Por Hubert Kahl y Takis Tsafos (dpa)
Atenas, 5 jul (dpa) – El referéndum que hoy se celebra en Grecia supone el fin de otro capítulo de la crisis económica griega. Tras la consulta popular se abre un nuevo periodo que nadie sabe a dónde llevará.
El primer ministro griego, Alexis Tripas, fue celebrado como una estrella del pop por sus seguidores en el colegio electoral donde depositó sonriente y optimista su voto ante decenas de cámaras de televisión.
La sorprendente convocatoria del referéndum supuso una aluvión de críticas desde otros países, pero Tsipras no se ve como un instigador, sino como un luchador por una nueva Europa.
“Estoy seguro de que mañana abriremos un nuevo camino para todos los pueblos de Europa”, afirmó hoy ante las urnas del local electoral del centro de Atenas. “Hoy es un día de celebración porque la democracia es una celebración”, agregó.
Pero muchos griegos no comparten el optimismo de su primer ministro. Temen que el “no” (“oxi”) a las propuestas de los acreedores por el que ha abogado Tsipras desemboque en una salida de Grecia de la zona euro y suma al país en el caos.
“No me gustaría volver a los años 60 y 70”, aseguró una jubilada a la entrada de un local electoral. “A mí tampoco, de ninguna manera. Quiero seguir perteneciendo a Europa”, agregó una de sus acompañantes. “Quiero a Grecia fuera de la Unión Europea”, aseguró en cambio otro pensionista en el barrio ateniense de Thissio. “¿Recortar por ellos mi pensión? ¡No!”, añadió contundente.
Casi diez millones de griegos están llamados a decidir si aceptan o no las propuestas de reforma y recortes de los acreedores internacionales. Junto a la pregunta, formulada de forma compleja, pueden escoger entre marcar la casilla del “Oxi” (“no”) o del “Nai” (“sí”). Quienes decidan abstenerse pueden meter en el sobre una papeleta en blanco.
Para la prensa internacional el referéndum supone una decisión histórica, no sólo para Grecia sino para el futuro de toda la Unión Europea.
En Grecia la consulta dividió profundamente a la población, incluso en el seno de muchas familias. “¿No puedo convencerte en el último momento a que votes “sí”?”, preguntaba un ateniense a su mujer en un colegio electoral. “Oxi”, respondió ella, dejando claro que marcaría la casilla del “no”.
Durante la votación se olvidó un poco que el resultado del referéndum no cambiará la dramática crisis que vive el país. Prácticamente todos los comentarios de la televisión helena están de acuerdo en ese punto: “Independientemente de que gane el ‘sí’ o el ‘no’, los problemas del país seguirán siendo los mismos”, opinan.
Los bancos griegos están cerrados desde hace una semana, en la que los griegos sólo pudieron sacar 60 euros al día de los cajeros automáticos y los pensionistas que no tienen tarjeta obtuvieron un total de 120 euros en ventanilla. Los griegos se preguntan preocupados cuándo volverán a abrir los bancos y si en los próximos días se acabará en dinero en los cajeros. Entre la población circula el temor a que puedan llegar a recortarse los depósitos bancarios para evitar el colapso de las entidades financieras.
El gobierno intenta alejar esos temores y desmintió que existan planes para recortar los depósitos. El ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, aseguró incluso que los bancos volverán a abrir el martes, aunque agregó que para ello será necesario alcanzar un acuerdo con los acreedores. Y nadie sabe cuándo se llegará a eso.
En tanto, el control de capitales decretado por el gobierno empezó a dejarse sentir en parte de la economía helena. Especialmente afectado se ha visto el turismo, el principal sector del país. Los hoteles lamentan un fuerte retroceso de las reservas, sobre todo por parte de ciudadanos griegos. “Ya no viene ningún griego porque tiene que ahorrar”, dijo Dimitris Skalidis, dueño de un hotel.
Los productores de alimentos advierten que en los próximos días podrían escasear algunos víveres, sobre todo los que Grecia importa y que resulta difícil adquirir ahora debido al control de capital.
