Iguales ante las abejas

» Una pareja de apicultores del Senegal trabaja como equipo y recoge los frutos de la igualdad de género.

“El punto de inflexión fue cuando mi marido y yo participamos juntos en el curso de capacitación de la FAO. Allí surgió mi motivación para ser apicultora”, afirma Fatoumata Kandé, agricultora y madre que vive en la aldea de Sare Bidji, en la región de Kolda, ubicada en el sur del Senegal. “En el Senegal la apicultura se ha considerado tradicionalmente un trabajo de hombres. La capacitación me ayudó a entender que yo también podía contribuir y marcar una diferencia”.

Como miembro de la cooperativa local, Coopérative Agroalimentaire de la Casamance – Miel (CAC/Miel), el marido de Fatoumata, Mamadiang Mballo, de 52 años, practica la apicultura desde hace más de 15 años. A Mamadiang le fascina la apicultura desde que era joven, pero empezó a vivir de ella con un objetivo claro: asegurarse de que sus hijos tengan una educación.

Durante años, Mamadiang salía solo, por la mañana, a recoger miel y volvía para venderla en el mercado local. Pero esto cambió cuando la pareja asistió a una escuela de campo para agricultores, organizada como parte del proyecto de refuerzo de la adaptación agrícola de la FAO financiado por el Gobierno de Quebec.

La capacitación impartida en la escuela de campo para agricultores forma parte de la iniciativa CasaMiel, dirigida por el asociado en la ejecución Société de coopération pour le développement international (SOCODEVI) en asociación con la cooperativa CAC/Miel y comunidades locales. La finalidad de la iniciativa es aumentar la producción de miel en el Senegal y, al mismo tiempo, reforzar la resiliencia de los apicultores ante el cambio climático y reducir la desigualdad de género en el sector. Gracias al componente de la iniciativa relativo a la escuela de campo para agricultores con perspectiva de género, Fatoumata se sintió inspirada a dedicarse a la apicultura y recibió las herramientas necesarias para hacerlo.

Las abejas: aliados vitales en un mundo cambiante

Las abejas desempeñan una función decisiva en la agricultura y son vitales para la preservación del equilibrio ecológico y la biodiversidad en la naturaleza. La cría de abejas melíferas garantiza una mejor polinización de las plantas con flor. Esto significa más alimentos para nosotros y la fauna silvestre.

Sin embargo, en los últimos años, las abejas y el sector apícola han sufrido especialmente las repercusiones del cambio climático, que representan una grave amenaza para estas laboriosas criaturas, las cuales desempeñan un importante papel en la producción mundial de cultivos. A escala mundial, tres de cada cuatro cultivos que producen frutas o semillas para uso como alimento humano dependen, al menos en parte, de los polinizadores.

Mamadiang explica que el cambio climático también perjudica a las abejas y las actividades apícolas de la pareja: “Llegó un momento en todas las abejas abandonaron la colmena porque hacía demasiado calor allí y no tenían alimento ni agua en las cercanías”.

Este fue uno de los desafíos que abordaron la FAO y sus asociados mediante la iniciativa CasaMiel. “Gracias a la capacitación recibimos equipo moderno, incluidas colmenas que no retienen el calor, e información sobre cómo elegir el tipo de colmena y dónde colocarla”, señala Mamadiang.

Entre 2019 y 2020, la FAO colaboró con seis grupos de la cooperativa CAC/Miel, cada uno de los cuales gestiona una unidad de elaboración y un centro de envasado de miel en la zona. A través de la iniciativa Casa Miel, 49 parejas recibieron apoyo técnico y asistieron a talleres de capacitación en el idioma local, el peulh.

“También pudimos conseguir colmenas portátiles más livianas, que se pueden cargar y trasladar con mayor facilidad. Todo esto nos permitió adaptarnos e incluso aumentar nuestra producción apícola”, añade.

Gracias a estas actividades de capacitación, la venta de miel de la cooperativa CAC/Miel aumentó de 2 816 litros en 2019 a 8 840 litros en 2021.

Una escuela de campo para agricultores con una particularidad

La capacitación también mejoró la comprensión del papel fundamental que las mujeres desempeñan en la agricultura y la adaptación al cambio climático.

Los componentes de igualdad de género de las escuelas de campo para agricultores promovieron el debate entre las parejas acerca de temas tales como la autoestima, el liderazgo y la comunicación. Pudieron establecer paralelismos entre las desigualdades analizadas y sus situaciones personales y, por tanto, introducir cambios concretos en el hogar.

“La capacitación nos ha mostrado de qué manera podemos apoyarnos mutuamente como pareja. Antes yo tenía que hacer todo en casa, ahora comparto estas tareas con mi marido; trabajamos en equipo”, comenta Fatoumata.

“Ahora es como si estuviéramos funcionando en un nivel diferente”, explica Mamadiang. “Todas las decisiones se toman como familia”.

Fatoumata ha comenzado a compartir los conocimientos adquiridos gracias a la capacitación con otras mujeres de la comunidad y de otros lugares. Y ya está viendo resultados: “Es alentador ver que cada vez más mujeres se dedican a la apicultura. Mi grupo de la cooperativa está integrado principalmente por mujeres y presidido también por una mujer”.

La igualdad de género en favor de la adaptación al cambio climático

Mamadiang y Fatoumata demuestran que, al cuestionar los puntos de vista acerca del género y transformar las relaciones de poder, ahora están mejor preparados para combatir el cambio climático como equipo.

Cuando las mujeres tienen el mismo acceso que los hombres a los recursos productivos y los servicios, pueden aumentar notablemente los rendimientos de sus explotaciones y adaptarse a un clima cambiante. Aprovechar los conocimientos y las capacidades de las mujeres y contar con su participación constituyen oportunidades significativas para el desarrollo de soluciones nuevas y eficaces al cambio climático en beneficio de todos.

Fatoumata se enorgullece de haber encontrado un nuevo equilibrio. “Me siento valorada en mi relación y eso me hace feliz”, afirma.

Como pareja, se complementan entre sí: “Yo aporto la capacidad de adaptación”, dice Mamadiang. “Yo aporto la cualidad de la resiliencia”, añade Fatoumata. Adaptación y resiliencia, ¿qué mejor combinación para afrontar los retos de hoy para lograr un mañana mejor?

La historia original y las fotos relacionadas se pueden encontrar en: https://www.fao.org/fao-stories/article/es/c/1600064/.

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