Por Karla Arévalo
San Salvador, 3 oct (VOA) – A los presidentes Nayib Bukele en El Salvador y Javier Milei en Argentina los unen visiones conservadoras de la política: ambos llegaron al poder usando un fuerte discurso contra las élites, y en la actualidad, junto a una personalidad disruptiva, coinciden en sus posturas contra la prensa y las organizaciones humanitarias, según analistas.
Hasta ahora ambos mandatarios se han dejado ver juntos dos veces: el primer encuentro fue en San Salvador, cuando Bukele asumió su segundo mandato en junio de este año. El segundo ocurrió esta semana, con la visita del salvadoreño a la Casa Rosada en Buenos Aires, donde fue recibido por Milei y gran parte de su gabinete.
La visita del salvadoreño también propició la firma de acuerdos vinculados a la seguridad, la economía, la cultura y la energía nuclear.
Milei elogia la guerra de Bukele contra las maras y la reducción de la tasa de homicidios en el país centroamericano. Y ha dado señales de querer replicar su modelo de encarcelación y megaprisión en la Argentina.
Por otro lado, analistas creen que Milei ha buscado responder con un relato de que su gobierno está haciendo historia en temas económicos, a pesar de que los datos reflejan un aumento en el nivel de pobreza.
Las similitudes
Las encuestas dicen que Bukele es uno de los presidentes más populares de América Latina, con más del 80 % de aceptación en El Salvador.
Milei, aunque no ronda el porcentaje de popularidad de Bukele, ha encabezado los titulares de la prensa por sus polémicas posturas.
“Hay ciertas afinidades de corte ideológico, con una fuerte tendencia conservadora respecto a temas de nación, ético culturales y otras corrientes de pensamiento latinoamericano como la visiones progresistas”, dijo a la Voz de América, Eugenio Chicas, abogado y exmagistrado salvadoreño.
En su discurso ante la Asamblea de la ONU, Milei dijo que este organismo dejó atrás los principios de su fundación, y se convirtió en un “Leviatán de múltiples tentáculos que pretende decidir no sólo qué debe hacer cada Estado-Nación, sino también cómo deben vivir todos los ciudadanos del mundo”.
Una postura que se asemeja a la que ha tenido Bukele, quien en otras ocasiones ha reclamado a estos organismos mantenerse fuera de la política salvadoreña.
En 2019, cuando se estrenó como presidente salvadoreño ante la ONU, Bukele aseguró: “El nuevo mundo ya no está en esta Asamblea General”, y le exigió al bloque hacer las cosas diferentes.
Hoy, ha sido su política de seguridad más popular, el régimen de excepción, la que ha llevado a Bukele a chocar con los organismos internacionales de derechos humanos.
“A ellos no les importa la muerte de la gente honrada. Ellos solo saldrían en defensa del asesino si el Estado hace su trabajo y lo saca de las calles. Ahí sí saldrán a pedir buen trato y ‘reinserción’ para esa rata asquerosa”, dijo Bukele el 11 de agosto de 2023, en su cuenta de X.
El Salvador llegó a ser el país más violento de la región con una tasa de 105 homicidios por cada 100.000 habitantes. Hoy, su tasa homicida es la más baja de la región con 2,4 homicidios.
A pesar de las medidas drásticas, criticadas por los organismos jurídicos y de derechos humanos, que le han pedido a El Salvador derogar esa medida, fue en el gobierno de Bukele que se logró desarticular la operatividad de las maras, el principal reclamo de la población salvadoreña.
Aunque el control de la seguridad contra las maras impone desafíos mucho mayores que en la Argentina, Milei se ha mostrado interesado en ese modelo de seguridad.
A mediados de junio, la ministra de Seguridad de Argentina, Patricia Bullrich, estuvo en El Salvador para conocer “el régimen de tolerancia cero” que mantiene Bukele contra las pandillas, en un afán de “erradicar el narcoterrorismo” en ese país.
Hoy, el gobierno de Milei sigue la retórica de su par en El Salvador, destacando provincias como El Rosario, en Santa Fe, a unos 300 kilómetros de Buenos Aires, con cero homicidios. Un hito que lo atribuye a sus alianzas con Bukele.
Otra de las similitudes que unen a los mandatarios es su forma de comunicación: vía redes sociales y buscando un mensaje directo con sus ciudadanías, sin la intervención de la prensa.
Milei ha tildado a los periodistas de “corruptos”, “ensobrados” y “extorsionadores”; y ha acusado a los medios de tener el “monopolio de los micrófonos”.
Mientras que en El Salvador, hay un constante “acoso a medios críticos”, afirma un informe de Reporteros sin Fronteras que ubicó al país centroamericano en la posición 133 de 180 como uno de los países en los que la libertad de prensa se encuentra bajo amenaza.
“Desde que accedió a la presidencia, en junio de 2019, el presidente Nayib Bukele ataca y amenaza a los periodistas no afines a su gobierno”, se menciona en el reporte.
Además, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ, por su siglas en inglés) concluyeron que el gobierno de Bukele bloquea el acceso a la información pública, intimida a medios independientes y espía a periodistas.
“Si algo tienen en común Bukele y Milei ese ataque constante a la prensa que fiscaliza sus gobiernos”, agregó a la VOA, Napoleón Campos, experto en política internacional.
Ventajas en la alianza
Pero la cercanía de sus gobiernos no es lo único que une a estos políticos. Bukele ha dicho que considera a Milei su amigo y ahora espera que también su aliado.
Para Campos, esa alianza tiene más sentido, porque Bukele necesita alianzas diplomáticas debido a las circunstancias en las que ascendió nuevamente al poder.
En El Salvador, la reelección continua del presidente estaba prohibida por la Constitución. Fue la intervención de la Corte Suprema impuesta por la bancada legislativa de Bukele la que dio el aval a su reelección.
Otros consideran que esa alianza le beneficia porque El Salvador busca impulsar su economía los próximos cinco años, algo con lo que arrancó Milei en su llegada al poder.