ANÁLISIS

¿Menguaron el Populismo y el Soberanismo en Europa?

Hasta hace pocas semanas parecía que el monstruo bicéfalo de los  populistas-soberanistas estaba por conquistar Europa, por fortuna no fue así, más bien, algunos movimientos populistas están afrontando dificultades en la gestión del poder. Los populistas de diversa índole convergen en la lucha por los “intereses del pueblo” en nombre de la “Nación”, contra las organizaciones supranacionales, principalmente la Unión Europea (UE). La situación es similar en varios países aunque en contextos diferentes y situaciones disímiles.

Cosa acomuna Boris Johnson con Matteo Salvini? O los Tories con la extrema derecha alemana de la Alternative für Deutschland? (Afd). Cinco características acomunan a los populistas: la defensa retórica de un pueblo virtuoso al que traslada la responsabilidad política; la crítica radical a la democracia representativa; el rechazo de la división tradicional izquierda/derecha en favor de una vertical arriba/abajo; la presencia de un líder carismático que conoce y expresa la voluntad general del pueblo; y la búsqueda de un enemigo sobre el cual focalizar la culpa.

El caso de Boris Johnson es emblemático, el líder conservador estaba empecinado en llevar adelante la famosa hard Brexit, con el No Deal, o sea ningún acuerdo con la UE. El primer ministro fue más allá y pensó en cerrar el parlamento para evitar el debate en las aulas.

El resultado, un primer ministro  aislado: sin mayoría, con su partido dividido, sin poder gobernar ni convocar elecciones y obligado, por ley, a romper su principal promesa y prorrogar el Brexit al 31 de octubre, fecha que coincide con Halloween: trick or treat? Al final, la realpolitik hizo cambiar idea a Johnson, ahora se muestra  “moderadamente optimista” frente a la posibilidad de llegar a un acuerdo de “brexit” con Bruselas,  a mes y medio de la prevista desconexión del Reino Unido de la UE.

Similar la experiencia de Matteo Salvini, líder de la Lega Nord, que ofrece similitudes con el estilo de Boris Johnson. Salvini el 8 de agosto abrió una crisis de gobierno con la intención de ir a elecciones anticipadas, aprovechando los buenos resultados electorales alcanzados en las elecciones europeas de mayo. En Italia las crisis políticas se resuelven o concluyen en el parlamento, así nació una nueva mayoría parlamentaria entre el Movimiento 5 Estrellas y el Partido Democrático que cambió gobierno y la Lega está  a la oposición y podría quedarse allí hasta el 2023.

Dos soberanistas de diferente matriz fueron derrotados por el sistema democrático, no se puede hablar de un descalabro, podría ser un impasse momentáneo. Ambos líderes gozan todavía de amplio apoyo popular, pero que ha disminuido después de los clamorosos errores estratégicos. Si este será el inicio del final, mucho dependerá de los rivales políticos que podrían capitalizar políticamente  las dificultades de ambos líderes.

En este contexto encontramos también la “Afd”, la extrema derecha que en Alemania no logra arrollar. En las recientes elecciones en Sajonia y Brandeburgo llegaron segundos con un porcentaje del 27,5% in Sajonia  y el 23,5% a Brandeburgo,  resultados que no les garantizaron  la esperada victoria. En estos casos los anticuerpos no fueron institucionales, como el Parlamento, más bien la alta participación de los electores en ambos Länder que neutralizaron a los soberanistas alemanes.

Las causas que han hecho prosperar estos movimientos y que les han llevado al éxito en varias democracias occidentales que se creían inmunes, no han sido debeladas y subyacen.  El  continente vive una crisis política después de un largo ciclo en el cual los partidos conservadores y socialdemócratas han dominado la escena política desde la Segunda Guerra Mundial. Los partidos tradicionales se han vuelto impopulares, sus políticas de austeridad están siendo rechazadas y se ha creado un vacío de poder que los partidos populistas están  beneficiando.

Contra los populistas y soberanistas el estado de derecho y las luchas populares cumplen su acometido, pero la política debe recuperar su ámbito de acción. Hay que retomar el espíritu de los padres fundadores, aquellos que supieron meter de parte las hostilidades de la guerra y pusieron fin a los daños causados por el nacionalismo, creando un proyecto capaz de armonizar paz, democracia, derechos humanos, desarrollo e igualdad.

En las pasadas elecciones europeas los ciudadanos renovaron su apoyo a este extraordinario proyecto, el único en grado de dar respuestas a los retos globales. Hay que tener el coraje de replantear el proceso de integración europea respondiendo a las exigencias de los ciudadanos para dar respuestas verdaderas a sus preocupaciones y al desconcierto  que impera.

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