Nadal y Buenos Aires, un amor esquivo

Rafael_NadalREPORTAJE

Por Tomás Rudich (dpa)

Buenos Aires, 23 feb (dpa) – En la galería de los campeones, sobre la entrada del tradicional Buenos Aires Lawn Tennis Club, emergen figuras como Gustavo Kuerten, Carlos Moyá, David Nalbandian o Gastón Gaudio, pero hay una que brilla por su ausencia: Rafael Nadal.

El pequeño pero prestigioso torneo que se disputa en la capital argentina es, por diversas circunstancias, uno de los pocos títulos sobre arcilla que el español aún no pudo conquistar. Una vieja deuda a la que Nadal, diez años después, buscará poner fin de una vez por todas.

El español volverá a jugar en la “Catedral” del tenis argentino tras su recordado paso del 2005, cuando, con 18 años y el cabello bastante más largo, sufrió una derrota que marcó un punto de inflexión en su carrera.

Aquel extraño 0-6, 6-0 y 6-1 en los cuartos de final ante Gaudio, ídolo local y entonces campeón vigente de Roland Garros, precedió la imparable explosión de Nadal en el circuito.

Tras partir de Argentina, donde jugó gracias a una invitación especial, Nadal ganó los títulos de Costa do Sauipe y Acapulco, fue finalista en Miami, donde cayó en cinco sets con Roger Federer, y en las siguientes semanas levantó los trofeos en Montecarlo, Barcelona, Roma y Roland Garros. Fue el primero de los nuevos títulos conseguidos en el Grand Slam parisino.

Nadal se convertiría rápidamente en una estrella en mundial, pero en Argentina, país fanático del tenis como pocos, el mito sobre aquel encuentro ante Gaudio perduró largo tiempo.

“Rompió todas sus raquetas, la siete. Pensé que estaba loco. No perdió con cualquiera. Yo jugaba bien en polvo de ladrillo y había ganado Roland Garros, pero Rafa sintió la derrota como un fracaso, no lo podía soportar”, recordó en su momento Gaudio, que definió a Nadal como “un elegido”.

Pero lo cierto es que el estallido de furia en el vestuario nunca existió y pareció tratarse más bien de una broma interna entre ambos jugadores. El propio Nadal se encargaría luego de aclarar que no sólo no rompió ninguna raqueta aquella húmeda noche de verano, sino que jamás lo hizo en toda su carrera.

Aquel recuerdo, sin embargo, fue lo último que el público argentino pudo atesorar sobre Nadal en varios años. El complejo calendario de una estrella como el español, las limitaciones económicas del ATP porteño y las lesiones impidieron, una y otra vez, que Nadal pudiera regresar a Argentina, un país con el que siente una gran afinidad y en el que tiene a varios tenistas amigos.

El primer gran desencuentro ocurriría en 2008, cuando Nadal debió renunciar a la final de la Copa Davis, que finalmente ganó heroicamente España en Mar del Plata, por unos problemas en la rodilla que ya lo empezaban a atormentar.

Tampoco pudo pisar Argentina a principios 2013, cuando eligió la gira lationamericana sobre arcilla para regresar al circuito después de siete meses y dar los primeros pasos en un año que terminaría siendo mágico para el español. El torneo de Buenos Aires tuvo la desgracia de ubicarse en la semana de descanso de Nadal, que perdió en la final de Viña del Mar y se coronó en Sao Paulo y Acapulco.

Consciente de su deuda, Nadal accedió a jugar en Argentina una serie de exhibiciones junto a Novak Djokovic en noviembre de 2013. “Llevaba años sin venir a Argentina, era una cosa que tenía muy pendiente. Llevaba en el corazón volver”, afirmó entonces el español, tras una frenética semana en la que visitó La Bombonera, el estadio de Boca, comió un asado con Nalbandian en Unquillo, el pueblo natal del argentino, y jugó al tenis con Djokovic en una embarcación frente al imponente Glaciar Perito Moreno, en la Patagonia.

El esperado retorno debía completarse unos meses después con su participación, ya oficial, en el torneo de Buenos Aires de 2014. Sin embargo, un imprevisto virus estomacal, sumado a sus problemas en la espalda, frustraron una vez más la presencia de Nadal.

El español prometió regresar en 2015 y cumplió, aunque esta semana las alarmas se encendieron una vez más en la organización porteña tras los calambres que sufrió en las semifinales de Río de Janeiro, donde cayó sorpresivamente ante Fabio Fognini. Sin embargo, Nadal despejó las dudas, se subió de inmediato al avión y ya comenzó a entrenar en Buenos Aires, listo para saldar una de las pocas deudas que le quedan en el tenis.

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