Managua, 24 set (VOA) – La pandemia de la COVID-19 sumada a la violencia de los últimos años ha tenido un alto costo social y económico en Nicaragua, pues amenaza los esfuerzos logrados en la reducción de la pobreza desde el año 2005, según apuntan organismos nacionales e internacionales.
La Fundación Nicaragüenses para el Desarrollo Económico y Social vaticina que la tasa de pobreza general aumentará del 28,2% registrado en 2019 a un rango de entre 32,2% y 36,9 % en este año.
Álvaro López Espinoza, investigador de este organismo, dijo que estos niveles de pobreza son superiores a los registrados en 2014.
“La mayor pobreza viene dada por la reducción en el ingreso que conlleva un aumento en la tasa del desempleo abierto, un aumento en la tasa de subempleo en el país. Esto significa que las personas pasan a estar desempleados o pasan a estar en un empleo con menor remuneración”.
La fundación planteó recientemente, que la pobreza en Nicaragua ha experimentado una aceleración “estrepitosa”, con 2,1 millones de habitantes pobres, lo que representa un 31,9 % de la población.
Las proyecciones que han realizado los organismos nacionales y expertos en economía coinciden con el más reciente reporte del Banco Mundial, que compara los niveles de pobreza entre países en base al poder adquisitivo que tienen las personas y que revela que la pobreza en Nicaragua aumentó de 9,5 % en 2017 a 13,1% en 2019.
Lo anterior significa que más de 240.000 personas en la nación centroamericana pasaron a vivir con ingresos inferiores a 3,2 dólares al día.
El Banco Mundial destaca que “Nicaragua es uno de los países menos desarrollados de América Latina, donde el acceso a los servicios básicos es un desafío constante”.
El sociólogo Cirilo Otero dijo que el aumento de la pobreza excluye a más ciudadanos del desarrollo al no existir un plan real del gobierno para contener el problema.
Otero explicó a la VOA, que la situación lleva a una mayor indigencia y desnutrición. Apunta que, lo primero que hacen las familias cuando pierden el trabajo es reducir su ingesta de alimentos. “Es sumamente grave”, señaló.
Añadió que en Nicaragua existen otras crisis que se suman al deterioro causado por la crisis sociopolítica entre ellas: “La capacidad de producción y de comercialización de Nicaragua es muy baja, hay una crisis provocada por la disminución de las remesas familiares, y finalmente la pandemia del coronavirus que ha obligado a mucha gente a resguardarse en el interior de sus viviendas, considerando que en Nicaragua 7 de cada 10 familias en capacidad de trabajar están en el sector no formal, eso significa que la gente tiene que salir a la calle forzosamente”.
Nicaragua sigue siendo el segundo país más pobre en América, después de Haití, según un estudio publicado por el Banco Mundial en octubre de 2019. Al menos por tres décadas el país ha ocupado esa posición, dejando a muchos de sus 6 millones de habitantes en una situación de desventaja.
Según el Banco Mundial para 2017 Nicaragua mantenía un buen ritmo de crecimiento de la economía de 4.6%, pero debido a los disturbios sociales y políticos que el país ha experimentado desde abril de 2018, la economía se contrajo a un -4% y -3.9% en 2018 y 2019, respectivamente. Según los últimos pronósticos, para 2020 se espera que el crecimiento caiga a -6,3 %, y se recuperaría lentamente a 0,7 % para 2021.
Actualmente, se espera que la pandemia afecte negativamente a Nicaragua a través de la disminución de las entradas de remesas, la reducción del comercio, el turismo paralizado y el aumento de las primas de riesgo.
Mientras tanto, el país se encuentra sumergido en la peor crisis sociopolítica de los últimos 30 años, que ha dejado decenas de muertos y cientos de exiliados, según reportes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.