Egipto vota: ¿Elegirá representación popular o pseudo parlamento?

elecciones-egiptoPor Benno Schwinghammer (dpa)

El Cairo, 16 oct (dpa) – Desde hace más de tres años Egipto se gobierna sin un Parlamento. El domingo los egipcios están convocados a elegir a los diputados, pero no podrán escoger la futura política del país.

Cuando se le pregunta a Ahmed-al Di si va a ir a votar, piensa un poco y cae en la cuenta de que había olvidado completamente que hay elecciones. Este ingeniero de El Cairo responde que probablemente no irá. Ni siquiera sabe a quién votar. “Estoy desilusionado. Me siento frustrado por cómo ha evolucionado todo después de la revolución”, dijo.

Poco se puede sentir ahora de esa euforia que se vivió en el país cuando se celebraron las primeras elecciones legislativas tras la disolución del Parlamento egipcio en 2012.

Algunos sienten que se ha traicionado el espíritu del levantamiento de 2011 y otros no creen que el ex general Abdel Fatah al Sisi vaya a dar un giro democrático.

Muchos otros, sin embargo, están contentos con el autoritario jefe de Estado y no ven la necesidad de una representación popular. Para los analistas sería ya un éxito si llegase a participar un tercio del censo en estos comicios que arrancan el domingo y se prolongarán hasta diciembre. Lo que tienen en común los decepcionados y los seguidores de Al Sisi es que ninguno de ellos espera un cambio de política en el país norteafricano.

“Nadie será poderoso en ese Parlamento”, dijo el analista político egipcio Ahmed Badawi, que ahora vive en Europa. En su opinión, el futuro Parlamento no incomodará a la cúpula presidencial, entre otros porque tampoco nadie se atreve realmente a llevarle la contraria a Al Sisi.

El gobierno no se anda con remilgos con los adversarios políticos. Desde que los militares derrocaran en 2013 al presidente islamista Mohammed Mursi, el primero elegido libremente en el país, más de 40.000 personas han sido detenidas, acusadas o condenadas, según señalan organizaciones de derechos humanos locales.

Además, los Hermanos Musulmanes, que conformaban la mayoría del disuelto Parlamento, están prohibidos. Ahora se les persigue como terroristas. Las manifestaciones son prohibidas de facto y la información en casi todos los medios egipcios está condicionada.

Muchos no creen que las elecciones, que tanto ha exigido Occidente, puedan ofrecer mucho más que un pseudo Parlamento. “Cualquier Parlamento en estas condiciones” no va a ser problemático para Al Sisi, dijo el analista H. A. Hellyer, del Brookings Centre para Oriente Próximo en Washington.

“No se va a presentar nadie para el Parlamento a quien el régimen no quiera”, agregó el experto Badawi. El gobierno tampoco necesita embarrarse falsificando los resultados. Hellyer y otros analistas consideran que no será necesaria la manipulación por parte de los gobernantes. La impresión general es que la presión contra los adversarios políticos es elevada, y la mayoría de grandes alianzas electorales prefieren apoyar públicamente el rumbo del gobierno.

Incluso el partido salafista Nur, que fue la segunda fuerza en el Parlamento tras los Hermanos Musulmanes en los últimos comicios y la única opción real para los votantes religiosos, ha dejado de ser oposición.

Cuando el ex general Al Sisi derrocó a Mursi en 2013, los salafistas le apoyaron. En 2015, el presidente del Nur, Yunus Majyun, declara: “No queremos lograr la mayoría como otros. Tan sólo queremos una verdadera colaboración nacional”.

Abdel Fatah al Sisi tiene bien amarradas las riendas del país. Otros le consideran el hombre adecuado para solucionar los muchos problemas de la nación. Y además ven otra ventaja: qué el sabe qué botón pulsar para tener al país de su lado.

Así, Al Sisi aprovechó la inauguración a principios de agosto de la ampliación del Canal de Suez para ensalzarlo como el principio de recuperación económica de Egipto. En las calles se pudo ver el entusiasmo de la gente. El país necesitaba como el aire que se respira un noticia de éxito, tras años de malas nuevas, atentados de la rama local de la milicia terrorista Estado Islámico, una maltrecha economía y violaciones continuas de los derechos humanos.

En los últimos tiempos el gobierno ha iniciado una actitud más suave con los críticos. Antes de la fiesta del sacrificio, Eid al Adha, Al Sisi amnistió a dos periodistas de Al Yazira junto a una serie de activistas y defensores de la democracia en un gesto conciliador.

Pero más allá de la fuerza que pueda llegar a tener el Parlamento egipcio, con su constitución se podrá fin a la era del decreto presidencial con el que actualmente se gobierna el país sin ningún tipo de impedimentos. Ahora las nuevas leyes precisarán de la aprobación de los representantes del pueblo.

Y un día, así confía Ahmed Al-Dib, habrá una sociedad que se acostumbrará a la presencia de un Parlamento y una democracia que realmente esté preparada para la democracia.

Pero ahora, en la segunda mitad de 2015, la elección del nuevo Parlamento apenas se comenta en los bares donde se fuma en pipa de agua. Al Dib cuenta que sus amigos bromearon hace unas semanas con que ya podrían convocar las elecciones en día laborable. Al menos así tendrían libre.

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