Las elecciones en el este de Alemania que “podrían cambiar el país”

ARCHIVO - El 1 de septiembre se celebran elecciones regionales en el estado federado de Thüringen, donde las encuestas dan amplia ventaja al partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), igual que en Sajonia, que celebra comicios el mismo día, y en Brandeburgo, tres semanas después. Foto: Jan Woitas/dpa

Por Verena Schmitt-Roschmann (dpa)

Los estados federados de Thüringen, Sajonia y Brandeburgo, los tres en el este alemán, elegirán en septiembre nuevos parlamentos regionales en unos comicios cuyos resultados se augura que pueden cambiar el país.

El 1 de septiembre, Thüringen y Sajonia, seguidos de Brandeburgo, tres semanas más tarde, irán a las urnas con los resultados de las elecciones europeas aún recientes.

Pese a que se trata de tres estados federados que juntos tienen apenas la mitad de habitantes que Renania del Norte-Westfalia, el más poblado de Alemania, los comisiones allí se prevén tensos, no solo para los partidos del Gobierno federal.

“Estas elecciones podrían cambiar de manera fundamental el país”, afirma el politólogo Wolfgang Muno, de la ciudad de Rostock.

La ultraderechista Alianza para Alemania (AfD) ocupa el primer puesto en las encuestas en Sajonia, con cerca del 30 %, en Thüringen, con el 28 %, y en Brandeburgo, con el 25 %. Además, en Sajonia, la conservadora Unión Demócrata Cristiana (CDU) está casi a la par con la AfD.

“Nos enfrentamos a circunstancias que han cambiado radicalmente”, dice el sociólogo Raj Kollmorgen, de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Zittau/Görlitz. “Esto es relevante para toda Alemania”, agrega.

En Sajonia, los tres partidos del Gobierno federal luchan por entrar en el parlamento: los socialdemócratas del SPD y Los Verdes tenían hace poco de un cinco a un siete por ciento cada uno, y los liberales del FDP un dos por ciento.

El partido La Izquierda, que obtuvo un 10,4 % en 2019, ahora solo tiene entre un tres y un cuatro por ciento en las encuestas.

Por otro lado, un recién llegado gana terreno. La Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), fundada en enero, alcanzó índices del 15 % en Sajonia en junio y hasta el 21 % en Thüringen. La BSW también apela a los votantes descontentos, pero a costa de los partidos tradicionales.

Si la AfD alcanza un tercio de los escaños o más, aunque no pueda gobernar, tendría una minoría de bloqueo, alerta Ursula Münch, directora de la Academia de Estudios Políticos de Tutzing (Baviera).

Münch subraya que también sería muy difícil formar gobierno sin la AfD, ya que sería necesario que partidos muy diferentes o incluso opuestos se aliaran.

“Una coalición de CDU y BSW, ¿es concebible?”, se pregunta Kollmorgen. Hace falta mucha imaginación, pero un gobierno en minoría podrían ser una solución, sugiere el sociólogo.

“En el este de Alemania se está desarrollando un sistema de partidos completamente diferente” al del oeste, dice el politólogo Muno. “Eso es, por supuesto, una división política”, dice, que “aumentará”.

La situación en las regiones del este es especial: por la historia de la extinta República Democrática Alemana (RDA), por la traumática convulsión tras la reunificación, por las persistentes desventajas económicas, por el menor nivel de compromiso con partidos, iglesias, asociaciones o con el estado.

“Sería una arrogancia de la Alemania Occidental pretender o esperar que esta evolución política sea solo una cuestión de la Alemania Oriental”, afirma Münch. “Es un proceso que es más rápido, diferente y radical en el este. Pero eso no significa que no pueda afectar también al oeste y, por tanto, a toda Alemania”, agrega Kollmorgen.

Muno habla de “laboratorio”: lo que le espera al oeste ya es una realidad en el este, y allí se ensaya cómo afrontarlo. Esto también afecta a la cuestión de cómo se puede frenar el ascenso de partidos como AfD y BSW y estabilizar la confianza en el sistema político.

“No sabemos exactamente cuánta gente podemos recuperar”, dice. Y añade que algunos probablemente estarían más contentos si la coalición gubernamental en Berlín funcionara mejor, aunque, sin embargo, mucha gente tendría dudas mucho más fundamentales.

Kollmorgen ve una “perturbación de importantes grupos de población” tras el desarrollo político, tanto en el este como en el oeste: “Ya no esperan soluciones de quienes están al timón”.

Afirma que este retraso en las soluciones, a su vez, se debe a la dimensión global de las crisis: cambio climático, guerras, etc.

“Estos problemas plantean un reto sustancial a nuestras sociedades”. El primer paso sería decirlo más claramente, dice Kollmorgen. “Los políticos deben hacer que la gente se dé cuenta de que estamos en medio de una gran convulsión”, subraya.

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