Roma, 15 set (elmundo.cr) – La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha iniciado una nueva etapa con una estructura y una dinámica nuevas. El plazo para el cumplimiento de la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se está aproximando y resulta imperioso cambiar nuestros sistemas agroalimentarios de forma integral. Esta transformación exige un enfoque sistémico y nuestra acción colectiva, codo a codo con productores, distribuidores y consumidores, conjuntamente con gobiernos, el sector privado, el ámbito académico y la sociedad civil.
De eso trata la próxima Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios y eso es lo que en la FAO queremos conseguir, junto con todos nuestros asociados, mediante el nuevo Marco estratégico para 2022-2031. Las medidas adoptadas por todos y cada uno de nosotros tienen consecuencias en el futuro de nuestro planeta a través de nuestros sistemas agroalimentarios.
La Cumbre llega de manera oportuna. Tras disminuir durante decenios, el número de personas que padecen hambre ha aumentado en los últimos cinco años y actualmente asciende a 811 millones de personas. Al mismo tiempo, la obesidad y otras enfermedades no transmisibles son problemas crecientes de ámbito mundial que están relacionados con los hábitos de consumo y con dietas no lo suficientemente saludables y variadas. Muchas de las prácticas agroalimentarias actuales afectan también gravemente a nuestro planeta. Nuestros sistemas agroalimentarios no funcionan bien. ¿Qué hemos de hacer para transformarlos? ¿Cómo incide cada individuo en el proceso?
La FAO, como principal organización internacional en este ámbito, viene promoviendo y apoyando la transformación de los sistemas agroalimentarios. El “sistema agroalimentario” comprende el recorrido de los alimentos desde su cultivo hasta la mesa, esto es, desde que se plantan, cultivan, cosechan, procesan, envasan, transportan, distribuyen, comercializan, adquieren, preparan, consumen y eliminan. Asimismo, engloba productos no alimentarios, como la actividad forestal, la cría de animales, el uso de materia prima y la biomasa para producir biocombustibles y fibras; constituye todas las actividades, inversiones y decisiones que se llevan a cabo, y repercute en los medios de vida de todas las personas que contribuyen a que estos productos agroalimentarios lleguen hasta nosotros.
Gracias a sus conocimientos especializados, que abarcan desde la política y la viabilidad, la innovación científica, la tierra y el agua, la ganadería y la pesca hasta la biodiversidad y el clima, la labor normativa y en materia de inocuidad de los alimentos, los datos geoespaciales y la tecnología digital, la FAO ha desempeñado un papel destacado en el apoyo a la preparación de esta importante Cumbre mundial y, más importante aún, en consonancia con su mandato, asumirá el liderazgo para aplicar las medidas de seguimiento tras la Cumbre.
En julio, se celebró con gran éxito en la Sede de la FAO, en Roma, el acto previo a la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios. Junto con el Economista Jefe y la Científica Jefe de la FAO, he formado parte de los órganos asesores, los grupos científicos y las líneas de acción de la Cumbre. Hemos trabajado estrechamente con colegas expertos tanto dentro como fuera del sistema de la Naciones Unidas. Con presencia en más de 130 países, nuestros equipos sobre el terreno han apoyado “diálogos nacionales” que contribuyen a los resultados de la Cumbre y las prioridades nacionales velando por que sean específicos y se orienten a la búsqueda de soluciones.
La transformación de nuestros sistemas agroalimentarios mundiales se basa en última instancia en las medidas adoptadas en los planos nacional y local. La cultura es un aspecto importante. Basta solo con observar las tradiciones culinarias para ver cuán diversos son los sistemas agroalimentarios entre los países y dentro de ellos. Más de la mitad de nosotros, esto es, en torno a 4 500 millones de personas, obtenemos nuestros medios de subsistencia directamente de la cadena de producción, la cadena de suministro y la cadena de valor agroalimentarias. Todos somos consumidores de alimentos y podemos cambiar las reglas del juego.
¿Qué se necesita para llevar a cabo la transformación? En la FAO, hemos determinado cuatro aceleradores transversales o intersectoriales, a saber, tecnología, innovación, datos y “complementos” (gobernanza, capital humano e instituciones). La FAO se ha organizado y preparado mejor durante los dos últimos años para liderar el proceso. Nuestro nuevo Marco estratégico aprobado por los Miembros se centra en apoyar el logro de los ODS a través de la transformación hacia sistemas agroalimentarios MÁS eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles en favor de las “cuatro mejoras”, esto es, una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor.
Hemos reformado nuestra estructura orgánica para que sea más modular y ágil a fin de prepararnos para cumplir adecuadamente nuestra función. Por ejemplo, la reciente creación de un puesto de Científico Jefe, junto con una Oficina para la Innovación y la Oficina para los Objetivos de Desarrollo Sostenible son medidas concretas dirigidas a fortalecer el papel de la ciencia y la innovación a fin de complementar la labor socioeconómica dirigida por el Economista Jefe para sustentar la transformación, así como para hacer un seguimiento del logro de los ODS. La innovación no solo gira en torno a la tecnología. También se trata de enfoques y políticas. Se trata de la mentalidad.
Los países, las comunidades y las industrias determinarán sus vías para la transformación. Nuestro objetivo es pragmático: reforzar el sentimiento de pertenencia de los Miembros y apoyarles predicando con el ejemplo y logrando resultados concretos sobre el terreno.
La FAO tiene los conocimientos especializados y redes, así como una amplia gama de instrumentos para brindar asistencia. Nuestra iniciativa Mano de la mano ha establecido las plataformas geoespaciales de libre acceso que pueden calcular la cubierta forestal, el potencial de almacenamiento de carbono y las tasas de evaporación del agua. Nuestros sistemas de redes de alerta temprana pueden advertir de próximas sequías o plagas de cultivos. Nuestras aplicaciones calculan las condiciones de la oferta y la demanda de forraje en zonas expuestas a sequías o conflictos. Además, mediante nuestra labor analítica, incluido nuestro nuevo trabajo de modelización, se evaluaron recientemente las repercusiones y compensaciones recíprocas de las medidas y sistemas propuestos que suelen tener efectos sociales, económicos y ambientales perjudiciales, además de determinar la forma de aprovechar mejor los apoyos fiscales en favor de los sistemas agroalimentarios.
La FAO se halla en una posición idónea y está preparada para asumir plena responsabilidad después de que se establezcan los resultados de la Cumbre, así como para avanzar a fin de catalizar los efectos junto con todas las partes interesadas y amigos.
Los sistemas agroalimentarios son complejos y diversos. Todos coincidimos en que no se va a hacer efectivo su pleno potencial si seguimos haciendo las cosas como hasta ahora. Debemos crear soluciones para lograr las “cuatro mejoras” y no dejar a nadie atrás. La FAO tiene la capacidad de liderar este proceso con sus asociados en aras de un mundo mejor.