Cinco hombres reunidos en torno a una embarcación de madera colocada boca abajo se turnan para lijar vigorosamente la parte del casco que le corresponde a cada uno de ellos. Están construyendo una canoa destinada a la pesca en el Nilo Blanco de Sudán del Sur.
En este país africano, las embarcaciones de pesca se construyen tradicionalmente con valiosa madera de frondosas autóctonas, como la caoba y la teca. Estas canoas, aunque resistentes, absorben agua —en una proporción de hasta el 80 % de su peso—, con lo que es más difícil impulsarlas y guiarlas a remo y consumen más combustible cuando se les acopla un motor. Su duración máxima suele ser de solo cinco años.
Un proyecto dirigido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se destina en parte a cambiar esta situación e introducir técnicas que permitan a los constructores profesionales de embarcaciones de Bor y Terekeka mejorar su diseño tradicional para prolongar su vida útil, reduciendo así la necesidad de talar árboles. Como consecuencia de una deforestación insostenible provocada por la explotación maderera a gran escala para la exportación, la madera de frondosas escasea ya en la región.
La solución pasa por revestir las canoas de una capa de resina epoxídica con el fin de prolongar su vida útil, que de este modo alcanza los 20 años o más. Dado que así las embarcaciones pueden reemplazarse con menor frecuencia, disminuye la deforestación. Esta opción permite asimismo recurrir a maderas más baratas que la de frondosas.
Por otra parte, las embarcaciones tratadas con resina epoxídica son más ligeras que las que se construyen mediante técnicas tradicionales, por lo que resultan más manejables en los estrechos canales del Nilo Blanco y en las peligrosas condiciones a las que a veces se enfrentan los pescadores.
Enseñar técnicas mejores para la construcción de canoas forma parte del Proyecto de mejora de la resiliencia para la comunidad de pescadores (FICREP), financiado por el Reino de los Países Bajos, que se puso en marcha en Sudán del Sur en 2020 y se ejecutará hasta finales de 2024.
Además de la construcción de canoas, el proyecto más amplio ofrece capacitación con respecto a la manipulación, el procesado y la conservación del pescado y proporciona equipo conexo. Se aborda así el problema de la falta de refrigeración y la pérdida de alimentos derivada de la necesidad de desechar el pescado que no se ha vendido al final del día.
“El proyecto ha dado ventaja a los constructores locales de embarcaciones en el mercado competitivo y al mismo tiempo ha reducido el impacto ambiental de la tala de árboles en sus medios de vida”, dijo Matt Walsh, un experto en pesca de la FAO.
Capacitación de los constructores locales de embarcaciones
La resina epoxídica utilizada tiene un costo cuatro veces mayor que el de la resina de poliéster más corriente, pero posee una vida útil más larga. Hasta ahora la resina epoxídica se empleaba en los automóviles de Fórmula 1 y en los yates, pero este proyecto ha contribuido a establecer una cadena de suministro local para vender el producto a un precio más asequible.
La FAO ha proporcionado capacitación a los constructores de embarcaciones sobre cómo mezclar la resina, qué cantidad usar y cómo manipular el material de una manera segura.
Gracias a la utilización de resina epoxídica, las embarcaciones de construcción local pueden competir con las canoas importadas de fibra de vidrio estratificada, lo que ayuda a mantener en activo el sector nacional de la construcción de embarcaciones.
El tratamiento de las canoas con resina epoxídica no es el único aspecto de la construcción de embarcaciones que se enseña en el marco de este proyecto de la FAO.
Los participantes también han aprendido a crear los ensamblajes que mantienen unida la embarcación, a dibujar planos y a trabajar con maquetas de papel. Además, los expertos de la FAO los han ayudado a aumentar su capacidad de producción enseñándoles cálculo elemental y un método para cortar piezas idénticas con precisión mediante el trazado de cuadrículas en láminas de madera. La capacitación se basó en las técnicas de los propios participantes en lugar de sustituirlas.
Además de ofrecer capacitación, la FAO proporcionó material suficiente para que los participantes construyeran 100 embarcaciones, es decir, unas seis por cabeza.
Fomentar la economía local
La FAO ha centrado su proyecto en los constructores locales de embarcaciones y ha ampliado sus competencias. Los participantes han recibido apoyo para el desarrollo de sus negocios con vistas a la venta a organizaciones internacionales. Este apoyo, junto con el establecimiento de una cadena de suministro de resina epoxídica, sitúa a los constructores de embarcaciones en una sólida posición para mantener sus negocios en el futuro.
“Ya hay pruebas de que existe un mercado para estas canoas mejor construidas. Como se ha podido comprobar, los pescadores están dispuestos a pagar más por ellas y han mostrado interés en adquirirlas incluso si han de desplazarse a 100 kilómetros de distancia. Se espera que este esfuerzo ayude a establecer una industria local capaz de competir con las canoas de importación”, afirmó Walsh.
Además, se dibuja en el horizonte la posibilidad de enseñar a construir mejores embarcaciones usando resina epoxídica en otros países africanos y difundir los beneficios de la sostenibilidad y la seguridad por todo el continente.
La historia y las fotos relacionadas se pueden encontrar en:
https://www.fao.org/newsroom/story/extending-the-lifespan-of-canoes-in-south-sudan/es