Abogado gana premio de ACNUR por ayudar a los apátridas

El director de la organizacion Ferghana Valley Lawyers Without Borders, Azizbek Ashurov, con sede en Kirguistán, es el ganador del Premio Nansen al Refugiado 2019 de ACNUR. ACNUR/Chris de Bode
El director de la organizacion Ferghana Valley Lawyers Without Borders, Azizbek Ashurov, con sede en Kirguistán, es el ganador del Premio Nansen al Refugiado 2019 de ACNUR. ACNUR/Chris de Bode

Ginebra, 2 oct (elmundo.cr) – Un abogado que ha contribuido a acabar con la apatridia en Kirguistán y lograr que ese país sea el primero en acabar con ella ha sido el ganador de la edición 2019 del Premio Nansen al Refugiado que concede anualmente la Agencia de la ONU para los Refugiados.

Azizbek Ashurov logró ayudar a más de 10.000 personas a obtener la nacionalidad kirguís tras la disolución de la Unión Soviética a través de su organización Ferghana Valley Lawyers Without Borders (FVLWB). Entre los beneficiados se cuentan unos 2000 niños que podrán tener acceso al derecho a la educación y en un futuro realizar acciones cotidianas que damos por sentado como viajar, casarse o trabajar.

Al entregar el galardón, el Alto Comisionado para los Refugiados, Filippo Grandi, destacó que la trayectoria de Ashurov “es una historia de gran determinación y tenacidad personal” y que “su compromiso con la erradicación de la apatridia, un logro conseguido en colaboración con el Gobierno y otros actores, es un claro ejemplo del poder de un individuo a la hora de inspirar y movilizar la acción colectiva”.

Desintegración de la Unión Soviética

Tras la disolución de la Unión Soviética en 1991 y la formación de nuevos estados, muchas personas quedaron varadas a lo largo de fronteras recién establecidas, a menudo con pasaportes soviéticos inválidos o sin medios para demostrar dónde habían nacido. Con ello se dejó a cientos de miles de personas apátridas en toda la región, incluida Kirguistán.

Esta situación afectó especialmente a las mujeres, ya que a menudo se quedaron sin ciudadanía después de casarse y establecerse fuera de su propio estado antes de la disolución de la Unión Soviética y el establecimiento de nuevas fronteras. Además, y a consecuencia de las leyes de ciudadanía vía hereditaria, su apatridia fue transmitida a sus hijos.

Alentado por la complicada experiencia que vivió su familia para obtener la ciudadanía después de llegar de Uzbekistán tras la disolución de la Unión Soviética, Ashurov colaboró a fundar FVLWB en 2003 con el fin de ofrecer asesoramiento jurídico gratuito y asistencia a personas desplazadas, apátridas e indocumentadas vulnerables en la parte sur de Kirguistán.

“No puedo quedarme callado cuando veo una injusticia”, dijo Ashurov. “La apatridia es una injusticia. Ningún estado reconoce a los apátridas. Son como fantasmas. Existen físicamente, pero no en el papel”, resaltó

Así, el rol de Ashurov consiste en “ayudar a las personas a hacer lo que no pueden hacer por sí mismas. No les damos la ciudadanía, les devolvemos el derecho que deberían haber tenido desde que nacieron”.

El éxito de su organización en cuestiones de ciudadanía hizo que Ashurov dirigiera el enfoque hacia la apatridia y formó equipos jurídicos móviles que se desplazaron a zonas remotas del sur del país para encontrar grupos vulnerables y socialmente marginados.

Su estrecha colaboración con las autoridades kirguisas, incluida la concesión de una “amnistía” temporal para los que carecen de documentos vitales, ayudó a un gran número de apátridas a obtener la ciudadanía.”

Del mismo modo que en Kirguistán, varios estados de la región han iniciado campañas que consiguieron identificar a unos 46.000 apátridas y consiguieron resolver con éxito más de 34.500 casos hasta el momento”, destacó.

La apatridia afecta a millones de personas en todo el mundo, privándolas de sus derechos legales o servicios básicos y dejándolas marginadas política y económicamente, discriminadas y particularmente vulnerables a la explotación y el abuso.

El Premio Nansen al Refugiado del ACNUR honra a individuos, grupos y organizaciones que van más allá del deber de proteger a los refugiados, desplazados y apátridas.

Ganadora por América Latina

La ganadora del premio regional Nansen para las Américas fue Bianka Rodríguez, una joven salvadoreña trans y directora ejecutiva de la ONG COMCAVIS TRANS, que aboga por los derechos de las personas LGBTI desplazadas forzosamente en el país.

Según ACNUR, al menos 14 personas trans fueron asesinadas en El Salvador el año pasado, “sin que la justicia haya podido dar ninguna respuesta” y, durante los seis primeros meses de 2019, COMCAVIS contabilizó 44 casos de personas trans que, a raíz de la violencia, han tenido que desplazarse internamente.

Bianka afirmó vivir en una situación donde la sociedad y le Estado discrimina a las personas trans y que “lo único que nos queda es sobrevivir en un país que únicamente nos ofrece la negación de nuestros derechos”.

COMCAVIS se fundó en 2008 y consiguió traer más visibilidad a la comunidad trans, creando redes de apoyo y recorriendo el país para educar a mujeres y hombres trans sobre sus derechos fundamentales.

“Este premio no lo veo como para mí”, afirma Bianka, “sino para toda la comunidad trans de El Salvador y todas las personas que han recibido ayuda.”

Premios regionales

El resto de ganadores regionales por África, América, Asia, Europa y Oriente Medio fueron:

En África: Evariste Mfaume, fundador de la ONG Solidarité des Volontaires pour l’Humanité en la República Democrática del Congo, defiende los derechos de los congoleños desplazados por el conflicto, así como de los refugiados y sus comunidades de acogida.

En Asia: Alberto Cairo, fisioterapeuta en Afganistán y jefe del programa ortopédico del Comité Internacional de la Cruz Roja, que ha dedicado casi 30 años de su vida a proporcionar prótesis y ayudar a encontrar trabajo a afganos heridos.

En Europa: Corredores humanitarios, una iniciativa transfronteriza pionera establecida con el Gobierno italiano en 2015 para que los refugiados particularmente vulnerables puedan comenzar una nueva vida en condiciones de seguridad en el país transalpino.

En Oriente Medio: Abeer Khreisha, una voluntaria comunitaria en Jordania, conocida como “la madre de los sirios” por su trabajo de ayuda a los refugiados.

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