“Pink Tax”, o por qué las mujeres alemanas pagan más por el mismo producto

ARCHIVO - El mismo producto de cuidado personal es a veces más caro si se presenta como especialmente dirigido a las mujeres, denuncian en una campaña informativa el Centro de Asesoramiento al Consumidor de Hamburgo y la agencia Serviceplan Campaign International. Foto: Christian Charisius/dpa

Por Carla Benkö (dpa)

Aunque a veces los productos solo se diferencian en el diseño y el tamaño del envase, uno pensado para un público femenino y el otro para uno masculino, son las alemanas quienes pagan más.

Esta diferencia de precios por género es denominada “Gender Pricing” o, también, “Pink Tax”. En su versión traducida, algo así como “precios específicos por género” o “impuesto rosa”.

Sin embargo, no se trata de un impuesto real, sino de un recargo que las empresas adicionan a los productos comercializados como femeninos.

“El ‘pink tax’ implica que prácticamente los mismos productos se venden a precios distintos para mujeres y hombres en envases diferentes”, afirma Armin Valet, jefe del departamento de nutrición y alimentación del Centro de Asesoramiento al Consumidor de Hamburgo.

“Las empresas parten de que las mujeres cuentan con una mayor disposición a pagar para determinados productos o servicios”, explica a su vez el experto en marketing Martin Fassnacht, de la escuela de negocios WHU.

Por eso, indica, las empresas fijan precios diferentes, sobre todo para cosméticos, servicios como peluquería y vestimenta, con el fin de obtener más beneficios.

Esta disposición a pagar más a veces es explotada de forma descarada, dice Valet. “En algunos casos, ya hay discriminación en el sentido de que la presentación y el marketing tientan a las mujeres a comprar productos más caros, aunque apenas se diferencien de su versión masculina”.

De acuerdo con estos datos, productos cosméticos como cremas, utensilios para rasurarse, productos de belleza y perfumes figuran entre los más frecuentemente afectados por el “Pink Tax”, al igual que servicios como peluquería y tintorería.

Por ejemplo, las mujeres desembolsan claramente más por los cortes de pelo corto en la peluquería, o por la limpieza de blusas en comparación con las camisas masculinas, en la tintorería.

El Centro de Asesoramiento al Consumidor de Hamburgo realiza desde 2015 de manera sistemática chequeos de mercado sobre el “Gender Pricing”.

La prueba más reciente, de febrero de 2023, dio “algunos motivos para la esperanza”, escribió el centro. Según este reciente análisis, las máquinas de afeitar desechables costaban lo mismo en la versión femenina que en la masculina por primera vez desde que comenzaron los estudios en el mercado.

La espuma de afeitar, en cambio, seguía siendo más cara en muchos casos, y también podían encontrarse diferencias de precio en los perfumes.

Otro aspecto delicado es que la diferencia de precios no suele reconocerse a primera vista. Por ejemplo, los productos para mujeres y hombres suelen estar en lugares distintos de las droguerías, o los precios de los productos se disimulan con diseños y cantidades de contenido diferentes.

Por eso, desde el punto de vista legal es difícil actuar contra la discriminación de precios, comenta Valet, “porque no son exactamente los mismos productos, sino que uno es azul y el otro rojo”.

Este experto en protección del consumidor recomienda comparar precios. Sin embargo, en realidad la responsabilidad no debería recaer solo sobre los hombros de las consumidoras, añade. “Nuestro llamamiento a los minoristas siempre fue que se abstengan de implementar este marketing de género”, recalca.

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