La lucha contra el cambio climático da otro pequeño paso en Marrakech

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Por Teresa Dapp y Martina Herzog (dpa)

Con seis horas de retraso ante la dificultad de conseguir un consenso entre los casi 200 países participantes, la conferencia internacional sobre cambio climático de la ONU terminó finalmente esta madrugada en Marrakech con un plan para la aplicación del histórico Acuerdo de París del año pasado.

Los participantes debatieron durante dos semanas en la ciudad marroquí sobre los detalles para poner en práctica el acuerdo de diciembre de 2015 que aprobó tomar medidas para reducir los gases de efecto invernadero y así limitar a menos de dos grados centígrados el calentamiento de la Tierra respecto de los valores preindustriales.

“La primera conferencia sobre clima después del Acuerdo de París demostró ser una conferencia para la implementación y la acción conjunta”, dijo la secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, la mexicana Patricia Espinosa.

La funcionaria subrayó al término de los debates los 80 millones de dólares comprometidos para que los países pobres puedan adaptar sus economías y el progreso hecho en el establecimiento de los lineamientos para cumplir con los objetivos de París.

Uno de los temas fundamentales y de mayor debate fue, como ya es habitual en estas citas, el pedido de los países pobres de más ayudas para adaptarse a un cambio climático al que ellos han sido los que menos han contribuido. El encuentro no trató solamente de gases de efecto invernadero, sino de justicia social.

Hubo sin embargo un ausente muy presente en la reunión: el presidente electo de Estados Unidos Donald Trump. Los delegados, y sobre todo China, subrayaron su compromiso en la lucha contra el cambio climático pese al anuncio hecho en campaña por Trump de que “cancelaría” la participación de su país.

El primer ministro de las islas Fiyi, que presidirá las conversaciones sobre clima el año próximo, invitó a Trump, que ha negado la existencia del cambio climático, a visitar su país y conocer de primera mano sus efectos.

“Hablemos del elefante en la sala”, dicen testigos que dijo al inicio de las conversaciones el saliente secretario de Estado norteamericano, John Kerry, en alusión a Trump, que en enero se convertirá en el hombre más poderoso del mundo. Trump ocupó a los políticos, diplomáticos, periodistas y observadores de los casi 200 países participantes casi más que ninguna otra cosa en la cita en Marrakech.

Todos los delegados adoptaron un comunicado en el que declaran que la lucha contra el calentamiento global es “irreversible”. El enviado estadounidense, Jonathan Pershing, destacó en ese sentido que el hecho de que las emisiones de dióxido de carbono se hayan estabilizado en los últimos tres años pese al crecimiento económico mundial es una señal que lleva al optimismo.

“Esta unidad global contra el cambio climático parecía antes imposible, pero ahora se ha vuelto imparable”, subrayó el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. Y por eso China centró ahora todas las miradas, como el mayor emisor de gases de efecto invernadero, segunda economía mundial y hasta ahora figura clave en la lucha contra el cambio climático junto con Estados Unidos.

Los delegados chinos fueron elogiados por todos en la cumbre de Marrakech. La ministra de Medio Ambiente alemana Barbara Hendricks saludó la contribución de China al tiempo que manifestó su confianza en que Europa llene el hueco que podría dejar vacío Estados Unidos.

Hendricks, que justo antes del viaje tuvo que luchar dentro de su propio país para sacar adelante el plan de protección del clima del país centroeuropeo, abogó por un trabajo conjunto de Europa con China en la protección del clima.

También el comisario europeo de Acción por el Clima y Energía, el español Miguel Arias Cañete, prometió: “Estableceremos tantos vínculos como sea posible con países como China”.

La conmoción causada por Trump fe vista con buenos ojos por algunos periodistas asistentes, que comentaban que de otro modo “nadie se habría interesado” por el encuentro, y eso que en las grandes carpas de Marrakech se negociaba sobre el futuro de la humanidad.

Aunque la cumbre no estuvo acompañada por las grandes celebraciones de París, los delegados coincidieron en que se avanza. Aunque a pequeños pasos.

“En las dos últimas semanas hemos mirado juntos hacia el futuro con la conciencia de nuestra responsabilidad”, dijo el ministro de Exteriores marroquí, Salaheddine Mezouar. Hay que actuar “claramente antes de 2020” por el bien de todos para frenar el cambio climático.

En Marruecos se habló sobre todo de quién debía hablar con quién, cuándo y en qué marco, para poner en marcha el Acuerdo de París, por ejemplo para que todos los países midan sus emisiones de CO2 de la misma manera.

Todo ello en el marco de malas noticias para el planeta, pues la Organización Meteorológica Mundial acaba de publicar datos que indican que 2016 fue el año más cálido de todos los registrados, tras el período más caluroso registrado.

El resultado más concreto de la cumbre fue el anuncio de 48 países de que abandonarán cuanto antes el carbón para pasarse a las energías renovables hasta 2050. No están Estados Unidos y China en este grupo, sino algunas de las naciones más afectadas por el calentamiento global, entre ellas Marruecos.

Los países volverán a reunirse para la próxima cumbre de la ONU en Bonn, Alemania, en 2018, para evaluar sus planes de recorte de emisiones y finalizar la elaboración de las reglas para aplicar las decisiones tomadas en París.

“Nos movemos en la dirección correcta y ese es un motivo para ser optimistas. Celebremos esta noche y durante el fin de semana el éxito de Marrakech, y volvamos al trabajo el lunes. Queda, de hecho, mucho por hacer”, resumió Espinosa.

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