El “mal personificado”: Bayer y la cruz que supone Monsanto

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ANÁLISIS

Por Benedikt von Imhoff (dpa)

Transgénicos, presión sobre agricultores y disputas continuas sobre patentes: casi ninguna otra empresa internacional es tan controvertida como el fabricante de semillas estadounidense Monsanto.

Para unos, sus cereales modificados genéticamente son la solución para el hambre en el mundo. Los críticos alertan de la dependencia de una omnipotente multinacional y se remiten, además, al uso del herbicida de amplio espectro glifosato, que está bajo sospecha de causar cáncer.

“Monsanto es el grupo que personifica el mal de la industria agropecuaria, agrícola y química”, afirma Dirk Zimmermann, experto agrícola de la organización en defensa del medio ambiente Greenpeace.

Y exactamente esta empresa es la que quiere comprar el grupo farmacéutico y químico alemán Bayer. Sería el apogeo espectacular de una ola de fusiones gigantescas que azota el sector actualmente.

Tanto los alemanes como Monsanto confirmaron los primeros contactos para efectuar la fusión. Desde el punto de vista empresarial, la operación suena sensata, como el analista Jacob Thrane del Baader Bank escribió en una evaluación, ya que ambos grupos empresariales se complementan.

Monsanto está extraordinariamente representado en América y Bayer cubre los continentes de Asia y Europa. Monsanto es fuerte en semillas, Bayer en pesticidas. “Una unión así fortalecería a Bayer (…) en su negocio principal”, justificó el grupo alemán al dar a conocer su noticia.

Sin embargo, la noticia de la adquisición llega en un mal momento. Desde hace días se discute de nuevo intensamente sobre la sustancia glifosato, que Monsanto emplea en su herbicida “Roundup”. Hasta ahora, los miembros de la Unión Europea no han podido acordar si prorrogar o no el permiso para el uso de glifosato en su territorio.

Monsanto desmiente enérgicamente que el glifosato sea peligroso para la salud de las personas y se remite a un comunicado de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el que se indica que no existen pruebas de que esta sustancia cause cáncer.

El posible acuerdo millonario arroja un rayo de luz en el uso de transgénicos en la agricultura. “Monsanto se enfrenta como ninguna otra empresa al problema de transgénicos”, indicó Zimmermann. Como líder en el sector agrícola Monsanto es a pesar de todo el enemigo preferido de todos los contrarios a los transgénicos.

El enojo forma parte del negocio de la empresa estadounidense. Monsanto participó en la fabricación del herbicida “Agente Naranja”, que el Ejército estadounidense empleó en la guerra de Vietnam. Y todo el tiempo se afana en quitar importancia a las acusaciones sobre el efecto nocivo de sus productos.

A esto hay que sumar incontables escaramuzas jurídicas. Puesto que los contratos, que la empresa firma con los agricultores, establecen que el agricultor no puede posteriormente simplemente cultivar tipos de plantas protegidas por el derecho de patentes y sembrarlas en sus campos, sino que debe comprar siempre nuevas semillas de Monsanto. De manera parecida trabajan otros fabricantes.

El modelo de negocio de Monsantos es simple: puesto que la población mundial no deja de crecer, también es necesario producir cada vez más alimentos y aquí es donde los estadounidenses ofrecen, con ayuda de los transgénicos, tipos de plantas productivas o sencillas de recolectar, una solución tentadora para países en desarrollo o emergentes.

Además, las plantas son inmunes a los herbicidas que Monsanto ofrece al mismo tiempo. El negocio es lucrativo: en 2015, el grupo obtuvo un beneficio neto de 2.300 millones de dólares (2.050 millones de euros). Esto hace a la empresa tanto más valiosa. Monsanto tiene un valor en Bolsa de cerca de 42.000 millones de dólares.

La noticia hizo caer en el acto las acciones de Bayer. “El mercado valora el precio de compra como demasiado elevado”, opinó Jürgen Kurz, de la asociación protectora de inversores DSW.

Los elevados costes fueron en perjuicio del beneficio, alertó. Además, los expertos creen que Bayer sólo podrá llevar a cabo la fusión con un incremento del capital y desprendiéndose finalmente de su filial química Covestro. No obstante, la mala imagen de Monsantos no desempeña papel alguno. “La Bolsa es insensible a eso”, aseguró Kurz.

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