Managua, 22 set (VOA) – El observatorio ciudadano COVID-19 de Nicaragua realizó un análisis del impacto de los seis meses de la pandemia del nuevo coronavirus en el país y reveló que hasta la fecha se desconoce la magnitud real de las afectaciones de esta enfermedad, ya que el Ministerio de Salud sigue guardando silencio sobre la edad y sexo de las personas afectadas, los territorios más vulnerables y los resultados de las pruebas de diagnóstico realizadas.
La ausencia de una respuesta responsable y adecuadamente guiada por las autoridades nacionales ha significado una serie de sacrificios de la ciudadanía, para su salud física, mental y su vida, dice el observatorio.
Mientras, la epidemióloga Soila Castro, dijo a la Voz de América que tanto la ciudadanía como los expertos en la materia, avanzan a ciegas en el manejo de la enfermedad.
“Si el órgano rector no facilita esa información, nadie va a disponer de ella. Quien tiene que garantizar eso es la institución rectora, mientras ellos no lo hagan nosotros no vamos a disponer de ello. No tenemos información fidedigna que podamos constatar, todo lo demás son rumores”, explicó la especialista.
El Ministerio de Salud, en su informe del pasado 15 de septiembre informó tener 3.689 personas recuperadas de COVID-19, ante esto el observatorio considera importante saber: ¿Cómo se están expresando las secuelas del COVID-19 en la población nicaragüense que fue afectada?
Según expertos, las secuelas del nuevo coronavirus pueden ser de varios tipos, tanto físicas como psicológicas y económicas. Dependen en gran parte de la gravedad de la enfermedad y de la atención médica que recibió el paciente. Las autoridades sanitarias nicaragüenses también mantienen este tema en silencio absoluto, igual como ha sido, hasta el día de hoy, toda la información pertinente sobre el desarrollo de la pandemia en el territorio nacional.
Hasta el 16 de septiembre el observatorio contabiliza 10.258 casos sospechosos de coronavirus en Nicaragua y ha verificado 140 muertes por neumonía y 2.581 muertes sospechosas por COVID-19 para un total de 2.721 personas fallecidas por esta causa.
En las calles de Managua, los ciudadanos también critican el silencio del Estado. Franklin Hooker, un joven activista señaló que “ocultar información se ha traducido en muerte, hay muchas personas que han relajado las medidas de protección y cuidado para prevenir el contagio y la expansión del coronavirus”.
Desde el observatorio señalan que en las últimas semanas, la escasa información que cada martes comparte el Ministerio de Salud tiende a reforzar el discurso oficial de que el COVID-19 en Nicaragua ya ha sido superado y que todos pueden regresar a su vida normal con tranquilidad.
En consecuencia, en las aglomeraciones que se dieron durante el fin de semana largo de las fiestas patrias, cada vez menos individuos, menos personas, utilizaron medidas de protección personal.
Algunos locales comerciales también han relajado sus medidas de protección voluntaria, tales como la toma de temperatura individual obligatoria, el uso adecuado de la mascarilla y el cumplimiento obligatorio del distanciamiento físico de al menos 2 metros.
El 18 de marzo de 2020, hace 6 meses, los nicaragüenses fueron informados del primer caso de COVID-19. Hasta el 15 de septiembre, las cifras oficiales manejadas por el Ministerio de Salud de Nicaragua reportan 4.961 casos de COVID-19 y 147 fallecidos a causa de esta enfermedad.
En julio, Nicaragua entró en una fase de aparente calma ante el SARS-CoV-2. El reporte de contagios y muertes semanales se redujo en el informe del Ministerio de Salud y también del Observatorio Ciudadano COVID-19.
Igualmente, bajaron las hospitalizaciones de pacientes con coronavirus y disminuyeron los reportes de entierros exprés, mientras muchos nicaragüenses han abandonado la autocuarentena, por necesidad o aburrimiento, y relajan las medidas de protección.
El gobierno ha limitado la información y afirma que los contagios son “claramente establecidos”, es decir, que el país no está ni siquiera en una transmisión comunitaria, como lo asegura la Organización Mundial de Salud.