Bloguero comienza en Costa Rica recorrido por América, Asia y África

Neng Thao, el cazador de felicidad

» Es graduado de Harvard, pero cambió la academia por las historias

» Tailandés nació en campo de refugiados

Neng Thao, izquierda, con Gabriel Mora, quien fue su anfitrión en Pérez Zeledón. Se conocieron en un intercambio estudiantil. Foto: Esteban Mora / ElMundo.cr

Pérez Zeledón, 26 dic (elmundo.cr)- Entre la efervescente alegría que tomó a los generaleños por ganar el primer título del fútbol nacional el sábado por la noche, estaba Neng Thao, un tailandés-estadounidense que terminó Harvard y lo dejó todo por cazar la felicidad.

En efecto, Thao, confirma que está ahí con su cámara Canon y el drone para capturar la felicidad de la gente, aunque su camisa manga larga blanca, pantalón negro de vestir y un corbatín celeste un tanto particular desentonan con la formalidad de la ocasión, el joven de 24 años celebra como uno más.

Se camuflaba entre los borrachos eufóricos, las familias curiosas y los cientos de almas que convergen en el Parque Central por el sentimiento que les provoca el fútbol. Un sentimiento que es imposible de explicar, pero que muchos entienden. Lo hace sin problemas pues ahora, confiesa, es generaleño por convicción.

Costa Rica es el inicio de una aventura que el licenciado en Desarrollo Humano y Biología Regenerativa de Harvard decidió emprender por al menos un año.

-Estaré en Costa Rica, Panamá, Colombia, Chile, Filipinas, Tailandia, Laos, Vietnam, Kenia e India (…). Pienso que estos son países más seguros y económicos, no sé cuándo terminará la gira, pero quiero hacerlo para siempre-, dice Thao con español incipiente y acento asiático marcado.

Thao está empeñado en cazar felicidad con sus lentes y compartirla en vídeos a través de la página de Facebook, explica que la facilidad de adquirir cámaras fue lo que hizo tomar el reto. El financiamiento es el único punto de quiebre que lo pone a pensar, pero responde con sonrisa gigante y despreocupación total.

-Es una buena pregunta, ahora no lo sé. Pero pienso que ahora tengo suficiente dinero para viajar de seis meses a un año y pienso que puedo empezar a ganar dinero de una manera diferente-, responde, dejándole el trabajo al destino.

Una historia detrás de la historia

La historia de Neng Thao va más allá que la de un asiático que creció en Wisconsin, al norte de Estados Unidos, y que un día decidió dejar los laboratorios y la academia por irse a encontrar historias de gente feliz. La historia de Thao arranca en un campo de refugiados, en Tailandia.

Su ascendencia es vietnamita y durante la guerra de 20 años murió gran parte de ella. Combatir contra el régimen comunista provocó que sus padres terminaran en un campo de refugiados, en Tailandia.

-Nací en un campo de refugiados y casi muero porque no tenía comida (…). Mi familia es de Laos, somos Hmong, una minoría étnica. Los Hmong ayudaron a luchar por los Estados Unidos contra los comunistas durante la guerra de Vietnam-, relata.

Su padre maquinista de una fábrica de metalurgía y su madre cocinera en un restaurante saben de la aventura que el mayor de sus seis hijos emprendió.

-Mi mamá dijo que debía permanecer en mi trabajo al menos dos años más. Mi padre dijo que si mi aventura no funcionaba, debía volver a casa, encontrar una esposa y casarme lo antes posible-, explica.

Antes de comenzar la historia nómada de felicidad, Neng Thao dejó un trabajo de investigador universitario en el Brigham Women’s Hospital, de Bostón. Estuvo inmerso en ese campo durante dos años.

Pero en este punto de la historia a muchos les podría surgir una pregunta: ¿cómo llegó a Harvard?

-Trabaja realmente duro y ten mucha mucha hambre. Me moría de hambre para mejorar mi vida y el mundo. Eso es: debes poder mostrarles que quieres cambiar el mundo-, dice después de guiñar y acomodarse el cuello de la camisa.

Thao no para de sonreír, es como si disfrutara ver a los demás felices, bromea y se siente alegre de enteder qué significa mae y pura vida. Aprovecha cada espacio disponible para tirar los costarriqueñismos sobre la mesa.

El científico, que en algún momento de su vida fue refugiado, sabe que su historia ya superó más de un capítulo, y ahora quiere seguir escribiendo el libro de la vida con el final feliz que muchos humanos buscan a diario.

Thao no se considera más que un cazador de felicidad.

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