Reportaje

Se aferran menores al fútbol

Rob Stothard/The New York Times

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Sur-mer, 30 oct (NYT) — El camino de regreso al futbol soccer profesional empieza en la oscuridad.

Dos horas antes del amanecer de un domingo, niños de 11 y 12 años subieron a una camioneta tipo Van afuera de la casa de su entrenador en Londres para iniciar su jornada de 17 horas. Cinco horas más tarde, los niños se bajan con ojos lagañosos en el estacionamiento del Complexe de la Waroquerie, una unidad deportiva en esta Ciudad costera de Francia. Su participación en la Copa Chti es la escala más reciente en lo que para la mayoría será un viaje increíble (y, en la mayoría de los casos, infructuoso) a una carrera en el futbol profesional.

Varios de los niños, vistiendo las camisolas azul cielo de este club, el Focus Football, ya han sufrido una enorme decepción en este deporte. Cortados por los clubes más grandes de Inglaterra antes de llegar a la adolescencia, ahora se esfuerzan con un nuevo programa de desarrollo con sede en el gimnasio de una preparatoria que está a un mundo de distancia de las academias muy cuidadas de la Liga Premier de Inglaterra.

El Focus Football es dirigido por Sean Daly, un arisco, pero bien relacionado, ex empleado de los importantes clubes Chelsea y Tottenham. Daly, de 28 años, se ha forjado una reputación de resucitar las “carreras” de niños, algunos de apenas 8 años, a los que les han dicho que no son lo suficientemente buenos para jugar futbol de élite.

Nisar Bhatti, padre de uno de ellos, se recarga en un barandal al lado de un campo donde su hijo Iyad está a punto de entrar al campo para el equipo de sub-11 de Focus. Cuando Iyad da un pase perfecto para que un coequipero anote de cabeza, su padre exclama, “¡bien hecho, Iyad!”, antes de voltear para decir —medio en broma— “el sueño ha regresado”.

Por supuesto, las probabilidades están en contra de que cualquier jugador juvenil algún día triunfe como profesional de primer nivel.

“La estadística relevante aquí es que alrededor de un tercio del 1 por ciento de todos los niños que entran a una academia a los 9 años se ganará la vida con este deporte”, señaló Michael Calvin, que ha escrito un libro sobre la economía de las academias juveniles.

Calvin dijo que incluso menos —”sólo 180 de los 1.5 millones de niños que juegan futbol juvenil organizado en Inglaterra en cierto momento”— jugarán un sólo minuto en la Liga Premier.

Iyad Bhatti se aferra a ese sueño. El diminuto atacante derecho estuvo en el Tottenham durante varios años antes de ser dado de baja en el 2016. Nisar Bhatti dijo que el club basó su decisión en una base de datos que comparaba los atributos físicos y atléticos de Iyad con los de jugadores anteriores, pero también en datos físicos que el club solicitó de él y su esposa.

“Es increíble la naturaleza despiadada, te descartan así nada más”, afirmó Nisar Bhatti. “Te das cuenta de que tu hijo es como un Kleenex: simplemente lo tiran y toman otro”.

Daly, que alguna vez ayudó a clubes a tomar decisiones así, les recuerda a los menores a su cargo la pelea que tienen en sus manos.

“La mayoría de ustedes no lo logrará, las estadísticas son claras”, dice a su equipo en Boulogne. “Y puedo asegurarles que definitivamente no lo lograrán si no trabajan duro, si no meten el acelerador cada vez que entrenan, cada vez que juegan”.

En apariencia, las reglas que rigen a los jugadores pequeños en el futbol inglés son estrictas. Los equipos pueden contratar jugadores para sus academias desde los 9 años de edad, pero no pueden formalizar eso con un contrato profesional hasta que tienen 16.

Sin embargo, los alicientes son comunes. Algunos clubes pagan educación en colegios privados. Se abusa de los pagos legales para viáticos de viaje —una manera de canalizar dinero a jugadores menores de edad en contravención de las reglas— y es común “piratearse” prospectos de clubes rivales.

Los problemas para los niños empiezan cuando, de repente, todo termina.

Los jugadores del Focus son una mezcla: niños cuyos padres se negaron a firmar contratos juveniles, manteniendo así sus opciones abiertas, pero dando pocos motivos a los clubes para invertir en ellos, y aquellos que sí firmaron, pero que después fueron dados de baja tras uno o dos años.

La fe de los padres en Daly, que dice que no se gana dinero cuando los jugadores del Focus son contratados por clubes, se deriva e su habilidad como entrenador, pero también de sus contactos.

“Te preparará porque conoce cada academia, sabe lo que buscan”, dijo Alex Quarcoo, cuyo hijo se unió al Focus tras ser recortado del Tottenham después de tres años.

Vienen, dijo Quarcoo, porque ellos —jugadores y padres— no están dispuestos a renunciar a sus sueños. “Mi opinión es que, de una forma u otra, queremos que nuestros hijos vuelvan a entrar”, expresó.

La mayoría de los padres gasta poco menos de 100 dólares al mes para que un niño asista a dos entrenamientos y un partido una vez a la semana.

Y Daly puede ser brusco.

Después de que el portero del equipo sub-11 cometió un error garrafal en uno de los primeros juegos del torneo, Daly no alineó al niño en el siguiente partido.

“Siempre te lo dice derecho”, comentó Damian Kelly, que conduce 70 kilómetros para llevar a jugar con el Focus a Kyle, su hijo de 12 años prodigiosamente talentoso. “Lo que siempre ha dicho es que siempre tendrá los mejores intereses del niño en mente, y lo ha demostrado en los últimos cuatro o cinco años”.

En la Copa Chti, los dos equipos del Focus avanzaron a las etapas posteriores del torneo, uno perdiendo en cuartos de final y el otro en semifinales.

Unas semanas después, uno de los jugadores, Claude Smith-Kabanda, de 11 años, dijo que el viaje a Francia fue desafiante, pero que no había alterado su creencia en sí mismo.

“Creo que voy a lograrlo”, expresó.

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