Besta Pulum no puede contener su emoción por la tableta que tiene en sus manos. “Cuando era joven, nunca vi este tipo de ordenador. Y ahora lo estoy viendo; no he dormido [de la emoción]”, dice el jefe de la comunidad, quien, según sus cálculos, tiene unos 60 años de edad.
Tal como hizo antes su padre, lleva toda la vida ocupándose de 800 hectáreas de denso bosque tropical en las remotas tierras altas occidentales del país, a unos 550 kilómetros al noroeste de Port Moresby, la capital de Papua Nueva Guinea.
“Antes, si quería patrullar por los límites de mi zona, me resultaba muy difícil”, afirma. Sin embargo, en cuestión de minutos, Besta ha entendido que el mapa aéreo del bosque que aparece en su pantalla lo ayudará a localizar los límites de su zona forestal sin tener que caminar durante días. Ahora puede vigilar la zona utilizando imágenes satelitales de alta resolución.
Esta innovación tecnológica fue producida por AIM4Forests (Acelerando el monitoreo innovador de los bosques), un programa pionero emprendido en 2023 por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Gobierno del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
El proyecto tiene el doble objetivo de proporcionar medios tecnológicos a los países para combatir la deforestación y lograr la participación activa de los Pueblos Indígenas en el monitoreo y la vigilancia de los bosques. Esto reviste especial importancia en un país como Papua Nueva Guinea, donde la propiedad de los bosques recae mayoritariamente en los Pueblos Indígenas.
Esta nación insular del Pacífico sur alberga el 7 % de la biodiversidad del mundo y la tercera selva tropical más grande del planeta. El bosque acoge una rica variedad de animales y especies de aves, incluido el característico casuario, ave silvestre no voladora. Es un país repleto de recursos naturales, pero que carece de los instrumentos tecnológicos para vigilarlos y gestionarlos de manera efectiva.
“Hay numerosas pruebas de que los Pueblos Indígenas son los mejores guardianes de los bosques, por lo que estamos intentando reforzar esta función y encontrar soluciones técnicas que les permitan hacerlo aún mejor”, afirma Julian Fox, Oficial forestal superior de la FAO. Besta quiere mantener su bosque protegido para salvaguardar la fuente de alimentos, refugio y medios de vida de su comunidad. “Estamos intentando encontrar una solución técnica para ayudarlo en esta tarea”, dice Fox.
La capacidad de acercar y alejar la imagen de su zona forestal fue la funcionalidad que a Besta le pareció más interesante. Esto se hace con un nuevo instrumento denominado Open Foris Ground, fruto de la colaboración entre la FAO y Google. Se trata de una interfaz de mapa que se puede emplear en una tableta o un teléfono móvil y que, con unos pocos clics, permite a los guardianes delimitar su zona de bosque con solo marcar unos puntos en la pantalla. A partir de ahí, pueden observar la zona usando Google Earth para asegurarse de que los bosques y las tierras se mantengan saludables y a salvo de incursiones.
Vigilar un bosque tan grande y todos los recursos que contiene no es una tarea sencilla, según explica Besta. “Nuestro bosque alberga una gran cantidad de cosas. Aparte del casuario silvestre, hay larvas de insectos en la madera. Hago un corte en el árbol, abro un hueco y recojo las larvas. Si talo el bosque, no conseguiré estos animales silvestres. Los animales se marcharán.”
Está en juego su forma de vida y la de toda su comunidad. “Desde mi parte del bosque, lo cuido. No lo destruyo”, concluye.
El bosque es también una fuente de medicinas para Besta y su familia. “Si lo talo, ¿dónde voy a conseguir las medicinas? En mi bosque tengo muchas. Mis abuelos las utilizaban y ahora lo hago yo. Después de mí, lo harán mis hijas. Por eso sigo cuidando mi bosque.”
Besta es solo uno de numerosos guardianes dentro de los 20 países en los que la FAO, en colaboración con el Programa ONU-REDD, está aplicando AIM4Forests con urgencia. Desde 1990, han desaparecido en el mundo más de 420 millones de hectáreas de bosques; esta pérdida no solo reduce la biodiversidad, sino que también afecta a la regulación del clima y a los medios de vida de millones de personas.
Aquí, en la selva tropical de Papua Nueva Guinea, el programa AIM4Forests tiene por objeto detener la deforestación y restaurar tierras degradadas, en el marco de una iniciativa mundial mucho más amplia encaminada a restaurar 1 000 millones de hectáreas para 2030. El programa se centra en combinar la tecnología con los conocimientos tradicionales de Besta y el liderazgo de una comunidad que administra estas tierras desde hace generaciones.
Él comparte claramente esta visión para el futuro: “Mi deseo es enviarlas [a sus tres hijas] a la escuela y decirles que aprendan esto del ordenador.”
Besta comprende la importancia de que sus hijas asuman el control de esta tecnología, que pronto ayudará a las nuevas generaciones de Pueblos Indígenas a proteger estos preciosos recursos forestales en varios países.
Sobre la base de enfoques participativos, las tecnologías geoespacial y de la información como este instrumento innovador tienen por objeto garantizar, integrar y documentar el derecho de los Pueblos Indígenas al consentimiento libre, previo e informado y su papel activo en las iniciativas de monitoreo forestal.
El programa ha empezado a aplicarse en 11 países: Bolivia, Brasil, la República Democrática del Congo, Ghana, Guatemala, Indonesia, Kenya, Papua Nueva Guinea, Perú, Uganda y Viet Nam. En Papua Nueva Guinea y en muchos otros de estos países, el proyecto está utilizando el poder de la tecnología moderna para reforzar los conocimientos tradicionales irremplazables de las generaciones pasadas.
La historia y las fotos relacionadas se pueden encontrar en: https://www.fao.org/fao-