y discernimiento» experimentado con el Sínodo.
Con el primer sueño, marcadamente «social», Francisco imagina una «Amazonia que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida». Con el segundo sueño, espera «una Amazonia que preserve esa riqueza cultural que la destaca, donde brilla de modos tan diversos la belleza humana». El tercero se centra directamente en el aspecto “ecológico”, invitando a realzar y proteger una región que «custodie celosamente la abrumadora hermosura natural que la engalana, la vida desbordante que llena sus ríos y sus selvas». Por último, el cuarto se centra en los aspectos más exquisitamente eclesiales, instando a la promoción de «comunidades cristianas capaces de entregarse y de encarnarse en la Amazonia, hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos».
El documento señala que: “En el momento actual la Iglesia no puede estar menos comprometida, y está llamada a escuchar los clamores de los pueblos amazónicos «para poder ejercer con transparencia su rol profético». Al mismo tiempo, ya que no podemos negar que el trigo se mezcló con la cizaña y que no siempre los misioneros estuvieron del lado de los oprimidos, me avergüenzo y una vez más «pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América» y por los atroces crímenes que siguieron a través de toda la historia de la Amazonia. A los miembros de los pueblos originarios, les doy gracias y les digo nuevamente que «ustedes con su vida son un grito a la conciencia […]. Ustedes son memoria viva de la misión que Dios nos ha encomendado a todos: cuidar la Casa común”.