San José, 9 set (elmundo.cr)- Lionel Messi volvió a sonreír. Luego de su paso gris por Argentina, donde no tuvo los resultados que esperaba en las eliminatorias, el jugador llegó a Barcelona y marcó un hat-trick en la goleada ante Espanyol por 5 a 0. Un clásico catalán sin equivalencias.
Desde el primer minuto de juego el Barcelona intentó abrir el encuentro por las bandas, mientras que el Espanyol se paró detrás de la mitad de cancha para buscar un contraataque letal.
Un clásico sin equivalencias. Un duelo desigual en una ciudad que obviamente tiene dueño. Barcelona desfiló contra Espanyol. De la mano de Lionel Messi, claro.
En el área del Barça, los defensores locales tocaban con una paciencia envidiable. Siempre un segundo antes de que llegara la presión tardía de los delanteros visitantes, Umtiti tocaba hacia el costado o Piqué gambeteaba o Jordi Alba enganchaba para el medio sin temores.
Allí se construía el ataque. Ahí comienza a forjarse la idea blaugrana. Y enfrente se hace indispensable. En el área rival la velocidad pasa de 0 a 100. Y donde parece que no hay espacio siempre asoma un descuido por el que pasa la bola filtrada. La invitación al gol.
Así llegó la primera obra de arte de Messi, a los 26 minutos para romper el cero. Tras un pase genial de Rakitic que encontró al argentino en posición de 9 y un paso adelantado, en ese momento la Pulga no dudó y enganchó hacia adentro, se sacó dos rivales de encima y la colgó del ángulo para marcar el 1-0.
El doblete llegó tras una combinación con Jordi Alba, uno de sus principales socios. Y otra vez con Leo de centrodelantero, para estirar la punta del botín en el área chica y vencer a Pau López uno de sus rivales predilectos.
No había finalizado la primera parte y ya no había tanta emoción en el partido. La única jugada clara de Espanyol llegó en el arranque del complemento tras un error de Jordi Alba. El defensor quiso pararla para salir jugando y le dejó el balón servido a Pablo Piatti. El argentino le pegó bombeado por encima de Ter Stegen pero salió besando el poste derecho.
Entonces fue otra vez Messi. Y nuevamente en el centro del área, un sector en el que se hace difícil encontrarlo con la camiseta de la selección de Argentina. De un pronto a otro recibió en el punto penal y la acomodó de zurda para completar la faena, hacer el triplete y sumar otro gol a su colección.
Fue un baile. Barcelona desintegró al clásico de la ciudad de principio a fin, de un área a la otra. Para coronar un partido redondo, Ousmane Dembélé ingresó a falta de 22 minutos y empezó a codearse con sus compañeros de ataque con la idea de transformarse en el reemplazante de Neymar.
En el cierre llegaron dos gritos para el 5-0. Primero fue Gerard Piqué con un buen cabezazo ofensivo en un tiro de esquina desde la izquierda. Y luego Suárez, que se sacó la espinita con un buen toque de zurda tras una exacta habilitación de Dembélé.
Así, se cerró la posibilidad, la puerta de un encuentro que siempre tuvo dueño. Así, el Barcelona sigue son su arranque perfecto: ganó los tres partidos que jugó en la Liga y llega de la mejor manera al arranque de la Champions, el martes como local ante Juventus, nada más y nada menos.
