Existe un cereal especial y nutritivo que nace del fuego. Algunos lo llaman “farik” o “frik”, pero su verdadero nombre es freekeh, que procede de la palabra árabe farak: “frotar”.
Norma Kozah Rahmeh y sus hijas gemelas, como otras cultivadoras del valle de Bekaa en el Líbano, cosechan este trigo duro antes de que acabe de madurar. Lo apilan, lo secan al sol y después, con sumo cuidado, le prenden fuego de forma que solo ardan la paja y la cascarilla.
El grano joven, gracias a su alto grado de humedad, resiste el fuego y, después de una vigorosa fricción, se desprende en forma de deliciosas semillas verdes de sabor ahumado: el freekeh.
Este cereal, un elemento utilizado desde tiempos inmemoriales en las cocinas levantina y norteafricana y aún hoy muy popular en muchos países de la cuenca del Mediterráneo, es un ingrediente perfecto para pilafs, salteados, risottos y sopas, o simplemente para mezclar con pollo, pescado y otras carnes.
En los campos del valle de Bekaa, antiguamente el granero del Imperio Romano, el freekeh conoce un nuevo auge gracias en parte a un grupo de mujeres rurales que se dieron cuenta de su valor nutritivo, cultural y económico.
Una nueva oportunidad
La Asociación de Mujeres de Deir al-Ahmar se creó hace más de dos decenios, cuando la situación económica en la región, con un alto grado de emigración juvenil y una escasa presencia de las mujeres en el sector productivo, empezaba a ser crítica.
La Asociación deseaba mejorar el nivel de vida de las mujeres y sus familias en la localidad de Deir al-Ahmar con la esperanza de contribuir a crear nuevas oportunidades económicas.
Las mujeres de la Asociación vieron en el freekeh una oportunidad para conseguir precisamente eso. A fin de reintroducir este cereal en la zona, organizaron talleres en colaboración con el Ministerio de Agricultura del Líbano para que las mujeres aprendieran la forma tradicional de elaborar el trigo verde y preparar este plato.
Posteriormente, la Asociación se dedicó a desarrollar la cadena de producción en varias etapas y, con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), obtuvo el equipo necesario para tostar, elaborar y envasar el trigo verde.
Año tras año, la Asociación de Mujeres de Deir al-Ahmar ha crecido y ha tratado de mejorar la calidad y la cantidad de su producto, con lo que Deir al-Ahmar se ha convertido en un destino donde probar el delicioso freekeh en recetas innovadoras que incluyen ensaladas y dulces.
Recogido en los campos y servido en la mesa
Después de asistir a un taller en el centro de la Asociación de Mujeres de Deir al-Ahmar, Norma Kozah Rahmen y sus hijas, que la ayudan cuando se lo permiten sus obligaciones en la escuela técnica, cultivan freekeh por primera vez en su propio huerto.
“Ahora soy consciente de su valor económico y nutritivo… Este año yo misma cultivo el trigo en mi parcela y produzco freekeh para mi familia; además, vendo lo que sobra, porque ahora hay una gran demanda”, dice Norma.
La Asociación es uno de los 255 grupos de mujeres que se benefician de un proyecto de la FAO financiado por el Gobierno del Canadá en apoyo de las cooperativas, las asociaciones y los grupos informales de mujeres en el sector agroalimentario del Líbano. Las integrantes de la Asociación están inscritas en escuelas de negocios para cooperativas de la FAO y reciben capacitación relacionada con los negocios, la comercialización, la comunicación, la igualdad entre los géneros y otras cuestiones.
Gracias al proyecto, muchas mujeres rurales de Deir al-Ahmar se están convirtiendo en empresarias y en integrantes activas de la Asociación. El proyecto también ha puesto a su disposición un moderno invernadero cerca de la sede de la Asociación, donde las mujeres pueden secar el freekeh, así como frutas y hortalizas.
“Antes de construirlo [el invernadero], teníamos que alquilar un local o un garaje para secar y prender fuego al freekeh, pero, con la ayuda de la FAO, todo el proceso se ha simplificado mucho”, dice Mona Imad, integrante de la Asociación.
Gracias a la producción de freekeh, de la granja a la mesa, las mujeres rurales del Líbano, quienes se veían limitadas en muchos casos al trabajo no remunerado en casa, ahora no solo cultivan su propio trigo, sino que además lo elaboran, lo cuecen y lo venden en las instalaciones de la sede de la Asociación. Esta confía en aumentar el volumen de producción de freekeh, mejorando a la vez su calidad, su inocuidad y su comerciabilidad.
“Con este trabajo, pago los estudios de mi hija y nuestros medicamentos. Animo a todas las mujeres a que cultiven el trigo en sus campos”, dice Kozah Rahmen, que también ha aprendido a preparar y vender mermeladas, encurtidos, trigo bulgur y kichik, un producto lácteo tradicional, para dar de comer a su familia a lo largo de todo el año.
“De esta forma podemos hacer frente a la crisis económica y a las difíciles condiciones meteorológicas del invierno, cuando las carreteras quedan cortadas por la nieve. Con nuestro trabajo cotidiano, estamos mejorando nuestra situación económica y logrando seguridad alimentaria”, subraya.
Aunque las mujeres libanesas representan el 43 % de la fuerza de trabajo agrícola, en el país se concede aún escaso reconocimiento a su importante papel en la agricultura.
La FAO está aumentando la concienciación acerca de la igualdad entre los géneros, al tiempo que fomenta la capacidad en las comunidades rurales y organizaciones de agricultores.
Financiado por el Gobierno del Canadá, el proyecto Support to Women’s cooperatives and associations in the agrifood sector of Lebanon (Apoyo a las cooperativas y asociaciones de mujeres en el sector agroalimentario del Líbano) tiene por objeto empoderar a las mujeres rurales libanesas y mejorar sus medios de vida a través de la creación de capacidad, las subvenciones y la remuneración en efectivo por trabajo.