Por Pablo Sanguinetti (dpa)
Elmau (Alemania), 6 jun (dpa) – Los gritos de los manifestantes no alcanzarán a siete de los líderes más poderosos del mundo (G7) reunidos mañana y el lunes en un protegido palacio del sur de Alemania, pero sí una pregunta más ruidosa y punzante que cualquier activista: ¿tienen aún sentido las cumbres del grupo?
La vaguedad de los objetivos del encuentro y la ausencia de potencias emergentes clave como China o Brasil hacen que muchos vean al G7 desfasado y sin poder real de decisión. Lo que el influyente diario económico alemán “Handelsblatt” definió como “la gente equivocada hablando en el lugar equivocado sobre temas equivocados”.
“No cabe duda de que el G7 perdió relevancia. En la tarea de coordinar la búsqueda internacional de soluciones a problemas cedió su papel al G20”, explicó a la agencia dpa Michael Zürn, experto de la Universidad Libre de Berlín (FU) para las cumbres del G8 y del G20.
El profesor del instituto de ciencias políticas de la FU Otto Suhr apuntó sobre todo contra el peso de las ausencias en el grupo: “Hay un amplio rango de asuntos internacionales que son sencillamente imposibles de resolver sin China, la India o Brasil”. De cambio climático a comercio global, de seguridad a desarrollo.
Más tajante fue Gregor Gysi, líder parlamentario del primer partido de oposición en Alemania, La Izquierda: “Cumbres como ésta, sin países como Rusia, China, India, Brasil o Sudáfrica, son prescindibles”, dijo a dpa. “Si uno mira los temas ve que no aportará mucho”. La mayoría de medios coincide en el diagnóstico.
La situación era diferente en 1975, cuando Alemania, Francia, Estados Unidos, Reino Unido, Italia y Japón fundaron el G6 como las seis naciones más ricas e industrializadas. Pero el mundo cambió mucho desde entonces.
El G7 sigue sumando un 46,1 por ciento del PIB mundial (casi 20 puntos porcentuales menos que en 1990) y sus miembros lideran diversos índices. Pero el fin de la Guerra Fría abrió el paso a nuevas potencias y relegó a otras. La cuestión no es tanto qué países forman parte del grupo, sino los que están fuera.
China es hoy la segunda economía mundial y la primera potencia exportadora. Brasil tiene el séptimo mayor producto interno bruto (PIB) del planeta. Italia cayó al octavo lugar y Canadá, el miembro más débil del G7, al undécimo, por detrás de la India y Rusia.
El problema, además, va más allá de cifras. Junto con peso económico, el G7 cedió en capacidad de decisión. El surgimiento del G20 tras la crisis financiera de 2008 aceleró ese proceso. De la cumbre de mañana y el lunes apenas saldrán resultados, una vaguedad agravada por la exclusión del ruso Vladimir Putin tras la crisis en Ucrania.
“Sería injusto juzgar esta cumbre sólo por sus resultados”, señaló Zürn. “La tarea de hablar, de entenderse, de consensuar es necesaria. Imagínese cómo sería Alemania sólo con gobiernos regionales, sin un gobierno central”.
Es el argumento usado por Angela Merkel para defender la cumbre. “En un mundo lleno de conflictos, los jefes de gobierno del G7 deben tener la posibilidad de reunirse a deliberar en una cumbre como ésta. Ya vimos en la historia europea a dónde lleva no hablar”, dijo en una entrevista con dpa antes de la cumbre.
Sin embargo, la propia canciller alemana moderó expectativas de resultados concretos. “No se puede esperar que se solucionen todos los conflictos del domingo al lunes en Elmau”, advirtió. Los sondeos señalan que una mayoría de alemanes descarta avances significativos en el encuentro.
Muchos se preguntan si aún se justifica gastar más de 150 millones de euros (casi 170 millones de dólares) para que siete líderes se reúnan 24 horas a conversar. El experto Zürn ve el gasto “inexplicable” y apuesta por que los líderes se reúnan “de un modo más modesto y espontáneo”.
Mientras tanto, el G7 iniciará mañana una nueva cumbre con su legitimidad cuestionada. No por los manifestantes, sino por los propios desplazamientos del paisaje político y económico mundial.