Buenos Aires, 9 may (VOA) – Una huelga general, convocada por el poderoso sindicalismo argentino contra las reformas que intenta realizar el gobierno de cinco meses del presidente Javie Milei, tenía paralizado el país, que desde temprano el jueves no contaba con transporte público, bancos, supermercados y otros servicios.
La medida de protesta por 24 horas convocada por la Confederación General del Trabajo —CGT, la principal central sindical—y secundada por la Central de los Trabajadores de la Argentina se sentía con fuerza en Buenos Aires, donde prácticamente todos los gremios del transporte público se plegaron.
Posando en una imagen con una camiseta azul con letras blancas en la que se leía “Yo no paro” Milei, un libertario que asumió el 10 de diciembre, mostró en las redes sociales su disconformidad con la huelga que considera una herramienta política de los sindicalistas para minar su poder. “Viva la libertad, carajo” -el latiguillo preferido del mandatario- finalizó el mensaje.
En medio de la crisis económica que golpea al país desde hace varios años, el recorte de gastos dispuesto por Milei al asumir en diciembre ha eliminado momentáneamente el déficit fiscal y parece estar reduciendo una inflación superior al 250 % anual, pero también está aumentando la pobreza y el desempleo al derrumbar el consumo.
La protesta de los sindicatos se produce cuando el Senado discute una norma del oficialismo que flexibiliza las condiciones laborales y otorga al Gobierno amplios poderes para privatizar empresas públicas. Las reformas económicas, impositivas y del Estado que impulsa Milei buscan desmantelar regulaciones que prevalecieron durante décadas.
“Estamos protestando contra un modelo económico de exclusión, en el que cada día la gran mayoría de la población está un poquito peor. No hay casi sector de la economía que no se haya visto empobrecido desde el 10 de diciembre”, dijo a la televisión local Enrique Rositto, secretario de Comunicación de la Central de los Trabajadores de Argentina (CTA).
El portavoz presidencial, Manuel Adorni, desligó en una rueda de prensa el vínculo entre el paro y el debate legislativo de la ley impulsada por el Gobierno. Sin embargo, los sindicalistas insisten en que ésta perjudica a los trabajadores y que los ajustes propuestos no lo paga “la casta” (que para Milei son los que protegen sus propios privilegios, entre otras cosas), sino que recae sobre los sectores más vulnerables.
Buenos Aires prácticamente paralizada
El metro no funciona, así como las líneas ferroviarias urbanas, afectando con ello a millones de usuarios. Pocas decenas de autobuses prestaban su servicio y varias de ellas reportaron agresiones a los vehículos, cometidas aparentemente por sindicalistas que exigían una adhesión total a la huelga.
En tanto, los dos aeropuertos de Buenos Aires lucían prácticamente vacíos debido a la suspensión de cientos de vuelos. Aerolíneas Argentinas informó que canceló 191 vuelos afectando a cerca de 24.000 pasajeros, lo que representará pérdidas por cerca de dos millones de dólares.
En tanto, la actividad comercial estaba medio paralizada en la capital, como si fuera un día feriado, y aunque colegios privados y públicos abrieron sus puertas muchos docentes se ausentaron por la falta de transporte público.
Los mercados tenían una actividad reducida el jueves, ya que los bancos permanecerán cerrados porque sus empleados se plegarán al paro.
“Un día sin trabajar nos complica mucho”, dijo Alfredo González, presidente de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa a la televisión local, un día después de que el ente de estadísticas informó que el Índice de Producción Industrial manufacturero del país cayó 21,2 % interanual en marzo.
Esta es la segunda huelga general desde que asumió Milei, una medida cuyo acatamiento la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, dijo era imposible de medir porque muchos argentinos no pudieron ir a trabajar por falta de transporte.
“Los trabajadores van a perder dinero por los burócratas de siempre (…) Que se dejen de joder y vayan a laburar (trabajar)”, dijo Bullrich a periodistas. En tanto, el portavoz Adorni calificó el paro como “político e inentendible”.
La CGT encabezó el 24 de enero su primera huelga nacional a poco más de un mes de la asunción de Milei. El movimiento obrero ha denunciado el desguace del Estado y la desprotección social que implicarían las reformas laborales del gobierno de Milei.
También afirmó en un documento que “en nombre de una mal entendida libertad de mercado, (el gobierno) implementa un ajuste brutal que sufren especialmente los sectores de menores ingresos, las clases medias asalariadas, jubilados y pensionados”.
“Perjudican a todos los que quieren laburar, hay mucha gente que quiere laburar y evidentemente no va a poder ir y le descuentan el día”, dijo a Reuters Walter Fernández, de 44 años.
Por su parte, Marcos Rivadero, un diseñador de 47 años, fue más crítico y calificó a los sindicatos como “extorsionadores”.
“Usan a la gente, usan a los que dicen representar”, afirmó. “Un ciudad fantasma, no puede funcionar una ciudad así. Un país no puede funcionar así con gente que vive del Estado”, concluyó.
En tanto, Héctor Díaz, de 45 años y empleado en una empresa de seguridad, dijo a AP que tuvo que recurrir al transporte privado para llegar a su lugar de trabajo. “Me genera cansancio y estrés”.
“Milei no se merece el paro porque tiene cinco meses en su gestión… están perjudicando a la nación completa. Hemos recibido un país bastante precario y no lo dejan gobernar”, afirmó Díaz.
La huelga tiene lugar en una semana marcada por protestas en contra de las políticas de Milei. El lunes trabajadores de distintos sectores del transporte realizaron asambleas en sus lugares de trabajo, lo que en algunos casos alteró los servicios. El martes organizaciones sociales izquierdistas bloquearon los accesos a Buenos Aires y realizaron cortes en otros puntos del país.