Managua, 31 jul (VOA) – Durante los últimos meses, Elsa Largaespada, una trabajadora informal, ha tenido que redoblar sus esfuerzos para seguir vendiendo bisuterías en las principales calles de Managua.
La ausencia de ciudadanos moviéndose en la capital de Nicaragua por temor al contagio del nuevo coronavirus ha disminuido drásticamente los ingresos que le generaban sus ventas.
En su humilde hogar, todos trabajan de manera informal para sobrevivir a la crisis económica provocada por la pandemia.
Largaespada lamenta que el dinero que logra obtener de su negocio únicamente le alcanza para comprar parte de los alimentos que consume diariamente.
Sin embargo, hay otra obligación que la agobia: los recibos de la electricidad, que se han elevado considerablemente durante la emergencia por el COVID-19.
Por día, Elsa gana alrededor de seis dólares. Sin embargo, el costo de la energía se le ha disparado en los últimos tres meses de 20 a 40 dólares, a pesar de que ella tiene pocos electrodomésticos.
“Los altos costos de la energía me han afectado mucho económicamente porque estuvieron viniendo alterados los recibos. Estuve buscando ayuda porque es demasiado”, comentó Largaespada a la Voz de América, y dijo que buscó asesoría en un organismo que defiende los derechos de los consumidores.
Ante la imposibilidad de pagar lo recibos, recientemente esta ciudadana tuvo que hacer un arreglo de pago con la empresa de electricidad. Además, solicitó un préstamo a un banco local para cambiar todo el sistema eléctrico de su residencia, con la esperanza de que en el próximo recibo la cuenta baje.
Costos altos de energía
El alto costo de la energía en Nicaragua y la falta de medidas implementadas por el gobierno del presidente Daniel Ortega para los sectores más vulnerables del país, han dejado en el desamparo a una gran cantidad de personas que viven en extrema pobreza, opinan los economistas.
Pero no solo los ciudadanos más pobres están siendo afectados por los altos costos de la energía. Un estudio reciente de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (FUNIDES) reveló que los usuarios del sector comercial pagan el precio más alto de Centroamérica.
“El precio de la energía que reciben las distribuidoras es el más alto de la región”, dice el estudio de FUNIDES.
Urgen a que se apliquen medidas de asistencia
Juan Carlos López, director del Centro Jurídico de Ayuda al Consumidor, explicó a la VOA que a pesar de que Nicaragua tiene la tarifa eléctrica más cara de Centroamérica, las autoridades no han implementado ninguna medida de asistencia a la ciudadanía durante la emergencia sanitaria.
“El gobierno no ha hecho ningún tipo de modificación desde el punto de vista de los pliegos tarifarios, ni el costo de tarifa, ni ninguna reducción tarifaria, pero tampoco lo ha hecho el sector de distribución de energía. De ningún ámbito se ha hecho nada”, lamenta López.
A su juicio, el alto costo de la energía se debe a que hay otros gastos adicionales que se añaden a la tarifa eléctrica, una medida que no se aplica en otros países.
Esta política gubernamental deja grandes ganancias a los empresarios del sector energético, según López.
Mientras tanto, Marvin Pomares, director del progubernamental Instituto Nicaragüense de Defensa del Consumidor (INDEC), justifica que el alto costo de la energía se debe a que el país no tiene refinerías, como en el resto de la región.
“Hay algunos países centroamericanos que tienen hasta dos refinerías y Nicaragua en este caso no tiene ni una refinería que sea del estado, que (de tenerla), vendría abaratar los costos”, alega Pomares.
El director del INDEC manifestó que solo por el servicio de energía eléctrica entre enero y mayo recibieron 10.625 denuncias, de las cuales 4.015 corresponden a mayo, uno de los meses en que se reportaron más casos de COVID-19 en el país centroamericano.