Santiago de Chile, 7 jun (elmundo.cr) – Los países de América Latina y el Caribe buscan incrementar la capacidad del sector agrícola ante las amenazas, crisis y desastres, para erradicar el hambre y lograr el desarrollo sostenible, señaló la FAO.
Del 8 al 9 de junio ministros y altas autoridades de los países de la región se reunirán en Paraguay, para avanzar la implementación del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030, adoptado en marzo de 2015 en la Tercera Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre la Reducción del Riesgo de Desastres.
Un evento paralelo durante la reunión de Paraguay dará los primeros pasos para adoptar una estrategia regional de gestión de riesgos de desastre para el sector agrícola y para la seguridad alimentaria, que se enmarca en el Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre 2025 de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC.
Dicho plan tiene como uno de sus pilares la atención oportuna de desastres de origen socio-naturales que puedan afectar la disponibilidad de alimentos, a través de programas de gestión de riesgos y sistemas de alerta temprana, entre otros.
Jorge Meza, encargado de la Iniciativa Regional de la FAO enfocada en la gestión de riesgo de desastres, señaló que “la meta para nuestra región es lograr sistemas productivos más resilientes, más productivos y eficientes, que preserven la base productiva de los recursos naturales y tengan la capacidad de soportar riesgos y choques”.
Una región en riesgo
Entre el 2003 y el 2014 el costo de los desastres ocasionados por fenómenos naturales en América Latina y el Caribe alcanzó USD 34.300 millones, una cuarta parte de las pérdidas a nivel global, afectando a cerca de 67 millones de personas.
Según la FAO, los desastres vinculados al clima, cuyo impacto y frecuencia son exacerbados por el cambio climático, son los que más afectan a la región, totalizando un 70% de las emergencias.
Según el Índice de riesgo climático global publicado en 2016, tres de los cinco países con mayor riesgo están en América Latina y el Caribe: Honduras, Haití y Nicaragua. Guatemala se encuentra en décimo lugar.
Un tercio de la población regional vive en zonas altamente expuestas ante amenazas geológicas y particularmente hidro-meteorológicas.
“Los desastres tienen un efecto desproporcionado sobre las personas viviendo en condiciones de pobreza. Entre 1975 y 2000, la población viviendo en pobreza extrema concentró 68% de la mortalidad por desastres”, explicó Meza.
Impactos sobre el sector agrícola
Según la FAO, entre el 2003 y el 2013, el sector agrícola de los países de América Latina y el Caribe sufrió 16 % de los daños y pérdidas causadas por desastres. El sector agrícola sufrió el 6% de los daños totales a los activos físicos y sufrió el 23% de las pérdidas totales en términos de producción y daño a los medios de vida.
Dentro del sector agrícola, el 71 % de los efectos de los desastres afectaron a cultivos, el 13 % a los bosques, el 10 % a la ganadería y el 6 % a la pesca.
El impacto económico sobre el sector agrícola puede ser devastador: en Colombia, la ola invernal de 2010-2011 generó pérdidas y daños agrícolas por 824 millones de dólares; mientras que las inundaciones de Tabasco del 2007, México totalizaron 816 millones de dólares de daños en el mismo sector. Sólo en Nicaragua, el Huracán Félix causó pérdidas de 608 millones de dólares en 2007 para la agricultura.
Entre 2003 y 2013, la mayoría de las pérdidas en la producción de cultivos y ganado en América Latina y el Caribe ocurrieron después de las inundaciones (55 %), seguido por sequías (27 %) y las tormentas (10 %). Brasil fue el país más afectado, en parte debido al gran tamaño de su producción agrícola.
“Luego de los desastres, las importaciones agrícolas aumentaron significativamente en muchos países de la región. En promedio, el valor de las importaciones aumentó 25% en comparación a los valores proyectados”, explicó Meza.
Los desastres también afectaron el crecimiento del sector: según la FAO, 2,7 % de crecimiento del sector se perdió en promedio después de los desastres en la región entre 2003 y 2013 en la región.
No basta con responder a las emergencias
Si bien los países han avanzado en incorporar el enfoque de reducción de riesgos en el sector agrícola, la planificación, los presupuestos, los mecanismos institucionales y la implementación de acciones a nivel local siguen enfocados en responder a las emergencias.
“No basta con responder a las emergencias: los países deben estar preparados desde antes, no sólo para evitar los costos económicos, sino para salvaguardar vidas humanas. Para esto es importante reducir y gestionar los riesgos, generando desarrollo socio-económico inclusivo”, explicó Meza.
Según la FAO, el sector agrícola de América Latina y el Caribe tiene una gran capacidad, para reducir el riesgo de desastres y contribuir a la resiliencia de los medios de vida, si los países siguen cuatro principios rectores, que se refuerzan entre sí de manera sinérgica:
· Gobernar los riesgos y las crisis: se deben reforzar las instituciones y gobernanza para la reducción de riesgos de desastres en todo el sector agrícola.
· Vigilar para proteger: crear y fortalecer sistemas de información y alerta temprana sobre seguridad alimentaria y amenazas transfronterizas
· Aplicar medidas de prevención y mitigación: promover y diversificar los medios de vida con tecnologías, enfoques y prácticas de reducción de riesgo.
· Prepararse para responder: preparación para responder y recuperarse de manera eficaz en todos los ámbitos del sector agrícola.
La FAO está apoyando a los países a través de una nueva iniciativa regional enfocada específicamente en la gestión de riesgos de desastres, el uso sostenible de los recursos naturales y la adaptación al cambio climático.
FAO trabaja fortaleciendo los sistemas nacionales de gestión de riesgos que afectan la seguridad alimentaria en los países del Consejo Agropecuario del Sur, potenciando la cooperación Sur-Sur entre Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay.
En Paraguay, la iniciativa de la FAO está facilitando la formulación del Plan Nacional de Gestión de Riesgos de Desastres y Adaptación al Cambio Climático del sector agrícola, y el fortalecimiento del sistema de monitoreo de riesgos agroclimáticos, incluyendo sequía, inundaciones y heladas .
“Con la adecuada reducción del riesgo, los países de América Latina y el Caribe pueden fortalecer su seguridad alimentaria, construir sistemas agrícola resilientes y mejorar la capacidad de millones de personas para enfrentar amenazas”, concluyó Meza.