Estudio alemán ve viable y económico tratar residuos radiactivos

ARCHIVO - La central alemana Isar 2, una de las últimas que produjeron energía nuclear en el país antes de su cierre en 2023. Ahora, un estudio determina que el tratamiento de los residuos radiactivos de este tipo de centrales es viable y económico, de modo que se pueden aprovechar ciertos materiales presentes en ellos a un coste asumible, además de reducir el tiempo de latencia de la radiactividad presente en ellos. Foto: Armin Weigel/dpa

Los residuos radiactivos de las centrales nucleares pueden convertirse en elementos mucho menos nocivos, según afirmaron expertos de la Universidad Técnica de Múnich y de la autoridad alemana de inspección técnica TÜV.

El estudio de ejecución para la construcción de la llamada planta de transmutación fue encargado por la Agencia Alemana de Avances Innovadores (SPRIND) y fue publicado hoy.

La transmutación es un tratamiento especial de los residuos radiactivos. Su principal objetivo es reducir la intensidad y duración de la radiactividad de los residuos. Consiste en bombardear con neutrones los núcleos atómicos de las antiguas barras de combustible, lo que provoca su desintegración en elementos menos peligrosos.

Además de la propia conversión de los residuos radiactivos, el proyecto también permite recuperar diversos materiales valiosos todavía presentes en las barras de combustible gastadas, como uranio, rodio y rutenio.

Los gases nobles xenón y kriptón también se producen durante el proceso de conversión, junto con cesio y estroncio, que se utilizan en medicina e investigación. El proceso genera mucho calor, que podría alimentar las redes de calefacción urbana.

Una de las 16 instalaciones de almacenamiento provisional de residuos nucleares se consideraría como posible ubicación, entre otras cosas porque así se evitaría tener que trasladar los residuos a través de Alemania.

El país cuenta con dos almacenes provisionales centrales y 14 descentralizados, 12 de ellos situados en antiguas centrales nucleares o cerca de ellas.

SPRIND afirma que el estudio concluye que la primera planta piloto sería muy rentable y recuperaría varias veces los costes de inversión, cifrados en unos 1.500 millones de euros (unos 1.600 millones de dólares) y los costes de explotación anuales de unos 115 millones de euros.

Los residuos hasta ahora no reciclables podrían, a través del proceso propuesto, reducir su periodo radiactivo de un millón de años a unos ocho siglos.

Por su parte, La Oficina Federal de Seguridad en la Gestión de Residuos Nucleares (BASE) reaccionó con reservas ante los planteamientos vertidos en el estudio.

Consideró que las ideas del estudio no son fundamentalmente nuevas e inicialmente suena tentador “convertir los residuos radiactivos de alta actividad de tal manera que un depósito geológico profundo resultara superfluo”. La entidad añadió que, “sin embargo, no cree que esta afirmación sea factible basándose en los hallazgos disponibles hasta la fecha”.

Explicó que la instalación prevé tres componentes -un acelerador de partículas, una instalación de reprocesamiento nuclear y un nuevo tipo de reactor nuclear-, ninguno de los cuales existe en la actualidad.

Según la declaración, los avances tecnológicos necesarios para llevarla a cabo con éxito solo han sido planteados sobre el papel o, como mucho, están a nivel de estudios de laboratorio.

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