Alajuela. La llegada de Albert Rudé al banquillo rojinegro mantiene divididas las opiniones de los aficionados.
Un número de seguidores cuestiona el hecho de que sea un hombre de confianza del director deportivo Agustín Lleida. Además, le suman que es un profesional que no tiene experiencia como primero al mando y que tomará su primera responsabilidad con el segundo equipo más ganador del país, con un equipo que mueve las masas.
Es cierto que el señor Rudé es amigo de Agustín. Que ambos se conocen desde hace varios años y que fueron parte de una muy buena época en el Pachuca de México.
La gran pregunta que me salta es: ¿y qué importa que sea amigo de Agustín Lleida?
Desde mi punto de vista eso no es lo más importante de la actualidad. Rudé tiene un CV con buenos atestados, apegado a una metodología moderna de trabajo. Lo único que me pone a pensar un poco es que será su primera vez como director del barco, pero todos en algún momento hemos merecido el beneficio de la duda.
Todos en algún momento recibimos la oportunidad de una primera vez en el ámbito laboral, esa opción que todos queríamos para convencer.
Lleida hizo una nueva apuesta y en 80 días veremos si la apuesta fue la correcta, porque lo que sí es un hecho es que ésta Liga tiene la obligación de salir campeón.
Lo que sucedió el martes anterior, esa bochornosa eliminación en manos del Guastatoya le pone un yunque a la obligación de siempre de salir campeón en Costa Rica.
Calificar a Albert Rudé es difícil, no tiene registros como máxima cabeza de un equipo y eso lo convierte en una lotería. Puede ser que durante la marcha termine cerrando bocas, pero también puede ser que está decisión termine siendo la gasolina que prenda extender la hoguera.
La primera propuesta de Agustín Lleida recibió los mismos cuestionamientos y Andrés Carevic terminó siendo un buen técnico, un profesional que registró muy buenos porcentajes de rendimiento en las fases regulares y registró un título nacional y uno internacional.
El gran pecado del argentino en su carrera es que perdió más series decisivas que las que ganó.
Sin embargo, Rudé no llega con el crédito que tuvo Carevic, para todos era bien sabido que los manudos iniciarían un proceso y que la afición debía tener paciencia.
Hoy, esa paciencia está al límite.
Todo es una apuesta de Agustín Lleida, una decisión respaldada por la dirigencia, lo mismo que sucedió con Luis Antonio Marín.
