Tel Aviv, 29 sep (elmundo.cr)-Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) aseguraron este domingo que, durante un bombardeo sobre un búnker en la zona de Dahieb, al sur de Beirut, el pasado viernes, Hasan Nasrallah, líder máximo de Hezbolá, fue abatido.
Sin embargo, el objetivo no era únicamente él. En el ataque, en el que se usaron aviones de combate, también murieron al menos 20 altos mandos de la organización chiita, según fuentes militares israelíes.
La operación, calificada por las FDI como un “golpe estratégico”, apunta a haber sido un ataque planeado con detalle durante semanas. El cuartel general subterráneo de Hezbolá, donde se encontraban los líderes del grupo, estaba escondido bajo un edificio residencial en Dahieh, un barrio densamente poblado de la capital libanesa.
Las autoridades israelíes han enfatizado que esperaron el momento adecuado para realizar el ataque, coincidiendo con una reunión clave de la cadena de mando de Hezbolá.
Hezbolá, aunque ha sido reservada respecto a sus pérdidas, reconoció a lo largo del fin de semana que, además de Nasrallah, otros tres de sus comandantes cayeron en el ataque y otros incidentes posteriores.
Entre los lugartenientes fallecidos se encuentran Ibrahim Hussein Jazini, jefe de seguridad de Nasrallah, y Samir Tawfiq Dib, confidente y asesor cercano del líder. Jazini era una figura clave para la protección del líder, mientras que Dib, con años de lealtad a su lado, tenía acceso a las decisiones más estratégicas del grupo.
Las pérdidas no se detuvieron ahí. El domingo, el grupo confirmó la muerte de Hasán Jalil Yasín, comandante del frente norte y miembro del aparato de inteligencia, además de Nabil Qaouk, jefe del consejo de seguridad y miembro del consejo central. También murió Ali Karaki, comandante de las fuerzas en el sur del Líbano. Según las FDI, Karaki se encontraba en el búnker junto a Nasrallah al momento del ataque.
Desde Israel, el jefe del Estado Mayor de las FDI, el teniente general Herzi Halevi, envió un mensaje contundente: “Sabemos que podemos alcanzar a quien sea que amenace a nuestros ciudadanos”. En un video difundido tras la operación, Halevi dejó claro que el ataque fue parte de un esfuerzo coordinado para golpear a la cúpula de Hezbolá y desarticular su liderazgo.
Por su parte, Hezbolá ha prometido venganza. Desde el sábado, milicianos de la organización han lanzado decenas de cohetes desde el sur del Líbano hacia el norte de Israel. Las alarmas antiaéreas han sonado en las regiones de Galilea y Haifa, mientras que algunos proyectiles alcanzaron la bahía de Haifa. En respuesta, Israel lanzó una nueva ola de bombardeos contra posiciones de Hezbolá en el Líbano, en uno de los cuales, 17 miembros de una familia libanesa perdieron la vida, según informes locales.
El conflicto amenaza con desestabilizar aún más la región, con el primer ministro libanés, Najib Mikati, advirtiendo que hasta un millón de personas podrían ser desplazadas si la violencia continúa. La Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) reportó que más de 80 mil personas ya han cruzado hacia Siria desde el 23 de septiembre.
Además del Líbano, Israel amplió sus operaciones militares a Yemen, donde lanzó una serie de bombardeos contra las posiciones de los rebeldes hutíes, quienes también han expresado su apoyo a Hezbolá y Hamás.