La vida, muchas veces, termina premiando la autenticidad y la humildad. A Óscar Ramírez lo atacaron durante años por ser demasiado ganador, por representar una idea de fútbol asociada al éxito constante. Se retiró en 2018, se mantuvo al margen durante ocho años y regresó en 2025. El resultado fue el mismo de siempre: títulos.
Ramírez no solo conoce el camino hacia el éxito; para muchos, él es el camino.
El técnico condujo a Liga Deportiva Alajuelense hacia la anhelada estrella 31, tras imponerse a Deportivo Saprissa en la final con un marcador global de 5-3, y lo celebró como pocas veces se le había visto: bailó, lloró y sonrió sin reservas.
Fue una imagen poco habitual en un entrenador históricamente sobrio, pero profundamente humana. La noche no solo fue de triunfo deportivo, sino de reivindicación personal.
El regreso del Machillo
Ramírez volvió a reflejar liderazgo, serenidad y profesionalismo, valores que marcaron toda su carrera. Tras el pitazo final, reconoció que el camino no fue sencillo.
“Es duro. Tenía un tiempo retirado y volver a asumir me costó. Tengo un cuerpo técnico muy bueno, todos han sido muy valiosos. A la edad mía, 61 años, uno necesita tener ayuda”, afirmó.
Lejos del protagonismo individual, el “Machillo” volvió a poner el foco en el trabajo colectivo, una constante en su trayectoria.
Durante la entrega de medallas, el respaldo fue absoluto. La afición manuda le brindó una de las ovaciones más sentidas de la noche, agradecida por su regreso y por devolver al club a la cima del fútbol nacional.
Un semestre perfecto
La corona 31 cerró un semestre redondo para Ramírez y Alajuelense. A la consagración nacional se suma la Copa Centroamericana, consolidando un periodo de dominio que reafirma la vigencia del entrenador más ganador en la historia rojinegra.
Con este título, Óscar Ramírez alcanzó su sexto campeonato nacional con Alajuelense, un registro que confirma que el paso del tiempo no alteró su esencia ni su fórmula.
Regresó después de ocho años.
Ganó como siempre.
Y esta vez, lo celebró como nunca.
La noche fue suya. Y también de un club que volvió a creer en el valor de la humildad y el trabajo.