Redacción, 1 may (elmundo.cr) – El Día Internacional de los Trabajadores conmemora la huelga nacional del 1 de mayo de 1886, donde miles de trabajadores norteamericanos reclamaban la reducción de la jornada laboral a 8 horas, ya que lo “normal” en aquella época era trabajar de 12 a 16 horas.
También se recuerda a los mártires de Chicago grupo de sindicalistas anarquistas, que fueron ejecutados ese mismo año.
El 4 de mayo al terminar un acto organizado por los trabajadores de Chicago en el Haymarket Square la policía intentó dispersar a los presentes. De repente estalló entre los policías un artefacto explosivo que mató a un oficial y produjo heridas en otros. Ante esto la policía disparó a los asistentes, matando e hiriendo a un número desconocido de obreros.
A raíz de esto fueron encausadas 31 personas de las cuales 8 anarquistas, terminaron en los tribunales. Los procesados fueron declarados culpables, tres a prisión y cinco a la horca.
Los condenados a la horca fueron George Engel, tipógrafo alemán, de 50 años; Adolf Fischer, periodista alemán, de 30 años; Albert Parsons, periodista estadounidense, de 39 años, esposo de la mexicana Lucy González Parsons que no estuvo presente en el lugar, pero se entregó para estar con sus compañeros; August Vincent Theodore Spies, periodista alemán, de 31 años y Louis Lingg, carpintero alemán, de 22 años, que para no ser ejecutado se suicidó en su propia celda.
En esa época el cubano Jose Martí era periodista y corresponsal de La Nación en Chicago, por lo que escribió un relato de lo que observó cuando fueron llevados a la horca.
“¡Salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso, como en un teatro… Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: “La voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora”. Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable….”
Varios sectores patronales a finales de mayo de 1886 debieron otorgar la jornada de ocho horas a varios centenares de miles de trabajadores, ante la presión del movimiento obrero.
Un año después el presidente de Estados Unidos Stephen Grover Cleveland, decidió que el día del trabajo se celebraría el primer lunes de setiembre como ya lo venían haciendo la llamada Noble Orden de los Caballeros del Trabajo (Knights of Labor) desde 1882, ya que consideraba que si se festejaba el 1 de mayo sería una manera de estimular desordenes sociales y reforzar un movimiento obrero de fuerte matriz anarquista.
En la actualidad, muchos países conmemoran el 1º de mayo como el origen del movimiento obrero moderno, con la realización de marchas.