Lo que debía ser una tarde de pasión por el fútbol terminó en un acto lamentable de intolerancia. Un aficionado de Liga Deportiva Alajuelense, que prefirió mantener el anonimato, relata cómo fue agredido por llevar puesta la camiseta de su equipo en las afueras del estadio Ricardo Saprissa. A continuación, su testimonio en primera persona sobre un episodio que deja en evidencia que el fanatismo mal entendido sigue ganando terreno donde debería reinar el respeto.
Conversé con el periodista Ferlin Fuentes, le pedí no revelar mi identidad aunque quienes me conocen, por el video, saben quien soy.
Lo que pasó contado por el protagonista
No me interesa figurar, ni dar mi nombre, pero sí contar lo que viví. Soy aficionado de Liga Deportiva Alajuelense y este domingo fui al estadio Ricardo Saprissa a ver el clásico. Lo que debió ser una tarde de fútbol y emoción, terminó siendo una experiencia violenta y absurda.
Todo comenzó cuando iba caminando con unos compas, también manudos, cerca de la clínica donde hacen la feria. Ellos no andaban con camisa del equipo, solo yo. Ya había pasado el bus del Saprissa, hubo un buen recibimiento en las afueras y todo el mundo se había ido hacia el estadio. En ese momento, se armó un desorden y perdí de vista a mis amigos. Me quedé solo, entre una marea de gente morada.
De repente, escuché a varios decir: “¡Ahí va un manudo!”. Sentí cómo me empezaron a gritar cosas, pero yo seguí caminando, sin responder. No les dije ni una palabra. En eso, un grupo me agarró entre varios y me hicieron lo que llaman “la araña”: me alzaron entre manos y pies, me tiraron cerveza, me empujaron, me quitaron un zapato. Mi teléfono salió volando, fue un desmadre. En el suelo, escuchaba a alguien decir: “¡Déjenlo, ya déjenlo ahí!”. Por dicha, unos mismos morados se metieron y pararon lo que estaba pasando.
No me robaron nada, por suerte. Solo andaba la cédula y el teléfono, que uno de ellos me devolvió. Me iban a quitar la camisa, pero también ahí se metieron otros y evitaron que lo hicieran.
Después me levanté como pude, me puse el zapato que recuperé, y con algo de tiempo logré entrar al estadio. Aún estaba aturdido por lo que acababa de pasar, pero logré ver el partido. Eso sí, uno no va igual después de vivir algo así. No puedo decir que me golpearon porque eso no pasó, pero sí fue denigrante recibir escupitajos y salir bañado en cerveza.
“El fútbol es para disfrutar, no para agredir”
Lo que quiero decir es que esto no debería pasar. El fútbol es una pasión, sí, pero no puede convertirse en violencia. En el estadio mismo vimos cómo otros manudos ni siquiera podían celebrar por miedo a ser agredidos. Todo el ambiente estaba caliente.
Esto pasa en cualquier estadio, no es exclusivo de Tibás. Yo soy socio de la Liga y también recibo a aficionados visitantes en el Morera Soto. No podemos permitir que detrás de una camisa se justifique un ataque. Porque detrás de cada aficionado hay una mamá, un papá, una familia esperando que uno vuelva bien.
Mi mensaje es claro: vaya al estadio a disfrutar, no a agredir. No importa si es de la Liga, Saprissa, Herediano o Cartaginés. El fútbol se vive en paz.