El kirchnerismo, entre el fin de ciclo y la continuidad

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Cristina-FernandezANÁLISIS

Por Cecilia Caminos (dpa)

Buenos Aires, 7 ago (dpa) – El kirchnerismo se debate entre el final de un ciclo y la expectativa de que un triunfo del peronista Daniel Scioli le permita mantener el poder que gestó en 12 años de gobierno, por lo que volcó todo el aparato partidario y oficial a respaldar al precandidato del Frente para la Victoria (FpV) en las primarias de este domingo.

Scioli, de 58 años, se inició en la política de la mano del ex presidente peronista Carlos Menem (1989-1999) y no es un kirchnerista puro, pese a que acompañó al movimiento desde el inicio.

En las últimas horas, el gobernador de la provincia de Buenos Aires buscó además tomar cierta distancia en busca del voto de los indecisos e independientes, aunque sin romper su alineamiento con Cristina Fernández de Kirchner.

“El cambio será a partir de los sólidos cimientos” legados por Fernández de Kirchner, aseveró Scioli en su cierre de campaña. Pero aclaró: “Lo voy a hacer a mi manera y con un alto sentido de la responsabilidad”.

La decisión de Fernández de Kirchner de avalar a Scioli como el único postulante presidencial del Frente para la Victoria (FpV, peronista) oficialista para las elecciones del 25 de octubre, tras pedir a los rivales internos que depongan sus ambiciones, muestra el fracaso de su agrupación en gestar en sus 12 años de gobierno un candidato propio y competitivo para continuar “el modelo”, como los kirchneristas definen a su propuesta política.

La Constitución prohíbe a la presidenta postularse a un tercer mandato consecutivo luego de sus dos períodos (2007-2011 y 2011-2015), que inició al recibir el bastón de mando de manos de su esposo Néstor Kirchner (2003-2007, fallecido en 2010), en un hecho inédito en la historia democrática.

Los aspirantes del FpV a la sucesión presidencial se multiplicaron, pero ninguno superaba la intención de voto que obtenía Scioli, un candidato visto con recelo por los kirchneristas más duros por su buena relación con todos los sectores políticos y su actitud más dialoguista.

Cuando la pelea amenazó con sacudir la estructura del peronismo, Fernández de Kirchner pidió un “baño de humildad” y bendijo a Scioli como candidato único en las primarias.

Fernández de Kirchner transcurre sus últimos meses de gobierno, antes de entregar el poder el 10 de diciembre, con un aceptable nivel de adhesión luego de casi ocho años de gestión, cercano al 40 por ciento.

Pese a dos derrotas en elecciones legislativas en 2009 y 2013, la presidenta mantuvo la iniciativa política y el poder de gestión hasta el final, ante una oposición fragmentada que no supo nuclear el descontento de amplios sectores.

En una señal de la polarización de la sociedad argentina, “la grieta” que se abrió entre los “K” y los “anti K”, el gobierno de Fernández de Kirchner cuenta también con un alto nivel de rechazo, que ronda también el 40 por ciento, lo que implica un techo a la hora de captar votos.

Allí es donde talla Scioli como candidato del FpV pero de claro sello justicialista, el movimiento que creó Juan Domingo Perón el siglo pasado y que aún tiene profundas raíces en las clases medias y bajas a lo largo de todo el país, con una capacidad para atraer votantes por fuera de la agrupación oficialista.

Scioli, laureado piloto de motonáutica, entró a mediados de los 90 en la política de la mano de Menem, quien lo llevó al Partido Justicialista (PJ, peronista). Fue diputado, luego secretario de Turismo durante el gobierno del peronista Eduardo Duhalde y en 2003 fue convocado por Kirchner como su compañero de fórmula.

Desde 2007 gobierna la provincia de Buenos Aires, el distrito más importante tanto a nivel demográfico como económico del país pero también uno de los más complejos de administrar.

Es uno de los políticos de mejor imagen, con una capacidad asombrosa de mantener su discurso positivo y optimista aún en los peores momentos, como cuando perdió su brazo derecho en un accidente de motonáutica. Consagrado dirigente peronista, consigue además atraer votos más allá del kirchnerismo. Cuenta además con estrechos vínculos con los gobernantes provinciales peronistas, un apoyo clave a la hora de proyectar una gestión presidencial en la Argentina.

Las primarias del domingo mostrarán la verdadera fortaleza de Scioli de cara a las elecciones presidenciales del 25 de octubre y sus posibilidades de ganar en primera vuelta. Cómo se comportará el dirigente peronista en caso de llegar al poder, es una incógnita.

Cristina Fernández de Kirchner evitó sin embargo dejar cabos sueltos e influyó para que el compañero de fórmula de Scioli sea Carlos Zannini, miembro del círculo íntimo de la presidenta y de su absoluta confianza.

Las listas de precandidatos a legisladores cuentan además con numerosos kirchneristas e integrantes de la agrupación juvenil kirchnerista La Cámpora, fundada por el hijo de la presidenta Máximo Kirchner, quien por primera vez se lanza a la arena electoral como postulante a diputado por la provincia de Santa Cruz.

Dirigentes camporistas ocupan además importantes puestos en la mayoría de los ministerios y empresas estatales, una red de leales kirchneristas que Scioli deberá seducir si llega a la presidencia y quiere gobernar con cierta cuota de independencia.