San Salvador, 20 ene (VOA) – El escenario económico mundial no pinta nada halagüeño este 2023: el Banco Mundial ha bajado del 3 % al 1,7 % el pronóstico de crecimiento económico global, un hecho que podría “empujar a la economía mundial a la recesión”.
Con esa percepción, ¿qué se puede esperar para los países del Triángulo Norte de Centroamérica, cuya inflación (aumento desordenado de la mayoría de los bienes y servicios) no para de crecer? ¿Están preparados ante un escenario económico adverso?
Según el economista Rafael Lemus, la respuesta se halla en la forma en que las economías de Guatemala, Honduras y El Salvador se comportaron tras el golpe de la pandemia del COVID-19.
“El Salvador y Honduras fueron los países más afectados con tasas de crecimiento negativas entre el 8 y el 9 %. El menos golpeado fue Guatemala, con una tasa menor incluso al 2 %”, dijo a la Voz de América.
“La recesión afecta varias variables, una es que las tasas de interés están subiendo y eso crea un clima más complicado de inversión y de aumento al costo de la deuda. También, como son economías pegadas y tan dependientes de Estados Unidos, afectaría las remesas y la demanda de exportaciones”, agregó Lemus.
Pero Ricardo Castaneda, economista senior del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI) considera que, a menos que Estados Unidos entre en recesión, los países del Triángulo Norte solo pueden esperar una desaceleración económica. “Es decir que económicamente crecerían, pero a un ritmo menor”.
“La recesión económica se espera más en países desarrollados. En cualquier caso, si se concreta, pueden haber dificultades para los tres países por las remesas, las exportaciones y la inversión extrajera”, dijo a la Voz de América.
Guatemala recibió 18.000 millones de dólares en remesas en 2022. Honduras, 8.600 millones de dólares y El Salvador, arriba de 7.000 millones de dólares, según los datos oficiales de los bancos centrales de estos países.
La situación económica del Triángulo Norte
A pesar de que El Salvador, Guatemala y Honduras son países con afinidades por su cercanía geográfica, el área económica de los tres tiene marcadas diferencias.
Guatemala es llamada por el Banco Mundial la “economía más grande de Centroamérica”, con una deuda pública alrededor del 36 % del Producto Interno Bruto y un déficit presupuestario “históricamente entre los más bajos y estables del mundo”.
Pero ese escenario no se ha traducido en una reducción significativa de la pobreza, según el organismo multilateral, “los bajos ingresos del gobierno central limitan la capacidad de inversión pública y restringen tanto la calidad como la cobertura de los servicios públicos básicos”.
Un escenario distinto pasa en El Salvador, el país más pequeño de América Central, cuya sostenibilidad fiscal se hace cada vez más difícil. El Salvador ya superó el 86 % de su PIB en deuda pública.
Asimismo, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), El Salvador se coloca a la cola de países del Triángulo Norte con menor entrada de inversión extranjera directa. En 2021, Guatemala captó 3.472 millones de dólares de dicha inversión; Honduras 876 millones de dólares y El Salvador 313 millones.
Por su parte, la deuda pública de Honduras en torno al PIB ronda el 58 %. Según el Banco Mundial, Honduras sigue siendo uno de los países más pobres y desiguales del hemisferio occidental.