Por Johannes Schmitt-Tegge (dpa)
Columbia, 23 jun (dpa) – Quien visite la sede central de la organización racista Ku Klux Klan en el sureño estado de Arkansas encontrará en las inmediaciones del edificio central la tumba de uno de sus miembros. La cruz de madera al margen del bosque sostiene una pequeña bandera sobre la tierra: dos diagonales azules que se cruzan sobre un fondo rojo y donde se alinean 13 estrellas blancas. Es la bandera de la Confederación, con la que el KKK sembró durante décadas el terror entre los afroamericanos.
Fotografías de diferentes desfiles muestran cómo los integrantes del clan marchan con capuchas blancas por ciudades estadounidenses y ondean la bandera de la Confederación.
El símbolo también es utilizado por los neonazis, paramilitares de extrema derecha y skinheads, ya sea en manifestaciones y en Internet, a veces junto a la esvástica del nacionalsocialismo de Adolf Hitler. “Es el estandarte de la hegemonía blanca”, sostiene el diario “Los Angeles Times”.
Por eso no sorprende que tras la sangrienta masacre en Charleston, que dejó nueve afroamericanos muertos, hayan aumentado los llamamientos para que esa bandera, considerada por muchos como racista, ya no ondee al menos en edificios públicos.
En una página web presuntamente registrada a nombre del supuesto autor de la matanza de Charleston, Dylan Roof, se ven fotografías del joven sosteniendo una pistola y una bandera confederada junto a varios símbolos racistas.
“Se trata de un símbolo profundamente escandaloso de un pasado ofensivamente brutal”, dijo la gobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, quien propuso retirar la controvertida bandera del Capitolio local en la capital, Columbia.
Las banderas deben ser desterradas finalmente a los museos, opinan los analistas de numerosos grandes diarios de Estados Unidos. Los legisladores de Carolina del Sur, que deberían aprobar la medida en ambas cámaras parlamentarias con una mayoría de dos tercios, deben retirar “el símbolo del odio y la brutalidad”, reclamó por su parte el “New York Times”.
Con ese paso, Estados Unidos finalmente mostraría que esa bandera no es digna como símbolo de respeto, y al fin y al cabo la de Columbia es la última que ondea en el Parlamento de un estado, señaló el “Washington Post”.
Pero la cuestión tampoco es tan sencilla. En el sur de Estados Unidos, donde la bandera adorna algunas matrículas de todoterrenos, esa insignia es celebrada no solamente como una expresión de protesta contra el gobierno en Washington.
Descendientes de los soldados de la época de la Guerra Civil ven también en ella la posibilidad de recordar a los muertos en el conflicto. Aunque la bandera no fue empleada para eso hasta finales del siglo XIX y a comienzos del XX.
Incluso un siglo y medio después de la abolición de la esclavitud, Estados Unidos lidia con un racismo profundamente anclado en la sociedad. Los reiterados tiros mortales de policías blancos contra negros desarmados no hicieron más que atizar los resentimientos entre ambas partes.
Incluso el presidente estadounidense Barack Obama utilizó la palabra “nigger”, considerada extremadamente ofensiva, durante una entrevista, y volvió a intensificar el debate al respecto. Obama, quien muy conscientemente no se presentó como el presidente de los afroamericanos, previamente se había mantenido al margen de estas discusiones.
Alrededor del 13 por ciento de los estadounidenses son afroamericanos y no serían pocos los que, especialmente en el sur, se ven intimidados por la bandera de la Confederación.
Según detectó el instituto de sondeos Pew en 2011, ese estandarte despertaba sentimientos negativos en casi un tercio de los estadounidenses, mientras que un nueve por ciento reaccionaba positivamente. Incluso cuando la bandera deje pronto de ondear en Columbia, la discusión sobre esta polémica enseña podría seguirse extendiendo.