Por Marco Rauch (dpa)
Berlín, 4 oct (dpa) – El perro es el mejor amigo del hombre, según suele decirse. Y, de hecho, existe desde hace largo tiempo un vínculo muy cercano entre ambos.
Sin embargo, aún no pudo esclarecerse con absoluta claridad cuándo y porqué tuvo lugar la domesticación y finalmente se arraigó esta amistad duradera entre ambos.
Juliane Bräuer, jefa del grupo de investigación de estudios caninos del Instituto Max Planck de Geoantropología, esboza una teoría: “Mi tesis es que su nariz desempeñó un gran papel”.
Para eso, resulta necesario echar un vistazo a los inicios de esta relación. Existen diversas estimaciones sobre hace cuánto tiempo conviven perros y seres humanos. Bräuer estima que esto comenzó hace unos 30.000 años.
Al igual que otros investigadores, no puede decir con total certeza qué fue exactamente lo que condujo a esta cercanía. Aunque, según señala, “obviamente encajamos juntos en términos de estructura social. Pero algo debe haber hecho que esta convivencia fuera exitosa”.
Lo más probable es que la caza haya desempeñado un papel importante, sospecha esta experta, y alude al hocico del perro. “Por supuesto, en lo que el perro es claramente superior es en el olfato”.
Mientras que los humanos no son especialmente buenos procesando olores de forma consciente, en los perros alrededor de una quinta parte del cerebro es responsable únicamente del sentido del olfato.
“Cuando sigue un rastro, tiene una imagen precisa en la cabeza de lo que debe haber al final de ese rastro”, señala la experta. Y agrega que en las pruebas en las que se trazaba una pista pero había otra cosa en el lugar de destino, los canes continuaban con la búsqueda.
Según el periodista científico británico Ed Yong, los perros tienen incluso un sentido del tiempo diferente gracias a su fino olfato: mientras que los humanos perciben su entorno prácticamente en tiempo real, a través de la velocidad de la luz y el sonido, principalmente a través de sus ojos y oídos, los perros también pueden leer el pasado inmediato y el futuro a través de su olfato.
Porque después de que un ser vivo haya abandonado un lugar, sus moléculas pueden permanecer durante mucho tiempo. O incluso adelantarse. Por ejemplo, los perros pueden anticipar la llegada de su dueño. O también estimar cuánto tiempo hace que se fue, en función de la intensidad con la que aún lo huelan.
Los humanos ya utilizaban el fenomenal olfato canino para cazar: es sabido que los perros y sus antepasados lobos les indicaban el camino hacia la presa.
Y todavía hoy nos beneficiamos del olfato de nuestros amigos de cuatro patas. Por ejemplo, la policía cuenta con perros rastreadores que ayudan en la búsqueda de personas, drogas, explosivos, dinero en efectivo o soportes de datos.
Incluso en medicina a veces se utilizan perros porque pueden olfatear enfermedades. En la pandemia de coronavirus, se demostró que los perros podían detectar a las personas infectadas con el virus.
Pero, por supuesto, es mucho más que el olfato lo que une a perros y seres humanos hasta el día de hoy. No solamente los humanos eligieron a los perros, sino que los perros también seleccionaron a los humanos como una especie de compañero, afirma Bräuer, del Instituto Max Planck. Con ningún otro animal existe una relación tan íntima, agrega.
De acuerdo con los datos de los que dispone Bräuer, hay varios factores que resultan decisivos, como que debe tratarse de un animal social. “Ahí por ejemplo ya quedan excluidos los gatos”, apunta la investigadora.
Además, el animal debe estar subordinado y no ser peligroso, lo que -en la mayoría de los casos- se aplica a los perros. “Obviamente, también encajamos en términos de estructura social”.
Los perros tienen una actitud muy positiva hacia las personas. Disfrutan trabajando y jugando junto a los seres humanos, y no solo con golosinas como recompensa. “Creo que eso es lo que los distingue de otras mascotas”, concluye.