Reportaje

Reduce Irán poder económico de Guardia Revolucionaria

Arash Khamooshi/The New York Times
Arash Khamooshi/The New York Times

Por Thomas Erdbrink

Teherán, 26 oct (NYT) – Desde su oficina central de nueve pisos en un exclusivo barrio de Teherán, una enorme empresa constructora dirige sus operaciones por todo Irán, construyendo mezquitas, aeropuertos, instalaciones de petróleo y gas, hospitales y rascacielos.

Guardias armados vigilan las puertas, y pequeños carteles en sus paredes exteriores rinden homenaje a los iraníes que han muerto en las guerras actuales en Siria e Irak.

Pero ésta no es cualquier empresa. Khatam-al Anbiya, cuyo nombre significa “sello del profeta”, es el brazo económico más importante de la élite Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, que también supervisa el programa de misiles de Irán. Emplea a casi 1.5 millones de personas y es dirigida por un comandante militar.

Sin embargo, el cuerpo se ve hoy blanco del Presidente de Irán, Hassan Rouhani, quien prometió impulsar el crecimiento económico mediante un acuerdo nuclear y liberar al País de las sanciones internacionales.

Tras lograr eso —aunque algunas sanciones permanecen— ha puesto su mirada en la Guardia Revolucionaria, cuyo monopolio en grandes sectores de la economía y predilección por los negocios corruptos es visto por él como un gran lastre para el crecimiento que prometió.

En su ataque a un bastión de privilegio y poder visto durante mucho tiempo como invulnerable, Rouhani parece tener el importante apoyo del Ayatolá Ali Khamenei, el líder supremo de Irán. El Ayatolá, quien ha criticado a los funcionarios por permitir que la corrupción crezca en todas las capas del sistema político de Irán, hizo un llamado reciente al Gobierno para que recurra a países extranjeros en busca de inversión y nuevos negocios.

“Lo que buscaba es que en la economía debemos tener libre competencia”, dijo Rouhani a un grupo de ejecutivos de medios durante su visita a la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, en septiembre. “Ninguna institución puede usar su autoridad para obtener un beneficio. Debemos ser abiertos y justos, y no puede haber exclusividad en ningún sector”.

Durante años, el gigante de la construcción y muchas otras compañías y conglomerados administrados por la Guardia Revolucionaria han operado con impunidad, más allá del alcance de las autoridades civiles, impulsando la paralizada economía de Irán, financiando sus aventuras militares en la región y enriqueciendo —no por casualidad— a los comandantes de línea dura y clérigos que las encabezaban.

Pero ahora, con muchas sanciones levantadas después del acuerdo nuclear, y al tiempo que el Gobierno intenta abrir el País a la competencia y a la inversión extranjera, el dominio económico del grupo es visto cada vez más como una carga.

La reputación internacional que tiene la Guardia Revolucionaria de entrometerse en la región, su designación potencial como grupo terrorista por la administración Trump y las sanciones que siguen vigentes se combinan para convertirla en un socio comercial tóxico para las empresas occidentales y asiáticas que Teherán necesita para revitalizar su economía y reconstruir su derruida infraestructura.

Como resultado se le ha recortado su presupuesto y los grandes proyectos gubernamentales que una vez fueron su reserva privada han sido encauzados a terceros. Varios altos funcionarios de la Guardia Revolucionaria han sido arrestados bajo sospecha de corrupción.

Recientemente, Khatam-al Anbiya fue hecha a un lado en dos grandes proyectos de petróleo y transporte, que fueron otorgados a postores de Francia y Corea del Sur.

Las tensiones en torno a las actividades económicas de la Guardia Revolucionaria surgieron por primera vez durante la campaña de reelección de Rouhani en mayo, cuando dio a entender que el grupo era el principal beneficiario de varias rondas de privatización.

Después de su victoria en mayo, Rouhani sostuvo dos reuniones con los comandantes de la Guardia Revolucionaria. Como resultado, parecen estar entrando al aro.

Incluso los medios conservadores se han calmado. Dos figuras de los medios afiliadas a la Guardia, Reza Golpour y Mohammad Hossein Rostami, fueron arrestados y acusados de cooperar con la inteligencia israelí, informó el periódico estatal Kayhan.

Pero la Guardia Revolucionaria no se verá obligada a abandonar por completo la economía iraní, dijo Bahman Esghi, secretario general de la Cámara de Comercio de Teherán. Dado que el sector privado solo tiene el 20 por ciento de la economía, el País necesita su peso.

“La realidad es que el Cuerpo de Guardias es la locomotora de nuestra economía”, dijo. “Nuestro sector privado simplemente es demasiado pequeño para reemplazarlo”.

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